Todos somos víctimas del franquismo. Todos padecemos la muerte repetida de quienes murieron en los campos, las cárceles y el destierro. Todos penamos cuarenta años de insidia, odio y abuso. Todos.
Una dictadura que dejó
El árbol solo y seco.
La mujer como un leño
de viudez sobre el lecho.
El odio sin remedio.
¿Y la juventud?
En el ataúd.
Palabra de Miguel Hernández. Al fin parece que habrá justicia para el poeta.
Justicia esperada en las cunetas, las fosas olvidadas, los deudos de muertos, represaliados, borrados.
Justicia esperada en las mentes de quienes sostienen la inquina y el odio que no abandona la tierra yerma. La desmemoria.
Justicia para quienes quieren procesar al juez Garzón por perseguir la injusticia olvidada. Sólo para devolver la memoria, la dignidad y la justicia a tantas familias. A tanta desmemoria.
No sé de formalidad procesal. Aquella que tuvo a Miguel de cárcel en cárcel hasta que el dignador conmutó su pena de muerte con la benignidad de los que quieren emular a un dios.
Miguel empieza a tener justicia ahora que se cumplen cien años de su nacimiento. La esperan tantos, para no seguir como
cadáveres vivos somos
en el horizonte, lejos.
Periodismo, medios e ideas | Journalism, media and ideas | Una mirada a los medios, los periodistas y las ideas de la sociedad de la información | A glimpse at the media, journalists and ideas in the information society
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Friday, February 19, 2010
Wednesday, September 03, 2008
El censo de la memoria
Perdón no es olvido. Hemos vivido tantos años aferrados a un perdón obligado por el miedo de perder la oportunidad de la democracia que la amnesia ha envuelto a los olvidados. A quienes más perdonaron a la hora de la reconciliación.
Es hora de que los nombres de las víctimas y sus herederos se conozcan. No para castigar, lo que seguramente no podrá hacer el juez Garzón por imposibilidad física y, quizá, jurídica. Pero sí para que sepamos de una vez quiénes fueron esas 130 o 140.000 personas enterradas sin nombre en el olvido y el castigo.
No hemos oído nunca a los culpables, a los guardianes del olvido, pedir perdón. Oigamos al menos los nombres de los malditos para reconocer la injusticia de sus verdugos y de los amnésicos.
El Roto
Es hora de que los nombres de las víctimas y sus herederos se conozcan. No para castigar, lo que seguramente no podrá hacer el juez Garzón por imposibilidad física y, quizá, jurídica. Pero sí para que sepamos de una vez quiénes fueron esas 130 o 140.000 personas enterradas sin nombre en el olvido y el castigo.
No hemos oído nunca a los culpables, a los guardianes del olvido, pedir perdón. Oigamos al menos los nombres de los malditos para reconocer la injusticia de sus verdugos y de los amnésicos.
El Roto
Friday, December 15, 2006
De relatos e historia
"Quiero que esa historia deje de ser mi relato. Quiero que sea la historia". Palabras de Rosario Cunillera, exiliada mientras su padre estaba en una cárcel franquista, durante el pleno sobre la ley de memoria histórica.
"Escritores, periodistas, cineastas, fotógrafos y todo tipo de artistas de primera fila llegaron a España entre 1936 y 1939 para relatar una guerra que, con el paso del tiempo, se ha convertido en literatura para la historia", dice El País a propósito de unas jornadas sobre el tema.
Una guerra hecha en la literatura (Orwell, Koestler, Hemingway y tantos españoles: Cernuda, siempre) y en los medios, de entonces y de después.
Historias personales nunca reconocidas como historia. La historia oficial pervive en las lápidas de los cementerios, los monumentos, las condenas sumarísimas e injustas no revisadas, las calles de gloria de unos pocos.
¿Sobrevive la historia cuando sólo es literatura?
A lo mejor perdemos el sentido de la realidad y creemos que aquellos hechos, aquellas penas y violencias, sólo fueron una ilusión colectiva.
De la memoria histórica a la amnesia histórica. Peor, la historia, al menos una parte, como farsa.
Y entonces los sublevados reales tenían razón. ¡Muera la inteligencia!, gritó Millán Astray, ¡Muera la imaginación!, podía haber gritado. Dictaduras reales (la paz de los cementerios) contra repúblicas de ensueño y pesadilla (un país en conflicto consigo mismo).
Posiblemente la memoria histórica no existe. Tampoco sé cuándo es su tiempo adecuado. Pero hay muchas historias sin contar. O peor, manipuladas, hechas ficción excepto para quienes las sufrieron y aún las sienten.
El dolor es real. También el olvido.
"Escritores, periodistas, cineastas, fotógrafos y todo tipo de artistas de primera fila llegaron a España entre 1936 y 1939 para relatar una guerra que, con el paso del tiempo, se ha convertido en literatura para la historia", dice El País a propósito de unas jornadas sobre el tema.
Una guerra hecha en la literatura (Orwell, Koestler, Hemingway y tantos españoles: Cernuda, siempre) y en los medios, de entonces y de después.
Historias personales nunca reconocidas como historia. La historia oficial pervive en las lápidas de los cementerios, los monumentos, las condenas sumarísimas e injustas no revisadas, las calles de gloria de unos pocos.
¿Sobrevive la historia cuando sólo es literatura?
A lo mejor perdemos el sentido de la realidad y creemos que aquellos hechos, aquellas penas y violencias, sólo fueron una ilusión colectiva.
De la memoria histórica a la amnesia histórica. Peor, la historia, al menos una parte, como farsa.
Y entonces los sublevados reales tenían razón. ¡Muera la inteligencia!, gritó Millán Astray, ¡Muera la imaginación!, podía haber gritado. Dictaduras reales (la paz de los cementerios) contra repúblicas de ensueño y pesadilla (un país en conflicto consigo mismo).
Posiblemente la memoria histórica no existe. Tampoco sé cuándo es su tiempo adecuado. Pero hay muchas historias sin contar. O peor, manipuladas, hechas ficción excepto para quienes las sufrieron y aún las sienten.
El dolor es real. También el olvido.
Thursday, December 14, 2006
70 años para encontrarse
Se reencontraron el otro día, en Oviedo. 70 años les separaban desde la niñez. Ahora andan por los 90. La última vez que se vieron se disparaban sin ganas desde dos frentes opuestos.
Antes, en aquellos tres años (1936-1939) se habían visto varias veces. Casi como en el pueblo, antes de cargarse con el fusil. Estaban donde les pilló. Vivían en Pola de Siero y no tuvieron opción.
Uno estuvo siempre con los nacionales, era demasiado joven para tener ideología, había comenzado a trabajar en la mina y su casa, su calle y su historia lo metió en un bando.
El otro fue a la guerra porque su madre se empeñó. ¡Eran tantos hermanos! ¡Y todos a pegar tiros por el monte en lugar de trabajar y traer dinero a casa!
Cosas de los hombres, ya se sabe.
Vete tú, que tu hermano se quede para bajar a la mina y traer dinero con que compraros de comer.
Y allá fue. Era el pequeño, el saber de su madre se impuso. Quedó el que mejor trabajo tenía cuando ya los mayores andaban en la montería fratricida.
Empezó con los rojos. Minero (nuevo), pero minero, ¡qué carajo!
¡Hostia -pensaba-, pero qué mal se come aquí! Todo el día echado al monte disparando sombras que no ves. O peor, se quedaban amartillados en las trincheras, a unos metros, viéndose las caras, como cuando se las veían en la plaza o al entrar en la galería. Compañeros.
Cuando los oficiales se marchaban pegaban tiros a los sacos terreros, afinando para no darse unos a otros, pero que se viera qué buenos soldados eran.
Un día dejó a los rojos. En el frente un amigo le dijo que con los nacionales se comía mejor, tenían más balas y el equipo daba más abrigo.
Así que se cambió de bando. La tía se había cansado en el Naranco, cerca de Oviedo, de traerle comida caliente. Eran demasiados hermanos, pegaban demasiados tiros y no había mucho de comer después de tanto tiempo de guerra.
La última vez que se vieron estaban allí. En el Naranco. Cada uno a un lado. Gritaban para preguntarse por gente del pueblo. Disparaban cuando se acercaban los oficiales. Hablaban cuando se alejaban.
La puta guerra. Con lo felices que estaban empezando su vida de mineros. Y las fiestas de La Pola. Venían mozos y mozas hasta de Somiedo y Babia.
Y estos a tiros.
90 años. Una vez se quedó dormido. Exhausto. Tanto que se fueron los suyos. Cuando despertó estaba con los otros. Uno de cerca lo reconoció: "Calla y ven con nosotros", le dijo. Fue una de las veces que cambió de bando.
En cuanto pudo volvió al otro. Sólo porque su tía llegó con la comida y no lo encontraba. Lo daban por muerto. ¡Leches! 90 años, tú. Y encontrarse así, en una calle de Oviedo. Y reconocerse.
(Es una historia real que me contaban el otro día).
El congreso debate la memoria histórica.
P21 | Tenemos memoria
Antes, en aquellos tres años (1936-1939) se habían visto varias veces. Casi como en el pueblo, antes de cargarse con el fusil. Estaban donde les pilló. Vivían en Pola de Siero y no tuvieron opción.
Uno estuvo siempre con los nacionales, era demasiado joven para tener ideología, había comenzado a trabajar en la mina y su casa, su calle y su historia lo metió en un bando.
El otro fue a la guerra porque su madre se empeñó. ¡Eran tantos hermanos! ¡Y todos a pegar tiros por el monte en lugar de trabajar y traer dinero a casa!
Cosas de los hombres, ya se sabe.
Vete tú, que tu hermano se quede para bajar a la mina y traer dinero con que compraros de comer.
Y allá fue. Era el pequeño, el saber de su madre se impuso. Quedó el que mejor trabajo tenía cuando ya los mayores andaban en la montería fratricida.
Empezó con los rojos. Minero (nuevo), pero minero, ¡qué carajo!
¡Hostia -pensaba-, pero qué mal se come aquí! Todo el día echado al monte disparando sombras que no ves. O peor, se quedaban amartillados en las trincheras, a unos metros, viéndose las caras, como cuando se las veían en la plaza o al entrar en la galería. Compañeros.
Cuando los oficiales se marchaban pegaban tiros a los sacos terreros, afinando para no darse unos a otros, pero que se viera qué buenos soldados eran.
Un día dejó a los rojos. En el frente un amigo le dijo que con los nacionales se comía mejor, tenían más balas y el equipo daba más abrigo.
Así que se cambió de bando. La tía se había cansado en el Naranco, cerca de Oviedo, de traerle comida caliente. Eran demasiados hermanos, pegaban demasiados tiros y no había mucho de comer después de tanto tiempo de guerra.
La última vez que se vieron estaban allí. En el Naranco. Cada uno a un lado. Gritaban para preguntarse por gente del pueblo. Disparaban cuando se acercaban los oficiales. Hablaban cuando se alejaban.
La puta guerra. Con lo felices que estaban empezando su vida de mineros. Y las fiestas de La Pola. Venían mozos y mozas hasta de Somiedo y Babia.
Y estos a tiros.
90 años. Una vez se quedó dormido. Exhausto. Tanto que se fueron los suyos. Cuando despertó estaba con los otros. Uno de cerca lo reconoció: "Calla y ven con nosotros", le dijo. Fue una de las veces que cambió de bando.
En cuanto pudo volvió al otro. Sólo porque su tía llegó con la comida y no lo encontraba. Lo daban por muerto. ¡Leches! 90 años, tú. Y encontrarse así, en una calle de Oviedo. Y reconocerse.
(Es una historia real que me contaban el otro día).
El congreso debate la memoria histórica.
P21 | Tenemos memoria
Thursday, June 22, 2006
Tenemos memoria
Tenemos memoria. Todos. Memoria de los muertos, de los errores, del terror, de la guerra, de lo que no debe volver a pasar, de lo que es obligado recuperar.
Tenemos memoria. Unos vieron durante muchos años aquellas lápidas en los pueblos y ciudades de España. En el ayuntamiento o en la iglesia: caídos por la patria, por la gracia de Dios, por la Santa Cruzada...
Otros no. El olvido los envolvió. De unos se cantaba la gesta, otros desaparecieron para siempre. Malditos. Sus mujeres, sus hijos, sus deudos, malditos.
Otros, en el exilio. Con su memoria. Queriendo olvido o respirando memoria inagotable. Obligados o asqueados. Queriendo olvidar aquel sufrimiento. Aquella locura.
Tenemos memoria. De niño veía aquellas lápidas y pensaba en los héroes que habían luchado contra un enemigo invisible, inexistente, sin nombre. En el cementerio leía la larga lista. Unos apellidos me sonaban, los otros, no. Llegaba a la conclusión de que en mi pueblo no había enemigos. Los malos debían de ser de fuera. Extraños a quien nadie podía extrañar.
Pero el enemigo también era nuestro y el olvido a veces es ingrato, la memoria se emponzoña y no olvidas, nada. Recuerdas con tu memoria y la de otros. Aparecen, grabándose en la piedra de tu frente, los nombres de los olvidados. Y ahora sabes por qué aquella mujer siempre ha estado sola. Por qué faltaban tantos padres, madres, hijos, parientes, amigos. Nombres olvidados extramuros del camposanto.
Ley sobre la declaración del año 2006 como Año de la Memoria Histórica (pdf)
Artículo Único.
1. Con motivo del 75º aniversario de la proclamación de la II República en España, se declara el año 2006 como Año de la Memoria Histórica, en homenaje y reconocimiento de todos los hombres y mujeres que fueron víctimas de la guerra civil, o posteriormente de la represión de la dictadura franquista, por su defensa de los principios y valores democráticos, así como de quienes, con su esfuerzo en favor de los derechos fundamentales, de la defensa de las libertades públicas y de la reconciliación entre los españoles, hicieron posible el régimen democrático instaurado con la Constitución de 1978.
2. Los poderes públicos promoverán y apoyarán la celebración de actos conmemorativos que estimulen la reflexión sobre aquellos hechos y el recuerdo y reconocimiento de la labor de aquellas personas, asociaciones e instituciones.
Es la ley nimia que algunos no han querido aprobar. La recuperación de una memoria que cuenta muertos olvidados, entrega despreciada, aventuras malhadadas, héroes malditos. Todos, todos, todos, víctimas.
Controlar la memoria es tener el poder. Y hay quien habiendo sido tan memorioso no reconoce el recuerdo de otros.
Año rácano, sólo de seis meses. Tenemos memoria, no sé si tenemos cabeza. A los olvidados se les escatima tiempo de memoria.
Ni con el añadido de la "reconciliación", olvidado en el primer texto (pdf), ha sido posible. La reconciliación todavía duele.
En un mes el gobierno tendrá que sacar los informes del cajón para revisar la situación de las víctimas del franquismo y la guerra civil. Y otra vez andaremos a vueltas.
De la memoria se aprende. Sin memoria no somos nada. País y días de leyes con tan poco futuro o tan poca memoria.
Memoria histórica
Memoria del Futuro. 1931-2006
Tenemos memoria. Unos vieron durante muchos años aquellas lápidas en los pueblos y ciudades de España. En el ayuntamiento o en la iglesia: caídos por la patria, por la gracia de Dios, por la Santa Cruzada...
Otros no. El olvido los envolvió. De unos se cantaba la gesta, otros desaparecieron para siempre. Malditos. Sus mujeres, sus hijos, sus deudos, malditos.
Otros, en el exilio. Con su memoria. Queriendo olvido o respirando memoria inagotable. Obligados o asqueados. Queriendo olvidar aquel sufrimiento. Aquella locura.
Tenemos memoria. De niño veía aquellas lápidas y pensaba en los héroes que habían luchado contra un enemigo invisible, inexistente, sin nombre. En el cementerio leía la larga lista. Unos apellidos me sonaban, los otros, no. Llegaba a la conclusión de que en mi pueblo no había enemigos. Los malos debían de ser de fuera. Extraños a quien nadie podía extrañar.
Pero el enemigo también era nuestro y el olvido a veces es ingrato, la memoria se emponzoña y no olvidas, nada. Recuerdas con tu memoria y la de otros. Aparecen, grabándose en la piedra de tu frente, los nombres de los olvidados. Y ahora sabes por qué aquella mujer siempre ha estado sola. Por qué faltaban tantos padres, madres, hijos, parientes, amigos. Nombres olvidados extramuros del camposanto.
Ley sobre la declaración del año 2006 como Año de la Memoria Histórica (pdf)
Artículo Único.
1. Con motivo del 75º aniversario de la proclamación de la II República en España, se declara el año 2006 como Año de la Memoria Histórica, en homenaje y reconocimiento de todos los hombres y mujeres que fueron víctimas de la guerra civil, o posteriormente de la represión de la dictadura franquista, por su defensa de los principios y valores democráticos, así como de quienes, con su esfuerzo en favor de los derechos fundamentales, de la defensa de las libertades públicas y de la reconciliación entre los españoles, hicieron posible el régimen democrático instaurado con la Constitución de 1978.
2. Los poderes públicos promoverán y apoyarán la celebración de actos conmemorativos que estimulen la reflexión sobre aquellos hechos y el recuerdo y reconocimiento de la labor de aquellas personas, asociaciones e instituciones.
Es la ley nimia que algunos no han querido aprobar. La recuperación de una memoria que cuenta muertos olvidados, entrega despreciada, aventuras malhadadas, héroes malditos. Todos, todos, todos, víctimas.
Controlar la memoria es tener el poder. Y hay quien habiendo sido tan memorioso no reconoce el recuerdo de otros.
Año rácano, sólo de seis meses. Tenemos memoria, no sé si tenemos cabeza. A los olvidados se les escatima tiempo de memoria.
Ni con el añadido de la "reconciliación", olvidado en el primer texto (pdf), ha sido posible. La reconciliación todavía duele.
En un mes el gobierno tendrá que sacar los informes del cajón para revisar la situación de las víctimas del franquismo y la guerra civil. Y otra vez andaremos a vueltas.
De la memoria se aprende. Sin memoria no somos nada. País y días de leyes con tan poco futuro o tan poca memoria.
Memoria histórica
Memoria del Futuro. 1931-2006
Monday, April 03, 2006
Memoria contra la mala letra
A Julio Camba le espantaba la ortografía de los revolucionarios de 1934. Con semejantes incorrecciones no se puede hacer una revolución. ¿Cómo crear himnos con tan mala letra? ¿Cómo conseguir el cumplimiento de las órdenes ilegibles e irrepetibles?
Para corregir la mala letra, para conseguir ciudadanos, revolucionarios o mansos, pero letrados, la II República hizo un esfuerzo enorme. Pero ahora se olvida y maldice a menudo y por eso los firmantes del manifiesto Con orgullo, con modestia y con gratitud usan su buena letra para defender aquella revolución urgente de tanto revisionismo de represalia.
Manuel Azaña tuvo a un general y a un futuro a punto de cambiar la historia. Fue pronto, ya en el verano de 1931, 16 de julio (mes de canícula y levantamientos), y Franco hacía alocuciones a los cadetes para frustrar el mando de intelectuales e iletrados con faltas de ortografía. El general leía a Camba en el ABC.
Azaña ya andaba preocupado a pesar de la alegría de ver a un ejército desfilar ante un gobierno republicano. "Más que lo vistoso y clamoroso del acto, nos impresiona la consideración de lo que significa. Un ejército español aclamando a la República". Poco duraría.
A Azaña le preocupaba más la mala escritura de los ministros que la de los revolucionarios. Sospechaba que la escuela corrige los defectos de unos mientras los otros son connaturales a sus propósitos e intereses.
Es bueno desconfiar de los políticos de mal estilo. La letra también es un espejo del alma con algo de inteligencia.
¡Viva la República!, grita José Ortega y Gasset el 3 de diciembre de 1933 contra todos los manipuladores, contra quienes se ofrecen a defender la República de peligros, contra los triunfos excesivos y sectáreos de otros, contra los políticos de "palabras vanas y hueras".
¡Viva la República!, grita el filósofo porque sólo mediante la República "pueden los españoles llegar a nacionalizarse, es decir, a sentirse una Nación". Contra todas las demagogias y a favor de los ciudadanos alzaba Ortega su voz plena de argumentos.
Ahora andan herederos y renegados revisando historias para denunciar una revolución con mala letra, acosada por las faltas de ortografía y pensamiento. Pero, ¿cuándo un fusil tuvo más inteligencia?
Los últimos tiempos casi recuerdan las peripecias de las memorias de Manuel Azaña, un continuo sobresalto. Sólo las escapadas a la sierra parecían airear una vida estrujada entre zambombazos de compañeros y enemigos. Y sólo esas escapadas dan tregua al afligido lector.
Nación ciudadana no hay mucha. Demagogia sobra. De políticos vocingleros y de mal estilo seguimos plenos. Y vuelven los manifiestos, género revolucionario y casi olvidado. Unos escriben planfletos y otros manifiestos. Y la mayoría pasa, o peor, lee los libros huecos de presuntos sabios porque son como la novela histórica, siempre llena de muertos, traiciones, adulterios y más fuerza que razón.
Aunque sólo sea para corregir los errores de la historia revisada, merece la pena firmar un manifiesto o simplemente leerlo.
Lo que el espíritu del hombre
Ganó para el espíritu del hombre
A través de los siglos,
Es patrimonio nuestro y es herencia
De los hombres futuros.
Al tolerar que nos lo nieguen
Y secuestren, el hombre entonces baja,
¿Y cuánto?, en esa escala dura
Que desde el animal llega hasta el hombre.
Luis Cernuda. Díptico español. Es lástima que fuera mi tierra
Memoria del Futuro. 1931-2006
Para corregir la mala letra, para conseguir ciudadanos, revolucionarios o mansos, pero letrados, la II República hizo un esfuerzo enorme. Pero ahora se olvida y maldice a menudo y por eso los firmantes del manifiesto Con orgullo, con modestia y con gratitud usan su buena letra para defender aquella revolución urgente de tanto revisionismo de represalia.
Manuel Azaña tuvo a un general y a un futuro a punto de cambiar la historia. Fue pronto, ya en el verano de 1931, 16 de julio (mes de canícula y levantamientos), y Franco hacía alocuciones a los cadetes para frustrar el mando de intelectuales e iletrados con faltas de ortografía. El general leía a Camba en el ABC.
Azaña ya andaba preocupado a pesar de la alegría de ver a un ejército desfilar ante un gobierno republicano. "Más que lo vistoso y clamoroso del acto, nos impresiona la consideración de lo que significa. Un ejército español aclamando a la República". Poco duraría.
A Azaña le preocupaba más la mala escritura de los ministros que la de los revolucionarios. Sospechaba que la escuela corrige los defectos de unos mientras los otros son connaturales a sus propósitos e intereses.
Es bueno desconfiar de los políticos de mal estilo. La letra también es un espejo del alma con algo de inteligencia.
¡Viva la República!, grita José Ortega y Gasset el 3 de diciembre de 1933 contra todos los manipuladores, contra quienes se ofrecen a defender la República de peligros, contra los triunfos excesivos y sectáreos de otros, contra los políticos de "palabras vanas y hueras".
¡Viva la República!, grita el filósofo porque sólo mediante la República "pueden los españoles llegar a nacionalizarse, es decir, a sentirse una Nación". Contra todas las demagogias y a favor de los ciudadanos alzaba Ortega su voz plena de argumentos.
Ahora andan herederos y renegados revisando historias para denunciar una revolución con mala letra, acosada por las faltas de ortografía y pensamiento. Pero, ¿cuándo un fusil tuvo más inteligencia?
Los últimos tiempos casi recuerdan las peripecias de las memorias de Manuel Azaña, un continuo sobresalto. Sólo las escapadas a la sierra parecían airear una vida estrujada entre zambombazos de compañeros y enemigos. Y sólo esas escapadas dan tregua al afligido lector.
Nación ciudadana no hay mucha. Demagogia sobra. De políticos vocingleros y de mal estilo seguimos plenos. Y vuelven los manifiestos, género revolucionario y casi olvidado. Unos escriben planfletos y otros manifiestos. Y la mayoría pasa, o peor, lee los libros huecos de presuntos sabios porque son como la novela histórica, siempre llena de muertos, traiciones, adulterios y más fuerza que razón.
Aunque sólo sea para corregir los errores de la historia revisada, merece la pena firmar un manifiesto o simplemente leerlo.
Lo que el espíritu del hombre
Ganó para el espíritu del hombre
A través de los siglos,
Es patrimonio nuestro y es herencia
De los hombres futuros.
Al tolerar que nos lo nieguen
Y secuestren, el hombre entonces baja,
¿Y cuánto?, en esa escala dura
Que desde el animal llega hasta el hombre.
Luis Cernuda. Díptico español. Es lástima que fuera mi tierra
Memoria del Futuro. 1931-2006
Friday, March 17, 2006
Condena a Franco y contra la desmemoria
El Consejo de Europa condena los crímenes del franquismo y defiende la recuperación de la memoria histórica.
El Valle de los Caídos volverá a ser Cuelgamuros y el 18 de julio no será más el Día del Valor o el del Glorioso Alzamiento Nacional, sino la jornada oficial de condena del régimen franquista.
El capitán Lozano estará orgulloso de su nieto el presidente José Luis Rodríguez Zapatero y de todos los que han luchado por la recuperación de una parte de la memoria oscurecida hace más de 30 años por el bien de la democracia.
Viene más crispación, sin duda, pero también más justicia.
Por fin se supera la maldición de aquellos versos de Gabriel Celaya:
Aquí no ha pasado nada,
y si pasó, no hay que hablar.
Consejo de Europa | Recomendación de condena del régimen franquista
Informe del parlamentario Leo Brincat
P21 | Víctimas de Cuelgamuros
P21 | Desmemoria en Cuelgamuros
El Valle de los Caídos volverá a ser Cuelgamuros y el 18 de julio no será más el Día del Valor o el del Glorioso Alzamiento Nacional, sino la jornada oficial de condena del régimen franquista.
El capitán Lozano estará orgulloso de su nieto el presidente José Luis Rodríguez Zapatero y de todos los que han luchado por la recuperación de una parte de la memoria oscurecida hace más de 30 años por el bien de la democracia.
Viene más crispación, sin duda, pero también más justicia.
Por fin se supera la maldición de aquellos versos de Gabriel Celaya:
Aquí no ha pasado nada,
y si pasó, no hay que hablar.
Consejo de Europa | Recomendación de condena del régimen franquista
Informe del parlamentario Leo Brincat
P21 | Víctimas de Cuelgamuros
P21 | Desmemoria en Cuelgamuros
Friday, April 29, 2005
Víctimas de Cuelgamuros
La reparación de la memoria histórica avanza. Una vez lanzada la ofensiva gubernamental contra las estatuas de Franco, es la hora del mausoleo de Cuelgamuros, el Valle de los Caídos. El diplomático asturiano Yago Pico de Coaña, embajador para las cumbres iberoamericanas, sustituirá al duque de San Carlos, Álvaro Fernández-Villaverde, al frente de Patrimonio Nacional, la entidad que gestiona la basílica.
El duque arrastra una relación afectuosa con los grupos de extrema derecha y la Fundación Franco que llevaba por ejemplo a no cobrar la entrada en el mausoleo a los ultras que iban a celebrar el 20-N.
En el Valle de los Caídos yacen los restos del dictador Francisco Franco, de José Antonio Primo de Rivera y de miles de víctimas de la Guerra Civil.
El gobierno estudia la transformación del monumento de Cuelgamuros en un museo de la dictadura o en un auténtico homenaje a todas las víctimas.
Un propósito que se hacía difícil de soportar a Fernández-Villaverde, que ya presentó su dimisión hace un mes, cuando la prensa comenzó a airear los desencuentros entre Patrimonio Nacional y el ejecutivo.
P21 | Desmemoria en Cuelgamuros
El duque arrastra una relación afectuosa con los grupos de extrema derecha y la Fundación Franco que llevaba por ejemplo a no cobrar la entrada en el mausoleo a los ultras que iban a celebrar el 20-N.
En el Valle de los Caídos yacen los restos del dictador Francisco Franco, de José Antonio Primo de Rivera y de miles de víctimas de la Guerra Civil.
El gobierno estudia la transformación del monumento de Cuelgamuros en un museo de la dictadura o en un auténtico homenaje a todas las víctimas.
Un propósito que se hacía difícil de soportar a Fernández-Villaverde, que ya presentó su dimisión hace un mes, cuando la prensa comenzó a airear los desencuentros entre Patrimonio Nacional y el ejecutivo.
P21 | Desmemoria en Cuelgamuros
Wednesday, April 06, 2005
Desmemoria en Cuelgamuros
Ahora que anda el gobierno empeñado en recuperar una memoria olvidada y mientras otros quieren mantener una sola memoria que olvida a las otras vale la pena leer la desmemoria de Cuelgamuros.
En la página web de Patrimonio Nacional se habla de "la gran Basílica sepulcral, donde están enterrados caídos de los dos lados enfrentados en la guerra civil". Los cristianos, que los otros nunca fueron sepultados aquí.
El dictador al que no se nombra en Patrimonio Nacional no quería estar solo. Se rodeó de José Antonio, fundador de Falange, y de los suyos. Después se llevaron despojos de fosas comunes para encarnar la reconciliación de los bandos.
Pero para muchos, esa pedriza es sólo Cuelgamuros.
Aquí no ha pasado nada,
y si pasó, no hay que hablar.
Todo está por inventar.
Gabriel Celaya. El hilo rojo
En la página web de Patrimonio Nacional se habla de "la gran Basílica sepulcral, donde están enterrados caídos de los dos lados enfrentados en la guerra civil". Los cristianos, que los otros nunca fueron sepultados aquí.
El dictador al que no se nombra en Patrimonio Nacional no quería estar solo. Se rodeó de José Antonio, fundador de Falange, y de los suyos. Después se llevaron despojos de fosas comunes para encarnar la reconciliación de los bandos.
Pero para muchos, esa pedriza es sólo Cuelgamuros.
Aquí no ha pasado nada,
y si pasó, no hay que hablar.
Todo está por inventar.
Gabriel Celaya. El hilo rojo
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