Las tertulias y la crítica incesante en las redes sociales preocupan al gobierno. Debates televisivos y redes coinciden en una carga de furor crítico y negativo que la estrategia del silencio tan bien ejecutada por el presidente Rajoy o ministras como Ana Mato no consigue atajar. Tampoco los deteriorados telediarios de TVE, convertidos en un altavoz de La Moncloa, pueden con el ascenso de informativos más críticos y de unos debates donde la crispación y la crítica mejoran el rating minuto a minuto.
Con la corrupción, Urdangarín y el caso Bárcenas como eterno debate, la economía sin remontar y la creciente oposición a las políticas de Rajoy, el PP pierde su afición a la crispación, ese ecosistema del todo va mal tan apreciado desde la oposición. Moncloa y Génova reducen la presencia de dirigentes populares en las televisiones, denuncian a medios en los tribunales y las insidias fiscales del ministro Montoro contra los grupos de comunicación intentan atenazarlos cuando la crisis ataca la independencia.
Génova no quiere dirigentes populares en las tertulias de La Sexta y se resiste a ser blanco constante de las críticas en los demás canales cuando la sospecha permanente deja poso hasta en los afines a la derecha. Tanto que por primera vez en años se debilita la inquebrantable lealtad del votante popular.
A Moncloa le gustan más los telediarios sosos y domados, al estilo de TVE. Gobierno y PP siguen empeñados en ese remedo de ruedas de prensa convertidas en actos propagandísticos donde los políticos se niegan a responder a los periodistas.
Pero la contestación es cada vez mayor, como ocurrió la pasada semana con el plantón de los periodistas a la silente ministra de Sanidad en Nueva York.
Las críticas no se callan con silencio, sino con razones. El PP puede hacer poco contra el grito continuo de Twitter, pero la falta de comunicación junto a las amenazas y presiones a los medios por su debilidad económica son la peor estrategia en una democracia. Como en la sanidad o la educación, los daños pueden ser irreparables.
Columna en los diarios de Vocento
Periodismo, medios e ideas | Journalism, media and ideas | Una mirada a los medios, los periodistas y las ideas de la sociedad de la información | A glimpse at the media, journalists and ideas in the information society
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Monday, March 11, 2013
Monday, December 24, 2012
Enredados en la política en los móviles y las redes sociales
La política importa. Mucho. Y más en tiempos de crisis y cuando la desconfianza en los políticos aumenta y una mayoría de los ciudadanos están poco satisfechos (CIS noviembre 2012) con el funcionamiento de una democracia con peor calidad (42%) que en otros países europeos.
Esa preocupación se traslada a las redes sociales y los medios, donde crece el consumo de información política y también la definición de la audiencia y los propios medios en función de la ideología o la posición política.
La desconfianza en los políticos -un problema para el 30% de los encuestados por el Centro de Investigaciones Sociológicas- y la percepción del empeoramiento de la situación política (43,7% en el último barómetro) no se traduce en abandono de la información política, como ocurría hace unos años, sino todo lo contrario: aumenta el interés por la información política y se traslada a las redes sociales y al consumo de información en móviles, donde la audiencia es mayoritariamente más joven que en los medios tradicionales.
Una reciente encuesta mundial de Pew Research sobre el uso de redes sociales realizada entre marzo y abril de 2012 muestra a España como el principal país occidental en consumo de información política en los móviles y las redes sociales.
El 58% de los usuarios de móviles lo utilizan para informarse de noticias políticas. Quince puntos por encima de la media y sólo superados por Egipto, en plena ebullición democrática, y Japón en año de elecciones.
Ninguno de los países europeos se acerca ni de lejos al consumo de información política en los móviles de España. Sólo Estados Unidos, también un país fuertemente polarizado, se sitúa en un porcentaje semejante con un 57%.
En octubre de 2011, una encuesta del CIS cifraba en más de un tercio de la población los lectores frecuentes de información política en los diarios, un 17% en redes sociales y un 84% en la radio y la televisión.
La política no sólo importa, sino que el análisis y comparación de los datos con otros países indica que este consumo intenso de información refleja una fuerte desconfianza en la política con aumento de la fragmentación social. Ese es el escenario ante la amenaza del precipicio fiscal en Estados Unidos y de la división entre demócratas y republicanos en tantos temas -del control de armas al matrimonio gay- o de España tanto en cómo se está gestionando la crisis como en las tensiones territoriales con la explosión del soberanismo en Cataluña o la fuerte pero pacífica contestación social a los recortes del gobierno y las autonomías en servicios sociales.
Sobre todos esos problemas, el paro, los deshaucios y la falta de soluciones y propuestas frente a la acumulación de dificultades cotidianas y el dudoso rescate de bancos e instituciones en gran parte responsables de la situación de los últimos años.
Resultado: una erosión de la confianza en la política y el gobierno como no se recuerda a un año del cambio de Zapatero por Rajoy en La Moncloa.
Ante ese consumo de información política en los medios conviene plantearse si se está haciendo el periodismo político que los ciudadanos demandan y que puede ayudar más tanto a satisfacer esas expectativas como a resolver los problemas cotidianos, la política de las pequeñas cosas que impacta en la vida diaria de tanta gente.
El periodismo político actual carece de los formatos, narrativas y estilos adecuados para ese consumo de urgencia en móviles y redes sociales. Twitter y la presencia en esta red social de muchos medios y periodistas marca muchos caminos, pero no hay nada parecido en España -ni tampoco en la mayoría de los países de Latinoamérica- a nuevos medios como Quartz (una apuesta por el HTML5 en este caso dirigida a la información económica) o la aplicación Circa, por ejemplo, para intentar adaptar la demanda de información política a ese aumento del consumo en las nuevas pantallas.
Los medios tradicionales concentran su apuesta en la web y en las aplicaciones réplica de las ediciones impresas. Los nuevos medios siguen orientados sobre todo a la web con poca apuesta por las ediciones móviles y para tabletas o las aplicaciones (web apps o nativas).
En los contenidos, la posición editorial de cada medio, la abundancia de periodismo de declaraciones y la confusión entre información y opinión es excesiva.
La demanda de información política reclama otro periodismo, en los contenidos, el estilo y los formatos, adaptado a las nuevas pantallas, pero sobre todo a una demanda informativa exigente en tiempo real y que no puede perderse en el marasmo de la abundancia sin aportar criterio e inteligencia.
Esa preocupación se traslada a las redes sociales y los medios, donde crece el consumo de información política y también la definición de la audiencia y los propios medios en función de la ideología o la posición política.
La desconfianza en los políticos -un problema para el 30% de los encuestados por el Centro de Investigaciones Sociológicas- y la percepción del empeoramiento de la situación política (43,7% en el último barómetro) no se traduce en abandono de la información política, como ocurría hace unos años, sino todo lo contrario: aumenta el interés por la información política y se traslada a las redes sociales y al consumo de información en móviles, donde la audiencia es mayoritariamente más joven que en los medios tradicionales.
Una reciente encuesta mundial de Pew Research sobre el uso de redes sociales realizada entre marzo y abril de 2012 muestra a España como el principal país occidental en consumo de información política en los móviles y las redes sociales.
El 58% de los usuarios de móviles lo utilizan para informarse de noticias políticas. Quince puntos por encima de la media y sólo superados por Egipto, en plena ebullición democrática, y Japón en año de elecciones.
Ninguno de los países europeos se acerca ni de lejos al consumo de información política en los móviles de España. Sólo Estados Unidos, también un país fuertemente polarizado, se sitúa en un porcentaje semejante con un 57%.
En octubre de 2011, una encuesta del CIS cifraba en más de un tercio de la población los lectores frecuentes de información política en los diarios, un 17% en redes sociales y un 84% en la radio y la televisión.
La política no sólo importa, sino que el análisis y comparación de los datos con otros países indica que este consumo intenso de información refleja una fuerte desconfianza en la política con aumento de la fragmentación social. Ese es el escenario ante la amenaza del precipicio fiscal en Estados Unidos y de la división entre demócratas y republicanos en tantos temas -del control de armas al matrimonio gay- o de España tanto en cómo se está gestionando la crisis como en las tensiones territoriales con la explosión del soberanismo en Cataluña o la fuerte pero pacífica contestación social a los recortes del gobierno y las autonomías en servicios sociales.
Sobre todos esos problemas, el paro, los deshaucios y la falta de soluciones y propuestas frente a la acumulación de dificultades cotidianas y el dudoso rescate de bancos e instituciones en gran parte responsables de la situación de los últimos años.
Resultado: una erosión de la confianza en la política y el gobierno como no se recuerda a un año del cambio de Zapatero por Rajoy en La Moncloa.
Ante ese consumo de información política en los medios conviene plantearse si se está haciendo el periodismo político que los ciudadanos demandan y que puede ayudar más tanto a satisfacer esas expectativas como a resolver los problemas cotidianos, la política de las pequeñas cosas que impacta en la vida diaria de tanta gente.
El periodismo político actual carece de los formatos, narrativas y estilos adecuados para ese consumo de urgencia en móviles y redes sociales. Twitter y la presencia en esta red social de muchos medios y periodistas marca muchos caminos, pero no hay nada parecido en España -ni tampoco en la mayoría de los países de Latinoamérica- a nuevos medios como Quartz (una apuesta por el HTML5 en este caso dirigida a la información económica) o la aplicación Circa, por ejemplo, para intentar adaptar la demanda de información política a ese aumento del consumo en las nuevas pantallas.
Los medios tradicionales concentran su apuesta en la web y en las aplicaciones réplica de las ediciones impresas. Los nuevos medios siguen orientados sobre todo a la web con poca apuesta por las ediciones móviles y para tabletas o las aplicaciones (web apps o nativas).
En los contenidos, la posición editorial de cada medio, la abundancia de periodismo de declaraciones y la confusión entre información y opinión es excesiva.
La demanda de información política reclama otro periodismo, en los contenidos, el estilo y los formatos, adaptado a las nuevas pantallas, pero sobre todo a una demanda informativa exigente en tiempo real y que no puede perderse en el marasmo de la abundancia sin aportar criterio e inteligencia.
Monday, November 26, 2012
Lecciones de las elecciones catalanas
Foto de Lluis Gene (AFP/EL País)
Jordi Pujol atisba desde el balcón del Hotel Majestic y no lo cree. La realidad ha ganado a la política mesiánica. La gente no cede a la propaganda. Cataluña es una nación y tiene un destino, pero sin dejar a nadie atrás ni aventurarse en una orilla incierta de Europa. El soberanismo no acaba con la crisis y la vida cotidiana es más rica y compleja que las simplificaciones y los arquetipos rígidos de la propaganda. No gana España, como vuelve a equivocarse La Vanguardia y los periodistas más ocupados del poder y la pluma que de la gente.
La gente vota, quiere política y soluciones, no discursos. La visión del paralaje que transmuta la realidad por el desplazamiento voluntario del observador no cuela. Los ciudadanos están en el núcleo de la realidad.
Es mi resumen de lo ocurrido en las elecciones catalanas de ayer. La derrota personal de la victoria de Artur Mas es el fracaso de la política oportunista y mesiánica. Con Cataluña volcada en el voto (69,5%) la sociedad ha mostrado su pluralismo, su división y su falta de confianza en los chamanes.
La sospecha de la corrupción y el borrador policial aireado por El Mundo han vuelto a emponzoñar la política y a indignar a todos sin que nadie aporte pruebas ni responsabilidades. El espectáculo de un presidente del gobierno apegado al silencio, como siempre, mientras su vicepresidenta y varios ministros aireaban sospechas sin acusaciones responsables al tiempo que el responsable de Interior afirmaba desconocer los maledicentes informes son otra lección de cinismo político y de maltrato a una democracia devaluada por los profesionales de la política.
España, mejor dicho el actual statu quo español, ha ganado las elecciones catalanas, para un largo, largo, periodo históricoNo hay vuelta al status quo. La crisis, la reforma de la situación institucional y política de Cataluña en el estado y en Europa está por resolver. Los catalanes votaron contra aventuras inciertas, pero apoyan en su mayoría el cambio de una situación insostenible.
— Enric Juliana Ricart (@EnricJuliana) November 25, 2012
En el principio está el dinero con un sistema de financiación autonómica injusto y desproporcionado. La crisis y la insatisfacción con la gestión de las finanzas públicas exacerba la demanda de cercanía a la gestión. Pero no será el campeón de los recortes al estado de bienestar construido durante 30 años quien patronee con una "mayoría excepcional" ese giro. El capitalismo castizo no se supera con cuentas de botiguer.
Gana la dignidad ciudadana y nacional, a menudo pisoteada, desdeñada y atacada por los filibusteros de la crispación. El choque de nacionalismos daña a todos cuando la democracia debe ser más razón que emoción. Ante tanto fuego cruzado los ciudadanos quieren respeto: unos, para defender su derecho a decidir; otros, para no ser despreciados como ciudadanos de segunda sólo por no coincidir plenamente con la mayoría.
La democracia vuelve a demostrar que su esencia es el respeto a las minorías, el pluralismo y la integración, no el totalitarismo de los discursos mayoritarios que olvidan a quienes no los comparten.
El Parlament de Cataluña está más dividido y cada cual más en su sitio: no hay mayorías ni liderazgos de excepción, los independentistas reales ganan escaños pero dentro de una izquierda que debe atender la crisis y las demandas cotidianas de los ciudadanos con urgencia y sensibilidad social, se hunde el PSC en otro peldaño del desplome de un PSOE inútil, resiste el PP como gran partido del centroderecha español y se multiplica la resistencia antinacionalista de Ciutadans.
La democracia de las pequeñas cosas, de los problemas reales y cotidianos, gana. Sea cual sea el modelo de estado, lo importante es la gente.
Pujol fuerza los ojos y otea incrédulo desde el Majestic. Tanta propaganda, tantos medios públicos y privados, con La Vanguardia y TV3 al frente, con una visión tan sesgada de la sociedad de Cataluña. Tantos envites desde la derecha mediática madrileña. Tanto ruido. En las urnas, más razón democrática de la esperada.
Quién nos iba a decir que en la redacción de EL MUNDO tendríamos la sensación de haber ganado unas elecciones autonómicas en Cataluña!El Mundo no ha ganado las elecciones y ha contribuido un poco más a devaluar cierta política y cierto periodismo. El periodismo debe investigar y denunciar, pero con la veracidad, transparencia y credibilidad tan ausentes en el affaire del borrador, un caso Dreyfus que ante la ausencia de zolas -aunque sobren postulantes- espera reacción ciudadana.
— Pedro J. Ramirez (@pedroj_ramirez) November 25, 2012
Pero la democracia ha ganado. Cinco conclusiones subjetivas:
- La realidad es lo primero. La política de las cosas cotidianas, de la economía real, el trabajo, la salud, la educación y la inclusión social es más importante que las banderías y los inventos políticos que abandonan a muchos.
- Sin líderes. Una elección más se comprueba la falta de líderes en una sociedad necesitada de voces más participativas y abiertas. Una sociedad en red donde la deliberación cotidiana y la participación crean un tejido necesitado de liderazgos transparentes, abiertos y confiables. Ninguno de los grandes líderes políticos cumple esas premisas, como muestran todas las valoraciones.
- Un país dividido. Cataluña es hoy un país más dividido y fragmentado. Una mayoría quiere el derecho a decidir su futuro, pero atendiendo a las necesidades cotidianas y sin arrasar al resto de una sociedad plural con decisiones traumáticas. Frente al ruido político y mediático de la tensión España vs. Cataluña, se imponen debate, acuerdos, inteligencia y respeto.
- Otra izquierda frente a un PP de mayorías. El PSOE acentúa su camino hacia la irrelevancia, aunque se salva de un despeñamiento augurado por unas encuestas que se equivocaron persistentemente. Una nueva izquierda con Bildu, Esquerra+CUP y Alternativa Galega empuja desde las naciones históricas mientras IU e ICV recogen parte de la indignación pero también sufren la presión de los nuevos planteamientos.
El PP, tras las generales, gallegas, vascas y catalanas, se consolida como el único gran partido de gobierno que mantiene mayorías absolutas. La fragmentación de la oposición refuerza su poder y obliga a repensar el escenario político de los próximos años. - Demasiada propaganda, mucha insidia, poco periodismo. El periodismo de los grandes medios de comunicación es otro de los grandes dañados de la batalla electoral. La división entre medios de poder y medios de gente se agudiza. El periodismo debe reflexionar. El fracaso del exceso de opinión sesgada, arrumbada al discurso del poder es patente. La credibilidad no puede estar fundada en borradores y acusaciones sin pruebas ni mayor investigación. La sospecha no debe marginar a la verdad. Ayuda la persistente corrupción de los grandes partidos y la esclerosis estéril de las investigaciones judiciales demoradas durante años.
El periodismo como discurso de poder y como arma partidista tan visto en esta campaña no es el que debiera acompañarnos en una mejor democracia.
La sociedad lo demanda.
Tuesday, October 23, 2012
Rap para noticias: la necesidad de otra información política
El medio de investigación norteamericano Propublica utiliza un vídeo con el rap Money is Speech para llamar la atención de los jóvenes sobre el control del dinero sobre la política americana, tan dependiente de los donantes para las campañas electorales.
Una buena iniciativa más allá de la gamificación de la información para atraer el interés sobre su gran cobertura del poder del dinero en la campaña electoral norteamericana.
Propublica intenta llamar la atención de los jóvenes, cada vez más alejados de los medios informativos tradicionales y más informados a través de las redes sociales, el vídeo y los móviles. La música de la calle, que hace ya mucho tiempo tiene un alto componente político y social, es una buena elección para intentar concienciar a los votantes jóvenes de uno de los grandes problemas de la democracia corporativa.
No es la primera vez que las canciones se usan para la información. De hecho la invención es vieja, tanto que los antiguos romances incluían siempre las historias de lo que no se debía olvidar o que los más desinformados debían conocer.
El rap, y más concretamente su jerga, el slang que lo caracteriza, ya fue utilizado hace diez años por la CNN para intentar acercar sus noticias al público joven.
Pero el uso por Propublica de un vídeo y un rap para acompañar su cobertura electoral tiene mucho que ver con el debate que ayer proponía sobre la necesidad de cambiar la información política.
Hay varios hechos y tendencias que no pueden seguir pasando inadvertidos o ignorados. Un listado impuro, imperfecto e incompleto:
- La información política es cada vez más endogámica y sectaria. La cobertura se ha polarizado para votantes y simpatizantes. El sesgo de la mayoría de los medios responde a la ideología de su público y de la propia cabecera, con un riesgo importante para la credibilidad.
- La información política no existe. Cada vez hay menos información y más propaganda. Los partidos no funcionan como colectivos de ideas. El poder está muy concentrado en las cúpulas de las organizaciones y en muy pocas personas.
La falta de debate interno y de responsabilidad de los diputados y cargos públicos hace que el poder se concentre, con lo que la valía de las fuentes es cada vez menor por la escasa influencia que tienen en los hechos.
La información política se llena de opiniones, rumores y propaganda, pero la verdadera información es muy escasa - Mala política, mala información. Cuando la política es deficiente, como demuestra la desafección de los ciudadanos, el periodismo se empobrece. Y más cuando es tan dependiente de las declaraciones y tan alérgico y despreocupado de los hechos.
La falta de contraste, con la realidad, los documentos oficiales, etc. es tan palmaria que cuando surgen informaciones que desvelan lo que se ha hecho en realidad frente a la letanía de promesas y declaraciones diarias se convierten en éxitos informativos. Falta ese ejercicio diario y más profundo. Algunas iniciativas ciudadanas y en internet tratan de paliar esa carencia. - Acabar con el periodismo de declaraciones, el periodismo figurante de las ruedas de prensa sin preguntas, de las declaraciones propagandísticas, de las comparecencias de políticos pensadas para los totales de la televisión, no para responder e informar a la ciudadanía.
Algunas propuestas que hicimos desde la Asociación de la Prensa de Madrid y otras personales de ya hace algún tiempo atrás.
La información declarativa es tan mala y perniciosa que todavía me indigno cuando un periodista, director o editor pregunta por qué triunfan publicaciones como The Economist, Propublica y otras que hacen su trabajo: ¡Es la información, estúpidos! - Acabar con la confusión de opinión, análisis e información. La contaminación de la opinión en la información, especialmente en la política, es un viejo mal denunciado una y mil veces. Es la renuncia a la información por el periodismo de bajo coste y de peor calidad intelectual y moral.
Un mal que se ha radicalizado con la invasión de las tertulias, ese pseudogénero santificado por la televisión de bajo coste que está llevando a un empobrecimiento terrible de la democracia y el periodismo.
Acabar con la ronda de políticos y periodistas -siempre los mismos- repitiendo los mismos argumentarios que los partidos les preparan, con los mismos razonamientos que les comunican sus fuentes en las cúpulas orgánicas de la política, y con afirmaciones inapelables sobre acontecimientos que sólo conocen a golpe de titular y ojeo de medios es una necesidad para la regeneración democrática y periodística.
Caben las tertulias, pero cuando están enfocadas y reúnen a participantes expertos y con conocimiento directo de los asuntos que se tratan, sean periodistas o expertos en cada materia. Basta ya de bla, bla, bla. - Denunciar el lenguaje del poder. El discurso político no está interesado en la verdad, tampoco en la reflexión ni en el gobierno, ni siquiera en la ciudadanía. Está concentrado en el poder y la miseria intelectual de una gran parte de la clase política y periodística lo amplifica para convertir en axiomas los tópicos, intereses, ideología y propaganda de unos y otros.
La denuncia y la crítica de ese lenguaje orwelliano es imprescindible para restablecer una democracia inteligible para todos.
Creo que ese empeño, el de la inteligencia sin soberbia ni prejuicios es la base del éxito de Jordi Évole y su Salvados. - La información política está en las redes sociales. Cada vez más ciudadanos se informan y debaten en las redes sociales. Las redes son el nuevo espacio público de la democracia y la globalización. Crecen los titulares, las opiniones, las reacciones. Pero muchas sin llegar a leer la información que enlazan los tuits, sin acceder a información de calidad sobre lo que se dice.
En otros casos se aportan datos y argumentos útiles. A veces contextualizados, otras veces, no.
La dispersión de la atención, la redundancia natural de las redes, la falta de profundidad en la mayoría de la información y la reacción y opinión inmediata sobre lo que no se conoce adecuadamente es un desafío para el periodismo y para la democracia. - Solucionar el problema de los filtros y la mediación. El gran desafío de la abundancia y la rapidez es crear los filtros necesarios para ayudar a las personas a manejar mejor la información. El problema no es sólo la mediación o el acceso directo a los datos y fuentes, sino que se sitúa en dos planos:
el operativo: cómo mejorar la gestión personal de la abundancia de información;
el intelectual: cómo mejorar la inteligibilidad de la información y la inteligencia, la reflexión y la crítica, tanto individual como social.
Oscilamos entre los algoritmos y el criterio social, pero ninguno soluciona por ahora el problema. Crecen los agregadores y aplicaciones, pero la tecnología de las pantallas avanza más que la tecnología crítica del intelecto. Los códigos y los circuitos van más rápido que la adaptación y la plasticidad de nuestros cerebros al impacto de la information overload.
Y el periodismo va todavía más lento en esa adaptación. Necesitamos pensar y desarrollar nuevas narrativas, géneros y estilos para un público completamente diferente.
Monday, October 22, 2012
¿Es tiempo de otra información política? Éxito de Salvados y hundimiento de TVE frente a las autonómicas
TVE pinchó ayer en la cobertura de las elecciones autonómicas de Galicia y Euskadi con sólo un 5,5% de cuota y 1,16 millones de telespectadores. Es lógico que una vez más la autonómicas correspondientes concentren la audiencia: TVG con 276.000 espectadores y un 26% de share, y ETB con 261.000 espectadores y un 27%, datos similarea a los de las anteriores autonómicas y municipales de 2011.
Los datos de la cobertura electoral: 1,7 millones en total, más unos pocos más en otras cadenas, contrastan con el récord de Salvados: 2,89 millones de audiencia y un 13,7% de cuota en prime time con el retrato y la entrevista a Artur Mas.
Las elecciones pierden frente a la política del personaje y a esa otra forma de retratar la política y la economía desarrollada por Jordi Évole.
La política de los partidos. La política de esta España desencantada cada vez importa menos. Crece la abstención comicio a comicio y la audiencia da la espalda a la información política y a quienes informan y opinan.
No es para menos. TVE ayer daba pena. El lío de declaraciones de políticos fue fenomenal en medio de un panel de periodistas muy cuestionable, no sólo porque todos menos una, Anabel Díaz (El País), representaban posiciones y medios de derechas, sino porque con otra excepción, la del gallego Fernando Ónega, ninguno era experto ni en la política vasca ni en la gallega.
La televisión estatal de Julio Somoano se parece cada vez más a la lamentable Telemadrid, donde los comentarios de ayer son inenarrables para nadie que no pertenezca al ala más derecha del PP. Por eso los telediarios van perdiendo audiencia frente a su competencia. Además de cortar repetidamente a la candidata de Bildu, Laura Mintegi, la realización se desvivió tanto por mostrar a todos los portavoces del PP que Feijóo, Basagoiti, Cospedal y Carlos Floriano se sucedían para repetir las mismas reacciones.
En Cataluña arrasó Salvados. En el resto de España, también, sólo amenazado por la serie Aída en Telecinco y la película Oceans Twelve (otra que se repite como las elecciones) en Antena 3.
Podría parecer una sucesión de anécdotas de la noche, pero creo que hay algo más profundo en las audiencias de ayer.
Jordi Évole se ha convertido en la voz de mucha gente. Un tipo normal, que pregunta y se fija en las cosas que sorprenden a mucha gente. Preguntas y observaciones con la profunda perspicacia del sentido común. Pero sobre todo, yendo al fondo de las cosas sin soberbia. A ras de suelo. Sin tópicos y argumentarios que envían los partidos a los tertulianos repetidos hasta la saciedad.
Los tertulianos aburren; su letanía es apta sólo para creyentes de uno u otro dogma. Los tertulianos distorsionan, se repiten tantos tópicos, medias mentiras, ignorancias y manipulaciones que el televidente acaba confuso y aturdido en algún país y alguna realidad que no es la que se asoma a la ventana de su salita de estar.
Évole es el Juan de Mairena de Twitter y la tele. La mirada y el discurso del ciudadano común, tirando a clase media baja. La calle. Y su aire fresco anuncia la necesidad de otra información política: seria, rigurosa, accesible, no contaminada por los intereses y el discurso de los partidos. Información para la gente sobre las cosas que de verdad importan, no de autoafirmación endogámica para el clan de políticos y periodistas.
Ya va siendo hora. No sólo en televisión.
Actualización | El debate sigue en Menéame y en un nuevo artículo
Los datos de la cobertura electoral: 1,7 millones en total, más unos pocos más en otras cadenas, contrastan con el récord de Salvados: 2,89 millones de audiencia y un 13,7% de cuota en prime time con el retrato y la entrevista a Artur Mas.
La política de los partidos. La política de esta España desencantada cada vez importa menos. Crece la abstención comicio a comicio y la audiencia da la espalda a la información política y a quienes informan y opinan.
No es para menos. TVE ayer daba pena. El lío de declaraciones de políticos fue fenomenal en medio de un panel de periodistas muy cuestionable, no sólo porque todos menos una, Anabel Díaz (El País), representaban posiciones y medios de derechas, sino porque con otra excepción, la del gallego Fernando Ónega, ninguno era experto ni en la política vasca ni en la gallega.
La televisión estatal de Julio Somoano se parece cada vez más a la lamentable Telemadrid, donde los comentarios de ayer son inenarrables para nadie que no pertenezca al ala más derecha del PP. Por eso los telediarios van perdiendo audiencia frente a su competencia. Además de cortar repetidamente a la candidata de Bildu, Laura Mintegi, la realización se desvivió tanto por mostrar a todos los portavoces del PP que Feijóo, Basagoiti, Cospedal y Carlos Floriano se sucedían para repetir las mismas reacciones.
En Cataluña arrasó Salvados. En el resto de España, también, sólo amenazado por la serie Aída en Telecinco y la película Oceans Twelve (otra que se repite como las elecciones) en Antena 3.
Podría parecer una sucesión de anécdotas de la noche, pero creo que hay algo más profundo en las audiencias de ayer.
Jordi Évole se ha convertido en la voz de mucha gente. Un tipo normal, que pregunta y se fija en las cosas que sorprenden a mucha gente. Preguntas y observaciones con la profunda perspicacia del sentido común. Pero sobre todo, yendo al fondo de las cosas sin soberbia. A ras de suelo. Sin tópicos y argumentarios que envían los partidos a los tertulianos repetidos hasta la saciedad.
Los tertulianos aburren; su letanía es apta sólo para creyentes de uno u otro dogma. Los tertulianos distorsionan, se repiten tantos tópicos, medias mentiras, ignorancias y manipulaciones que el televidente acaba confuso y aturdido en algún país y alguna realidad que no es la que se asoma a la ventana de su salita de estar.
Évole es el Juan de Mairena de Twitter y la tele. La mirada y el discurso del ciudadano común, tirando a clase media baja. La calle. Y su aire fresco anuncia la necesidad de otra información política: seria, rigurosa, accesible, no contaminada por los intereses y el discurso de los partidos. Información para la gente sobre las cosas que de verdad importan, no de autoafirmación endogámica para el clan de políticos y periodistas.
Ya va siendo hora. No sólo en televisión.
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Monday, October 08, 2012
TVE oculta la independencia en el Camp Nou
Telediario - 21 horas - 07/10/12
Fútbol y política están indisolublemente unidos. El Barça es más que un club. Lo sabe cualquiera que haya vivido en Cataluña o frecuentado su estadio. Para muchos aficionados, fútbol es fútbol, pero en este país, como en tantos otros, muchos clubes son el símbolo de todo tipo de pasiones más allá del deporte.El Camp Nou clamó ayer por la independencia en el partido de los partidos: el Barça-Real Madrid. Más política, historia, ideología y poder económico sobre el campo, imposible. Los saben quienes gritaron a favor de la independencia, por eso lo hicieron, y quienes denuncian esos gritos.
Hubo gritos, muchos. En el minuto 17.14 del primer y segundo tiempo, como fue una bandera todo el campo al comenzar el partido. Los ciudadanos deben juzgar. Pero es mala política y peor periodismo hurtar los hechos para mantener la ensoñación de un fútbol inmaculado o, mejor, para esconder la cabeza con aquel fuese, y no hubo nada cervantino que tan bien describe las hipocresías viejas de los oropeles de un poder agotado.
TVE volvió a amortiguar ayer en el Telediario 2 -no en el 24 Horas ni en RTVE.es- la crida independentista catalana, como en la manifestación del 11 de septiembre que acabó con el cese de una editora del telediario. No es nuevo, el silencio de los gritos antimonárquicos es ya un clásico en la televisión española. Que cada cual juzgue el grito, pero la televisión pública no tiene el derecho de censurarlo. Todo lo contrario, tiene la responsabilidad de informar. Dos frases en el telediario no son suficientes ante el grito de una parte de Cataluña con el presidente de la Generalitat en el palco y unas elecciones convocadas para lograr una mayoría soberanista.
No sé si a España, pero el derecho a la información lo rompe más el silencio y la manipulación que los independentistas. Mariano Rajoy es un presidente silente. Lo denuncia incluso la prensa extranjera. Pero sus intereses o estrategia política no deberían volver a convertir la televisión pública en pura propaganda. Volvemos por ese camino tras unos años de mayor independencia y responsabilidad en la televisión pública estatal. Los telediarios no deberían volver a ser los de la sentenciada manipulación de la era Aznar. Perdemos todos.
Thursday, September 27, 2012
El impacto del 25S en los medios
La información y la opinión sobre el #25S tuvo ganadores claros: los medios que más representaron los intereses y las afinidades políticas de los manifestantes y del público más crítico con el gobierno y los partidos. La escasez de medios afines a la izquierda concentró el interés en los más identificados con el ideario de los ciudadanos críticos. Entre los más beneficiados: elpais.com, el recién aparecido eldiario.es y La Sexta.
El interés informativo se distribuyó en todos los medios, pero impactó especialmente en los digitales y en las tertulias e informativos de la televisión. La retransmisión de vídeo en directo, en televisión y web, fue clave para aumentar la audiencia.
El País fue el más beneficiado de los grandes digitales, aunque El Mundo también atrajo el interés de los internautas y RTVE.es sacó provecho de su cobertura en directo, como se refleja en los datos de Alexa.
Entre los digitales más pequeños, Público.es y eldiario.es registraron las mayores subidas, que en el caso del recién aparecido dobló su audiencia respecto a los días anteriores. Menéame.net también concentró la atención de muchos con la recomendación de las noticias sobre la movilización.
En la televisión la ganadora fue La Sexta. Al rojo vivo, la tertulia de Antonio García Ferreras, disparó su audiencia hasta 570.000 espectadores, una cuota del 10,2%. El programa de La Sexta vuelve a rentabilizar las protestas como ya ocurrió con la huelga general o la información sobre los recortes del gobierno.
Los telediarios crecieron impulsados por el interés sobre la concentración y la emisión en directo de la manifestación ante el Congreso, especialmente las noticias de La Sexta, con un 10,1% de audiencia, más de 1,12 millones de espectadores, pero también lo hicieron los de TVE, Telecinco y Telemadrid.
Al otro lado del espectro político, los enojados con los manifestantes auparon la audiencia de El gato al agua, de Intereconomía, que superó los 600.000 seguidores y alcanzó un 3,4% de cuota.
El interés informativo se distribuyó en todos los medios, pero impactó especialmente en los digitales y en las tertulias e informativos de la televisión. La retransmisión de vídeo en directo, en televisión y web, fue clave para aumentar la audiencia.
El País fue el más beneficiado de los grandes digitales, aunque El Mundo también atrajo el interés de los internautas y RTVE.es sacó provecho de su cobertura en directo, como se refleja en los datos de Alexa.
Entre los digitales más pequeños, Público.es y eldiario.es registraron las mayores subidas, que en el caso del recién aparecido dobló su audiencia respecto a los días anteriores. Menéame.net también concentró la atención de muchos con la recomendación de las noticias sobre la movilización.
En la televisión la ganadora fue La Sexta. Al rojo vivo, la tertulia de Antonio García Ferreras, disparó su audiencia hasta 570.000 espectadores, una cuota del 10,2%. El programa de La Sexta vuelve a rentabilizar las protestas como ya ocurrió con la huelga general o la información sobre los recortes del gobierno.
Los telediarios crecieron impulsados por el interés sobre la concentración y la emisión en directo de la manifestación ante el Congreso, especialmente las noticias de La Sexta, con un 10,1% de audiencia, más de 1,12 millones de espectadores, pero también lo hicieron los de TVE, Telecinco y Telemadrid.
Al otro lado del espectro político, los enojados con los manifestantes auparon la audiencia de El gato al agua, de Intereconomía, que superó los 600.000 seguidores y alcanzó un 3,4% de cuota.
Wednesday, September 19, 2012
El hueco de eldiario.es
eldiario.es acaba de nacer, después de varios meses de preparación con el blog Zona Crítica, con un objetivo definido: ocupar el hueco de la información y la opinión para una audiencia de centroizquierda cansada de los medios tradicionales y de un periodismo obsecuente y demasiado limitado por intereses empresariales y por connivencias entre políticos y empresas periodísticas.
Es un espacio claro. Dependerá de sus profesionales y fundadores conseguirlo. La web liderada por Ignacio Escolar sigue la estela del Público original y aprende de los errores del diario de Jaume Roures y de los problemas estructurales de la prensa, agudizados por la crisis económica.
eldiario.es es una publicación política que aspira a capitalizar el enorme descontento ciudadano con la política partitocrática y el periodismo de salón y pasillo. La audiencia y el ambiente lo piden a gritos. De los periodistas del nuevo medio dependerá acertar con la fórmula y la información.
La base editorial y de audiencia de eldiario.es es clara. Otra cosa son sus posibilidades de negocio y sostenibilidad. Para asegurarlo, el nuevo medio pone en marcha algunas de las soluciones estratégicas utilizadas ya por otros medios en España y en todo el mundo y que aprenden de los problemas de su antecesor, Público.
El nuevo medio impulsado por Nacho Escolar y José Sanclemente apela al crowdfunding -financiación participativa- para implicar a su audiencia más fiel con una suscripción de cinco euros mensuales. Una solución similar a la de Vilaweb o a la de Praza Pública, con la diferencia de que en este último caso el medio es una fundación.
eldiario.es arranca con una redacción pequeña compuesta de periodistas/accionistas a la que suma colaboradores, freelances y la agregación de otros medios y colectivos que se unen para lograr mayor visibilidad y audiencia.
Sanclemente y su director gerente, Joan Checa, se ocuparán de llevar eldiario.es a productos impresos que al estilo del norteamericano Politico y tantos otros buscarán compensar en la publicidad del papel la falta de ingresos digitales suficientes para sostener una pequeña, flexible y ajustada estructura.
La otra clave de eldiario.es es la utilización de la marca personal de los periodistas como estructura redaccional y elemento de fidelización de la audiencia: el periodista como red social. A las páginas personales del propio equipo redaccional se unen las de colaboradores y blogueros, la mayoría de ellos ex colaboradores de Público.
eldiario.es es otro ejemplo de la evolución de los medios y su adaptación a las demandas de la audiencia y del mercado. Un paso en la capacidad de los periodistas para convertirse en sus propios editores en empresas con estructura pequeña y limitada, capaz de adaptarse a las necesidades y recursos de un mercado deflacionario y donde la rentabilidad está concentrada en los grandes medios.
La clave de eldiario.es será lograr la visibilidad suficiente, capitalizar el descontento político y hacerse un hueco en el mercado publicitario completado con otras fuentes de ingresos. Suerte, el futuro de los medios está cada vez más en manos de sus periodistas y su público más fiel.
Es un espacio claro. Dependerá de sus profesionales y fundadores conseguirlo. La web liderada por Ignacio Escolar sigue la estela del Público original y aprende de los errores del diario de Jaume Roures y de los problemas estructurales de la prensa, agudizados por la crisis económica.
eldiario.es es una publicación política que aspira a capitalizar el enorme descontento ciudadano con la política partitocrática y el periodismo de salón y pasillo. La audiencia y el ambiente lo piden a gritos. De los periodistas del nuevo medio dependerá acertar con la fórmula y la información.
La base editorial y de audiencia de eldiario.es es clara. Otra cosa son sus posibilidades de negocio y sostenibilidad. Para asegurarlo, el nuevo medio pone en marcha algunas de las soluciones estratégicas utilizadas ya por otros medios en España y en todo el mundo y que aprenden de los problemas de su antecesor, Público.
El nuevo medio impulsado por Nacho Escolar y José Sanclemente apela al crowdfunding -financiación participativa- para implicar a su audiencia más fiel con una suscripción de cinco euros mensuales. Una solución similar a la de Vilaweb o a la de Praza Pública, con la diferencia de que en este último caso el medio es una fundación.
eldiario.es arranca con una redacción pequeña compuesta de periodistas/accionistas a la que suma colaboradores, freelances y la agregación de otros medios y colectivos que se unen para lograr mayor visibilidad y audiencia.
Sanclemente y su director gerente, Joan Checa, se ocuparán de llevar eldiario.es a productos impresos que al estilo del norteamericano Politico y tantos otros buscarán compensar en la publicidad del papel la falta de ingresos digitales suficientes para sostener una pequeña, flexible y ajustada estructura.
La otra clave de eldiario.es es la utilización de la marca personal de los periodistas como estructura redaccional y elemento de fidelización de la audiencia: el periodista como red social. A las páginas personales del propio equipo redaccional se unen las de colaboradores y blogueros, la mayoría de ellos ex colaboradores de Público.
eldiario.es es otro ejemplo de la evolución de los medios y su adaptación a las demandas de la audiencia y del mercado. Un paso en la capacidad de los periodistas para convertirse en sus propios editores en empresas con estructura pequeña y limitada, capaz de adaptarse a las necesidades y recursos de un mercado deflacionario y donde la rentabilidad está concentrada en los grandes medios.
La clave de eldiario.es será lograr la visibilidad suficiente, capitalizar el descontento político y hacerse un hueco en el mercado publicitario completado con otras fuentes de ingresos. Suerte, el futuro de los medios está cada vez más en manos de sus periodistas y su público más fiel.
Tuesday, May 29, 2012
Crece la desconfianza en Europa y el capitalismo
Los españoles desconfían cada vez más del capitalismo como mejor régimen económico para vivir, el europeísmo pierde atractivo y no se confía en el gobierno de Rajoy para salir de la crisis. La política del desencanto y de la desconfianza se abren paso en una ciudadanía que considera excesivos los recortes y se queja de la corrupción. Son las principales conclusiones de un sondeo en varios países de Europa del norteamericano Pew Research Center.
Los resultados y la comparación con otros países revelan la tremenda insatisfacción de una ciudadanía que asiste asombrada a la sucesión de escándalos de la partitocracia y la plutocracia mientras se recortan las ventajas del estado del bienestar conseguidas los últimos años. En gran medida por los fondos europeos, pero también por un pacto social y político que se resquebraja por la desconfianza en una clase política incapaz, ajena a los problemas diarios, instalada en un sistema de poder donde las conexiones entre poder político y económico son vistas cada vez con más recelo.
Los españoles saben que hay que hacer esfuerzos y recortes en el gasto público y lo aceptan, pero no la ocultación, la corrupción y el escapismo propagandístico de los políticos en lugar de promover el necesario contrato social para una era de austeridad obligada.
En la crítica de los ciudadanos a la política y la economía de la crisis crece una indignación que busca respuestas, ideas y líderes más allá de la protesta en las calles. Durante mucho tiempo el proyecto europeo era la autopista al futuro y la salvaguarda de una mejor política. Esa idea cruje con la tensión de la crisis -económica, pero también política e institucional- y espera otra dirección para un futuro mejor.
En los gráficos se pueden apreciar las principales preocupaciones de los españoles y la diferencia con el resto de países, incluso con aquellos en peor situación como Grecia, Portugal o Italia.
Más de la mitad (52%) de los encuestados no creen que se viva mejor en el capitalismo y un 88% está insatisfecho con la dirección en la que se encamina el país. Tanto que en cinco años la confianza en la Unión Europa ha bajado 20 puntos, aunque todavía es mayoritaria. Todavía no estamos en el pelotón de los euroescépticos, pero la erosión es grande y el 65% está en contra de la política del Banco Central Europeo, sólo por debajo de Grecia (80%). Un malestar que esconde la desconfianza institucional contra el funcionamiento de una Europa sin unidad fiscal ni herramientas adecuadas para una crisis como la actual.
Un 56% de los encuestados se opone al control por Europa del presupuesto y las finanzas públicas.
El 43% cree que los recortes en el gasto público van demasiado lejos. Más de la mitad de los que se identifican de izquierdas están en contra, pero uno de cada tres en el centro y la derecha coinciden.
Lo que no cae es la admiración por Alemania y otros países como Gran Bretaña que son capaces de imponer sus políticas o decidirlas al margen de los designios europeos. En esa admiración, a la que se suma Francia. se esconde el anhelo por pertenecer al grupo de países fuertes de Europa. Un sueño vivido algunos de estos años anteriores y permanentemente alentado por los políticos como la ilusión de una país que no pesa en Europa tanto como desea.
España también es popular en el resto de Europa. Siete de cada diez entrevistados en los otros países tienen una opinión favorable.
Una imagen manchada por la corrupción. Los españoles (63%) ya casi alcanzamos a los italianos (65%) en la conciencia de habernos convertido en un país corrupto. Una opinión en contra que sobre todo comparten nuestros vecinos franceses (34%) y los alemanes (20%) y que se convierte en un nuevo obstáculo para la recuperación.
A la hora de identificar a los culpables, se señala más a los bancos que al gobierno, con el que los españoles son más benévolos que otros países, tanto los más castigados por la crisis como los más poderosos.
Y como en el caso de las encuestas españolas, la confianza en el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, es muy baja a pesar de llevar sólo seis meses en el cargo. Sólo el 45% de los encuestados creen que lo esté haciendo bien. Una desconfianza sólo igualada por la oposición y que constituye una impugnación a los grandes partidos.
La política de la desconfianza
Y Rajoy habló. Seis meses después de llegar a La Moncloa el presidente silente al fin convocó una rueda de prensa. No lo hizo por las protestas de los ciudadanos por los recortes del maltrecho estado de bienestar. Tampoco para explicar las contradicciones entre sus medidas y lo que defendía en la oposición. Ni para explicar su política de futuro o responder a la oposición. Rajoy ha hablado para los mercados. El presidente se levantó con el Financial Times señalando a Bankia como el insaciable monstruo de las galletas y acusando al gobierno de no consultar al Banco Central Europeo sobre el rescate. Antes del hundimiento en bolsa de Bankia y de que la prima de riesgo se disparase hasta los 513 puntos, el influyente diario de los mercados acusaba de nuevo: las necesidades de rescate de la banca podrían superar lo previsto en la última reforma De Guindos con sólo tres entidades solventes, BBVA, Santander y Sabadell.
Rajoy habló. "No va a haber ningún rescate de la banca española", afirmó. Pero los mercados siguieron desconfiando. El autoproclamado gobierno de la confianza se desinfla.
Nadie cree en un presidente que no da la cara en las peores horas del país. Y cuando lo hace habla desde la sede de su partido, repite declaraciones vacías, reconoce no saber cuánto dinero será necesario ni cómo se va a financiar cuando el interés se dispara al 6,50%, muy cerca del 7% que se consideró inasumible y provocó la intervención de Grecia, Portugal e Irlanda.
Cuando el presidente comparece como líder del PP, niega la relación del repunte de la deuda y el crecimiento del diferencial con Alemania con Bankia y las sospechas sobre los bancos españoles, no exige responsabilidades de los malos gestores y anuncia que no se perderá dinero público porque la entidad se recapitalizará mientras los analistas auguran un futuro muy complicado, la confianza se desvanece.
Bankia puede ser sistémica. Pero muchos ciudadanos creen que la sanidad y la educación lo son más. Cuando el gobierno no es capaz de explicar un rescate de 23.500 millones de euros con los que se podrían sufragar muchas políticas sociales y de crecimiento, la desconfianza desaparece.
La confianza se esfuma también de una oposición corresponsable en la mala gestión de las cajas de ahorro y los planes fracasados para sanear la banca.
La política de la desconfianza y el desencanto imperan. No sorprende que la desconfianza en Rajoy y su gobierno crezca en cada encuesta. Tampoco que Alfredo Pérez Rubalcaba y un PSOE heredero de los errores de sus últimos gobiernos no convenzan en los sondeos.
Los mercados son conversaciones e información. Cuando la información oficial no tiene credibilidad y los políticos mantienen su lucha partidista, nadie confía. El viernes despedimos la semana con una reunión opaca y sin acuerdo de Rajoy y Rubalcaba. El lunes el presidente del PP se dirigió a los mercados. La presidencia y el gobierno responsable y transparente prometidos siguen ausentes. Su voz no está ni en los consejos de ministros, ni en las reiteradas andanadas de Cospedal, ni en las extemporáneas manifestaciones de Esperanza Aguirre. La pitada de votantes y mercados se oye cada vez más fuerte.
Columna en Estrella Digital
Rajoy habló. "No va a haber ningún rescate de la banca española", afirmó. Pero los mercados siguieron desconfiando. El autoproclamado gobierno de la confianza se desinfla.
Nadie cree en un presidente que no da la cara en las peores horas del país. Y cuando lo hace habla desde la sede de su partido, repite declaraciones vacías, reconoce no saber cuánto dinero será necesario ni cómo se va a financiar cuando el interés se dispara al 6,50%, muy cerca del 7% que se consideró inasumible y provocó la intervención de Grecia, Portugal e Irlanda.
Cuando el presidente comparece como líder del PP, niega la relación del repunte de la deuda y el crecimiento del diferencial con Alemania con Bankia y las sospechas sobre los bancos españoles, no exige responsabilidades de los malos gestores y anuncia que no se perderá dinero público porque la entidad se recapitalizará mientras los analistas auguran un futuro muy complicado, la confianza se desvanece.
Bankia puede ser sistémica. Pero muchos ciudadanos creen que la sanidad y la educación lo son más. Cuando el gobierno no es capaz de explicar un rescate de 23.500 millones de euros con los que se podrían sufragar muchas políticas sociales y de crecimiento, la desconfianza desaparece.
La confianza se esfuma también de una oposición corresponsable en la mala gestión de las cajas de ahorro y los planes fracasados para sanear la banca.
La política de la desconfianza y el desencanto imperan. No sorprende que la desconfianza en Rajoy y su gobierno crezca en cada encuesta. Tampoco que Alfredo Pérez Rubalcaba y un PSOE heredero de los errores de sus últimos gobiernos no convenzan en los sondeos.
Los mercados son conversaciones e información. Cuando la información oficial no tiene credibilidad y los políticos mantienen su lucha partidista, nadie confía. El viernes despedimos la semana con una reunión opaca y sin acuerdo de Rajoy y Rubalcaba. El lunes el presidente del PP se dirigió a los mercados. La presidencia y el gobierno responsable y transparente prometidos siguen ausentes. Su voz no está ni en los consejos de ministros, ni en las reiteradas andanadas de Cospedal, ni en las extemporáneas manifestaciones de Esperanza Aguirre. La pitada de votantes y mercados se oye cada vez más fuerte.
Columna en Estrella Digital
Monday, May 21, 2012
Transparencia sin confianza
La ley de transparencia y buen gobierno ya está lista para su envío a las Cortes. El Consejo de Ministros publicaba los cambios recogidos de la consulta pública junto a los resultados del Consejo de Política Fiscal y Financiera, “un auténtico pacto de Estado” para reducir el déficit, según la triunfante declaración de la vicetodo Soraya Sáenz de Santamaría. Pero poco más tarde se conocía que Madrid, Valencia y Castilla y León incumplían el déficit comprometido. El déficit del Estado pasa del 8,5 al 8,9% del PIB pese a lo anunciado hasta entonces.
A los responsables de la mala gestión y del ocultamiento de los datos no se les podrán aplicar las sanciones previstas en la nueva ley de transparencia, pero gobierno y PP vuelven a demostrar que la transparencia sin confianza no es suficiente.
Este es el gobierno de la desconfianza. Empezó acusando al ejecutivo anterior de todos los males del país y mantiene el discurso de la catastrófica “herencia recibida” con un curioso juicio selectivo. La desviación de los ingresos es ocultamiento para el gobierno de Zapatero y las comunidades autónomas gobernadas por los socialistas, pero no cuando gobierna Esperanza Aguirre o el PP de la Comunidad Valenciana.
La ley de transparencia se presenta sin fiarse del comité de expertos formado para asesorar sobre el proyecto. El gobierno se apresura a cerrar trámites cuando sólo se ha celebrado una reunión de ese comité y antes de recibir sus recomendaciones.
Algo más se han fiado de la consulta pública sobre la ley. Pero no lo suficiente para publicar las 3.700 recomendaciones realizadas. Tampoco para recoger sugerencias como reconocer el acceso a la información pública como derecho fundamental, incluir a la Casa Real en la transparencia, el proceso legislativo, la actividad y contactos de los cargos públicos o las cuentas de todos los financiados con dinero público: partidos políticos, sindicatos y demás instituciones.
Rajoy y sus ministros no se fían de la oposición. Obstaculizan su trabajo legislativo gobernando permanentemente por decreto ley y acusan a cualquiera que se oponga a sus designios de poner en riesgo la recuperación económica.
El gobierno desconfía del apoyo europeo y no se fía siquiera de los ciudadanos, a los que intenta reducir su derecho a protestar criminalizando y descalificando cualquier disensión. Rajoy y su gobierno no se fían ni de los suyos. En el texto de la ley de transparencia anida una visión restrictiva del derecho a la información, que comparte con el frustrado proyecto del gobierno Zapatero, y un código de buen gobierno demasiado aferrado a la urgencia de la crisis y a los dogmas de una política económica que no es la única posible, por mucho que la propaganda instale esa falsa certeza.
Aguirre, Fabra o Herrera no serán sancionados por la desviación presupuestaria ni por el ocultamiento de los datos. Que el secretario de Estado de Administraciones Públicas, Antonio Beteta, presuma de transparencia después de apretar a Asturias o Andalucía en el Consejo Fiscal y no hacerlo con las comunidades del PP incumplidoras es una desfachatez. Más viniendo del que ha sido responsable de la cuentas madrileñas.
A pesar de la permanente alusión de Rajoy, su gobierno y los líderes del PP a su seriedad y supuesta confianza, su conducta y acciones muestran porqué sospecha Europa y los ciudadanos recelan cada vez más de un gobierno que siempre acusa y hace de la desconfianza un principio de su política.
Columna en Estrella Digital
A los responsables de la mala gestión y del ocultamiento de los datos no se les podrán aplicar las sanciones previstas en la nueva ley de transparencia, pero gobierno y PP vuelven a demostrar que la transparencia sin confianza no es suficiente.
Este es el gobierno de la desconfianza. Empezó acusando al ejecutivo anterior de todos los males del país y mantiene el discurso de la catastrófica “herencia recibida” con un curioso juicio selectivo. La desviación de los ingresos es ocultamiento para el gobierno de Zapatero y las comunidades autónomas gobernadas por los socialistas, pero no cuando gobierna Esperanza Aguirre o el PP de la Comunidad Valenciana.
La ley de transparencia se presenta sin fiarse del comité de expertos formado para asesorar sobre el proyecto. El gobierno se apresura a cerrar trámites cuando sólo se ha celebrado una reunión de ese comité y antes de recibir sus recomendaciones.
Algo más se han fiado de la consulta pública sobre la ley. Pero no lo suficiente para publicar las 3.700 recomendaciones realizadas. Tampoco para recoger sugerencias como reconocer el acceso a la información pública como derecho fundamental, incluir a la Casa Real en la transparencia, el proceso legislativo, la actividad y contactos de los cargos públicos o las cuentas de todos los financiados con dinero público: partidos políticos, sindicatos y demás instituciones.
Rajoy y sus ministros no se fían de la oposición. Obstaculizan su trabajo legislativo gobernando permanentemente por decreto ley y acusan a cualquiera que se oponga a sus designios de poner en riesgo la recuperación económica.
El gobierno desconfía del apoyo europeo y no se fía siquiera de los ciudadanos, a los que intenta reducir su derecho a protestar criminalizando y descalificando cualquier disensión. Rajoy y su gobierno no se fían ni de los suyos. En el texto de la ley de transparencia anida una visión restrictiva del derecho a la información, que comparte con el frustrado proyecto del gobierno Zapatero, y un código de buen gobierno demasiado aferrado a la urgencia de la crisis y a los dogmas de una política económica que no es la única posible, por mucho que la propaganda instale esa falsa certeza.
Aguirre, Fabra o Herrera no serán sancionados por la desviación presupuestaria ni por el ocultamiento de los datos. Que el secretario de Estado de Administraciones Públicas, Antonio Beteta, presuma de transparencia después de apretar a Asturias o Andalucía en el Consejo Fiscal y no hacerlo con las comunidades del PP incumplidoras es una desfachatez. Más viniendo del que ha sido responsable de la cuentas madrileñas.
A pesar de la permanente alusión de Rajoy, su gobierno y los líderes del PP a su seriedad y supuesta confianza, su conducta y acciones muestran porqué sospecha Europa y los ciudadanos recelan cada vez más de un gobierno que siempre acusa y hace de la desconfianza un principio de su política.
Columna en Estrella Digital
Wednesday, May 09, 2012
La política del desencanto
Los ciudadanos suspenden a toda la clase política. Ni uno sólo de los líderes políticos aprueba en la última encuesta del CIS. El presidente Rajoy sufre el desgaste de los recortes y de su silencio: baja siete décimas hasta 3,84 puntos, por debajo de Rosa Díez (4,47) y de Rubalcaba (4,11). Ni un aprobado para los ministros y la descalificación de su política por el 48,3%, que tampoco aprueba a la oposición y considera fracasada la reciente huelga general.
El hastío de una política que no funciona para superar los problemas ciudadanos amenaza con la pasividad a pesar del ruido en internet y las redes sociales cuando ya se prepara el #12M.
Pero una nueva brecha política aparece. Mientras crece la indignación contra los gobiernos por la gestión de la crisis y cae el voto para los partidos mayoritarios, una gran parte de los ciudadanos se alejan cada vez más de la participación política activa. Resultado: el crecimiento de movimientos y opciones de protesta, como acaba de suceder en Grecia, Francia o Italia, pero también el alejamiento de la información y el compromiso político.
Menos de una cuarta parte de los encuestados por el CIS han participado en manifestaciones, actos políticos, huelgas o recogidas de firmas. La política se hace privada y se comenta entre amigos y familiares (más de la mitad de las respuestas), un indicativo de que esa participación puede aumentar en la privacidad publicada de las redes sociales, pero el compromiso y el activismo de los ciudadanos es bajo.
Cae incluso el interés por la información política. A pesar de la movilización y la discusión en internet contra los recortes del gobierno, la reforma laboral (rechazada por el 32,8% de los encuestados), sólo un 6,5% se declara participativo en sitios políticos en internet. Una tendencia de abandono de la información política que se aprecia en los dos últimos años.
Una nueva brecha digital se abre entre una ciberciudadanía muy activa y crítica en internet y el resto de sus paisanos. Quizá sea el exceso de activismo del clic, pero las ideas y movilizaciones digitales no parecen calar en la mayoría de la población.
Los partidos son sordos a la política de las redes. Sólo la escuchan cuando refuerzan su propaganda. Una parte de la ciudadanía, parece que también. Quizá la impugnación de la democracia formal y las instituciones del activismo digital acecha también a una mayoría de los ciudadanos, atrapados en esa política del miedo que atrapa a muchos en la pasividad.
Romper esa brecha es un objetivo clave de la nueva política porque como en otros ámbitos existe un excedente democrático y político en las redes que no se está aprovechando. Hay mucha gente, muchas ideas y mucha acción que debería convertirse en más que un clic, un like o un tuiteo.
Columna completa en Estrella Digital
El hastío de una política que no funciona para superar los problemas ciudadanos amenaza con la pasividad a pesar del ruido en internet y las redes sociales cuando ya se prepara el #12M.
Pero una nueva brecha política aparece. Mientras crece la indignación contra los gobiernos por la gestión de la crisis y cae el voto para los partidos mayoritarios, una gran parte de los ciudadanos se alejan cada vez más de la participación política activa. Resultado: el crecimiento de movimientos y opciones de protesta, como acaba de suceder en Grecia, Francia o Italia, pero también el alejamiento de la información y el compromiso político.
Menos de una cuarta parte de los encuestados por el CIS han participado en manifestaciones, actos políticos, huelgas o recogidas de firmas. La política se hace privada y se comenta entre amigos y familiares (más de la mitad de las respuestas), un indicativo de que esa participación puede aumentar en la privacidad publicada de las redes sociales, pero el compromiso y el activismo de los ciudadanos es bajo.
Cae incluso el interés por la información política. A pesar de la movilización y la discusión en internet contra los recortes del gobierno, la reforma laboral (rechazada por el 32,8% de los encuestados), sólo un 6,5% se declara participativo en sitios políticos en internet. Una tendencia de abandono de la información política que se aprecia en los dos últimos años.
Una nueva brecha digital se abre entre una ciberciudadanía muy activa y crítica en internet y el resto de sus paisanos. Quizá sea el exceso de activismo del clic, pero las ideas y movilizaciones digitales no parecen calar en la mayoría de la población.
Los partidos son sordos a la política de las redes. Sólo la escuchan cuando refuerzan su propaganda. Una parte de la ciudadanía, parece que también. Quizá la impugnación de la democracia formal y las instituciones del activismo digital acecha también a una mayoría de los ciudadanos, atrapados en esa política del miedo que atrapa a muchos en la pasividad.
Romper esa brecha es un objetivo clave de la nueva política porque como en otros ámbitos existe un excedente democrático y político en las redes que no se está aprovechando. Hay mucha gente, muchas ideas y mucha acción que debería convertirse en más que un clic, un like o un tuiteo.
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Tuesday, May 08, 2012
Una ciudadanía poco participativa en política
El barómetro de abril del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS, pdf) muestra un cansancio y un repudio claro de los políticos. Ninguno de los líderes políticos aprueba y tampoco ninguno de los miembros del gobierno. Vivimos en un país donde toda la clase política suspende en valoración de la ciudadanía. Pero ese hastío no parece traducirse en una gran participación política: una resignación que impide el cambio y no exige una política más responsable.
Menos de una cuarta parte de los encuestados han participado el último año en una manifestación (21,2%), han firmado una petición (22%) o han participado en una huelga (18,8%).
Y un dato preocupante que vuelve a mostrar la distancia entre la política real y las redes: sólo un 6,5% han participado en algún blog, foro o grupo de discusión política. El CIS no aclara si en esta pregunta se incluyen formas de participación más amplias como la discusión política en Twitter o Facebook, pero la tendencia es preocupante.
En el barómetro de octubre de 2011 (pdf), sólo el 24,2% de los ciudadanos confesaban informarse de la política en internet con cierta asiduidad. Muy por debajo del casi 92% que ven los telediarios o escuchan la radio con frecuencia y del 48,5% que leen las secciones políticas de los diarios.
Si retrocedemos más hasta abril de 2010 (pdf), el consumo de información política ha bajado. Entonces el 27% se informaban de política en internet y el 51% lo hacían en la prensa.
El agotamiento y la desilusión política no parece canalizarse a la búsqueda de nuevas ideas o de otras voces. Una opinión general que contrasta con la impresión de muchos internautas, volcados en la red como espacio público de discusión e información política principal.
Si esta tendencia se confirma surge una nueva brecha digital y una falta de ideas y movilización preocupante para el futuro de una democracia informada y activa.
Saturday, April 28, 2012
Política en las redes: ni olvido ni silencio
El ministro De Guindos no citó al IVA al anunciar la próxima subida de impuestos, pero internet se incendió imparable y a los pocos minutos la palabra silenciada ya era trending topic en las redes sociales. Las fotos y la campaña del PP de hace dos años contra la subida del IVA corren por internet junto a las numerosas promesas de no subir el impuesto al consumo. Las hemerotecas están vivas y no dejan mentir ni engañar. Hace tiempo que internet es un gran archivo donde no hay derecho al olvido. La transparencia radical que impone cambia la agenda, los políticos ya no son impunes al tiempo real ni a la crítica en las redes. El tiempo del control de los mensajes ha pasado, quizá por eso arrecian los intentos de controlar internet.
Columna completa en Estrella Digital
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Thursday, April 19, 2012
Patagonia
Autocensura. La TVE asediada por un gobierno hostil, quejoso de su tratamiento informativo, cancela el capítulo Patagonia de la serie Españoles en el mundo. El recelo no ha podido con el recuerdo de Santa Cruz, corazón de esa tierra y donde Cristina y Néstor Kirchner forjaron sus carreras políticas. Un programa pensado para mostrar a la gente y cómo vive entre otros sucumbe a la desconfianza y el exceso de celo. La gente, argentinos y españoles que tanta sangre, lazos, familias, historias y pasiones compartimos, es víctima del patriotismo y los desplantes de la expropiación de YPF. Sobran gestos grandilocuentes, propaganda y censuras que convierten un conflicto económico en una brecha entre personas.
Cristina Kirchner es mujer de gestos y frases extremadamente cuidadas. Al anunciar la expropiación de la petrolera levantó un frasquito de petróleo centenario, extraído de los primeros pozos argentinos, rematado con la bandera argentina como lazo. A su lado, algunos ministros jaleaban y aplaudían como cuando Riquelme levanta La Bombonera en una jugada de Boca. Un anuncio, un gesto emotivo y un desplante: el gráfico en trompa de elefante de las miserias energéticas.
El gobierno Rajoy se siente agredido, España atacada. Anuncia medidas contundentes, de esas que la secular práctica diplomática aconseja tomar con respaldo de otros y no anunciar. Las tertulias se incendian con la llama del combustible negro.
Mercedes, Miguel, Isabel o Manuel siguen contando su historia patagónica en la web. Para quien quiera verlos, en España, Argentina o donde sea. Más allá de los gobiernos, las empresas y los conflictos políticos y económicos está la gente, la que se reconoce, encuentra y entiende sin los grandes gestos que tanto suelen ocultar.
Latinoamérica sufre el castigo de la falta de solidaridad. Un divorcio ancestral entre parte de su población más rica, viejos criollos, y el pueblo. Cristina y Repsol pasarán. Tenemos la memoria común, la vida y tantos sentimientos. Dejar que la censura y la propaganda nos separen es un mal mucho peor que las desdichas de Repsol.
Columna en los diarios de Vocento
Cristina Kirchner es mujer de gestos y frases extremadamente cuidadas. Al anunciar la expropiación de la petrolera levantó un frasquito de petróleo centenario, extraído de los primeros pozos argentinos, rematado con la bandera argentina como lazo. A su lado, algunos ministros jaleaban y aplaudían como cuando Riquelme levanta La Bombonera en una jugada de Boca. Un anuncio, un gesto emotivo y un desplante: el gráfico en trompa de elefante de las miserias energéticas.
El gobierno Rajoy se siente agredido, España atacada. Anuncia medidas contundentes, de esas que la secular práctica diplomática aconseja tomar con respaldo de otros y no anunciar. Las tertulias se incendian con la llama del combustible negro.
Mercedes, Miguel, Isabel o Manuel siguen contando su historia patagónica en la web. Para quien quiera verlos, en España, Argentina o donde sea. Más allá de los gobiernos, las empresas y los conflictos políticos y económicos está la gente, la que se reconoce, encuentra y entiende sin los grandes gestos que tanto suelen ocultar.
Latinoamérica sufre el castigo de la falta de solidaridad. Un divorcio ancestral entre parte de su población más rica, viejos criollos, y el pueblo. Cristina y Repsol pasarán. Tenemos la memoria común, la vida y tantos sentimientos. Dejar que la censura y la propaganda nos separen es un mal mucho peor que las desdichas de Repsol.
Columna en los diarios de Vocento
Monday, April 16, 2012
El rey, Rajoy y la fragilidad de los líderes
El rey cazando elefantes. Pocas imágenes con mayor simbolismo: el representante de una institución agotada matando animales en extinción. Rajoy bajo el síndrome de La Moncloa poco después de cumplir cien días en la presidencia, silente como siempre, escapando de los periodistas en el Senado. Incapaz de explicar y defender sus recortes económicos a los ciudadanos después de que sólo se le oyera gritar en los mítines andaluces para defender a un candidato defenestrado. La oposición socialista, inútil, atrapada por los errores de los mandatos de Zapatero y con un líder que es sólo pasado. Las grandes empresas, aferradas a un mercado en recesión, agarrándose al desmonte de los reguladores para sostener sus privilegios y posición. La mayoría, lejos de sus clientes, a los que cuidan sólo cuando la competencia aprieta.
Hacen falta otros líderes y nuevas ideas. Frente a la historia, el dominio de los mercados o el convencimiento ideológico, mejor los capaces de escuchar la pluralidad de voces que reclaman una nueva política y otra inteligencia.
Columna completa en Estrella Digital
Monday, March 19, 2012
Exceso de hashtags
Todo tiene una etiqueta (hashtag) en las redes sociales. Twitter y Facebook se llenan de ellas. Los jóvenes franceses apelan a la #frenchrevolution emulando a la #spanishrevolution olvidada y sepultada por la crisis y la partitocracia. Los diarios titulan con etiquetas como #nimileuristas para promover sus informaciones y una campaña como #stopKony ha reavivado la larga discusión sobre el idealismo humanitario.
Cuando en la dura vida real todo parece gobernado por el mercado (otra ilusión), en las redes sociales el slacktivism o clictivismo propio de los activistas de Me gusta y retuiteo se impone. La red se llena de pintadas con el mínimo esfuerzo de un clic, pero a pesar de las promesas de información y movimientos cívicos, el vídeo y la política del poder siguen mandando.
Columna completa en Estrella Digital
Cuando en la dura vida real todo parece gobernado por el mercado (otra ilusión), en las redes sociales el slacktivism o clictivismo propio de los activistas de Me gusta y retuiteo se impone. La red se llena de pintadas con el mínimo esfuerzo de un clic, pero a pesar de las promesas de información y movimientos cívicos, el vídeo y la política del poder siguen mandando.
Columna completa en Estrella Digital
Tuesday, February 21, 2012
El espejismo cosmopolita: censura, globalización y control 2.0
Una coalición universal contra la censura. Es el reclamo del Committe to Protect Journalists (CPJ), una de las grandes organizaciones de la libertad de expresión. Una ciudadanía libre y el libre flujo de información son esenciales para la política, la economía y la sociedad del conocimiento. Pero las barreras nacionales son muy fuertes y no existe todavía un cosmopolitismo realista (Ulrich Beck) capaz de asegurar un sistema universal de derechos y normas procesales para una sociedad abierta.
La llamada del CPJ coincide con una reflexión de Dani Rodrik sobre el mito de la irrelevancia del estado nación. De nuevo emergente cuando la crisis aprieta, los gobiernos se encastillan en la gestión interna y los ciudadanos reclaman derechos y garantías al único ente político capaz de garantizarlos: el estado nacional
La crisis de gobernanza europea y la incapacidad de la globalización para regular los mercados para asegurar el crecimiento y una salida ordenada de la crisis hacen volver las miradas al interés nacional, que Rodrik ejemplifica en la actitud alemana, hipertrofiada en la política de Angela Merkel.
"El liberalismo (laissez-faire) y la tecnocracia internacional no ofrecen una alternativa plausible al estado nación", afirma el economista, que denuncia como Beck "la ausencia de mecanismos viables de gobernanza global".
Pero la sociedad abierta también se discute en el otro gran espacio de la globalización: internet. Es en el espacio público digital donde el CPJ defiende la libertad frente a la censura. Una amenaza que se extiende cuando las empresas digitales que concentran las opiniones, información, contenidos y datos de los usuarios se deben someter a las leyes nacionales, a menudo por debajo del mínimo de derechos y libertad cosmopolita.
Es la paradoja de Twitter o Facebook, espacios de libertad para los usuarios sometidos a legislaciones a menudo restrictivas. Pero también un espacio público en manos y con intereses privados, lo que llamo el control 2.0, al que se el neofeudalismo digital, atrapada en el negocio de las relaciones sociales y su tendencia a la endogamia y al estrechamiento de las ideas y el debate público.
Esther Dyson vuelve sobre el peligro de la parcelación de internet por las aplicaciones, las plataformas y redes sociales, pero también por un sistema fragmentado e hipercomercializado de los nuevos dominios (URL). Concluye a favor de la elección de los usuarios y las opciones de una oferta de larga cola para cada necesidad.
Pero Dyson olvida que la elección necesita un sistema de valores y un mínimo de conocimientos y derechos para equilibrar las necesidades de oferta y demanda. Asentar esos sistemas es esencial para que la sociedad del conocimiento no sea sólo una sociedad del rumor, en acerada crítica de Daniel Innerarity.
De lo contrario en lo político y lo económico resurge un nacionalismo introvertido donde los ciudadanos buscan refugio (efecto cocoon), y en las redes y los medios de comunicación aumenta la endogamia en busca de afinidades y no de reflexión y debate crítico.
El resultado es el cosmopolitismo banal denostado por Beck. Un sistema de creencias, relaciones y política donde la ilusión de la globalización produce un placebo de libertad y debate crítico a menudo incapaz de gestionar de forma creativa y productiva las crisis.
Quizá por eso sea tan difícil formar y hacer efectivos esa base de derechos y garantías individuales y sociales que sean el tejido mínimo de la sociedad global.
A la resistencia de los poderes nacionales políticos y económicos -aunque se desarrollen un mercado supercapitalista global, pero siempre con raigambre y origen nacional-, se une la lentitud e ineficacia de la política para hacer frente a los desafíos y la evolución tecnológica y económica.
La solución a esa ineficacia política no pasa por otra ilusión, la tecnocrática, sino por una gestión del conocimiento distribuido que garantice y respete esos derechos y sistemas universales tan citados pero tan poco realizados en la práctica.
Los medios y el periodismo tienen un papel esencial en esa defensa. La información y el debate crítico deben ser los tiradores que expanden y fundamentan el debate social en las redes al mismo tiempo que deben fijarse más en los bordes de ese sistema para salir de su propia endogamia.
En ese sentido debería leerse la llamada a una coalición cosmopolita -que a diferencia de la globalización incluye el nacionalismo no excluyente- contra la censura. Hace falta ampliarla a una coalición cívica por la libertad, los derechos y la crítica (ahora que el posmodernismo ha acabado con la razón) para que una gestión eficaz del conocimiento y la ciudadanía distribuidos (las múltiples identidades de Amartya Sen o las identidades de dominio público digitales) produzca nuevos sistemas ciudadanos, políticos y económicos donde los males de una globalización imperfecta y asimétrica no acaben haciendo sufrir a ciudadanos atrapados entre el recortado estado nación y los paraísos artificiales del neofeudalismo digital.
Los dos son parte del imaginario de la burguesía proletarizada (Zizek), atrapada por el síndrome del nuevo rico: sometido al hiperconsumo e incapaz de producir la suficiente riqueza para sostenerlo sin que las burbujas estallen.
Innovación social, gestión del procomún, territorios y sistemas inteligentes unidos a valores universales son cada vez más necesarios si queremos generar alternativas que no vuelvan a confundir la ideología con las certezas.
La llamada del CPJ coincide con una reflexión de Dani Rodrik sobre el mito de la irrelevancia del estado nación. De nuevo emergente cuando la crisis aprieta, los gobiernos se encastillan en la gestión interna y los ciudadanos reclaman derechos y garantías al único ente político capaz de garantizarlos: el estado nacional
La crisis de gobernanza europea y la incapacidad de la globalización para regular los mercados para asegurar el crecimiento y una salida ordenada de la crisis hacen volver las miradas al interés nacional, que Rodrik ejemplifica en la actitud alemana, hipertrofiada en la política de Angela Merkel.
"El liberalismo (laissez-faire) y la tecnocracia internacional no ofrecen una alternativa plausible al estado nación", afirma el economista, que denuncia como Beck "la ausencia de mecanismos viables de gobernanza global".
Pero la sociedad abierta también se discute en el otro gran espacio de la globalización: internet. Es en el espacio público digital donde el CPJ defiende la libertad frente a la censura. Una amenaza que se extiende cuando las empresas digitales que concentran las opiniones, información, contenidos y datos de los usuarios se deben someter a las leyes nacionales, a menudo por debajo del mínimo de derechos y libertad cosmopolita.
Es la paradoja de Twitter o Facebook, espacios de libertad para los usuarios sometidos a legislaciones a menudo restrictivas. Pero también un espacio público en manos y con intereses privados, lo que llamo el control 2.0, al que se el neofeudalismo digital, atrapada en el negocio de las relaciones sociales y su tendencia a la endogamia y al estrechamiento de las ideas y el debate público.
Esther Dyson vuelve sobre el peligro de la parcelación de internet por las aplicaciones, las plataformas y redes sociales, pero también por un sistema fragmentado e hipercomercializado de los nuevos dominios (URL). Concluye a favor de la elección de los usuarios y las opciones de una oferta de larga cola para cada necesidad.
Pero Dyson olvida que la elección necesita un sistema de valores y un mínimo de conocimientos y derechos para equilibrar las necesidades de oferta y demanda. Asentar esos sistemas es esencial para que la sociedad del conocimiento no sea sólo una sociedad del rumor, en acerada crítica de Daniel Innerarity.
De lo contrario en lo político y lo económico resurge un nacionalismo introvertido donde los ciudadanos buscan refugio (efecto cocoon), y en las redes y los medios de comunicación aumenta la endogamia en busca de afinidades y no de reflexión y debate crítico.
El resultado es el cosmopolitismo banal denostado por Beck. Un sistema de creencias, relaciones y política donde la ilusión de la globalización produce un placebo de libertad y debate crítico a menudo incapaz de gestionar de forma creativa y productiva las crisis.
Quizá por eso sea tan difícil formar y hacer efectivos esa base de derechos y garantías individuales y sociales que sean el tejido mínimo de la sociedad global.
A la resistencia de los poderes nacionales políticos y económicos -aunque se desarrollen un mercado supercapitalista global, pero siempre con raigambre y origen nacional-, se une la lentitud e ineficacia de la política para hacer frente a los desafíos y la evolución tecnológica y económica.
La solución a esa ineficacia política no pasa por otra ilusión, la tecnocrática, sino por una gestión del conocimiento distribuido que garantice y respete esos derechos y sistemas universales tan citados pero tan poco realizados en la práctica.
Los medios y el periodismo tienen un papel esencial en esa defensa. La información y el debate crítico deben ser los tiradores que expanden y fundamentan el debate social en las redes al mismo tiempo que deben fijarse más en los bordes de ese sistema para salir de su propia endogamia.
En ese sentido debería leerse la llamada a una coalición cosmopolita -que a diferencia de la globalización incluye el nacionalismo no excluyente- contra la censura. Hace falta ampliarla a una coalición cívica por la libertad, los derechos y la crítica (ahora que el posmodernismo ha acabado con la razón) para que una gestión eficaz del conocimiento y la ciudadanía distribuidos (las múltiples identidades de Amartya Sen o las identidades de dominio público digitales) produzca nuevos sistemas ciudadanos, políticos y económicos donde los males de una globalización imperfecta y asimétrica no acaben haciendo sufrir a ciudadanos atrapados entre el recortado estado nación y los paraísos artificiales del neofeudalismo digital.
Los dos son parte del imaginario de la burguesía proletarizada (Zizek), atrapada por el síndrome del nuevo rico: sometido al hiperconsumo e incapaz de producir la suficiente riqueza para sostenerlo sin que las burbujas estallen.
Innovación social, gestión del procomún, territorios y sistemas inteligentes unidos a valores universales son cada vez más necesarios si queremos generar alternativas que no vuelvan a confundir la ideología con las certezas.
Friday, December 30, 2011
El presidente irresponsable
Mariano Rajoy sigue en silencio. En su segundo Consejo de Ministros, donde se han aprobado la mayoría de los recortes de gasto público anunciados, subidas de impuestos negadas durante la campaña electoral y otras medidas polémicas como el reglamento de la ley Sinde, Mariano Rajoy ni ha asomado la cabeza para explicarse ante los ciudadanos y los periodistas.
Un presidente en silencio que más parece escondido. Rajoy se ha distinguido en la oposición por no contestar preguntas, ni de los periodistas ni de nadie. Hoy tocaba. La vicetodo Sáenz de Santamaria ha acusado al gobierno de Zapatero de mentir y rebajar el déficit cuando hace un mes que se realiza el traspaso de poderes y varios estudios adelantaban la estimación con la que el gobierno Rajoy justifica sus subidas de impuestos. Una medida a la que se han opuesto desde la oposición. Santamaría se olvidó de comentar la responsabilidad de las comunidades autónomas, empezando por las gobernadas por el PP, en la desviación.
Muchos recortes, ninguna medida para estimular el crecimiento, como tanto prometía el ahora presidente desde la oposición. Empieza con los mismos errores que recriminaba a Zapatero.
La ley Sinde sí ha sido aprobada, igual que el fin del canon digital, que será sustituido por otra compensación de derechos de autor, como recogía el programa del PP y adelantaron el ministro Wert y el secretario de Cultura, José María Lassalle. En este área tampoco se oyó ni una medida para el desarrollo de la cultura y la industria digital.
Demasiadas medidas y muy pocas respuestas. No es momento de un presidente agazapado tras los cortinajes de La Moncloa. Es hora de gobernantes que den la cara.
El PP y el gobierno siguen presumiendo de decir la verdad a los españoles, cara a cara, como repitió la vicetodo. Un presidente escondido no es un presidente fiable. Rajoy no puede seguir siendo el perfecto irresponsable.
Un presidente en silencio que más parece escondido. Rajoy se ha distinguido en la oposición por no contestar preguntas, ni de los periodistas ni de nadie. Hoy tocaba. La vicetodo Sáenz de Santamaria ha acusado al gobierno de Zapatero de mentir y rebajar el déficit cuando hace un mes que se realiza el traspaso de poderes y varios estudios adelantaban la estimación con la que el gobierno Rajoy justifica sus subidas de impuestos. Una medida a la que se han opuesto desde la oposición. Santamaría se olvidó de comentar la responsabilidad de las comunidades autónomas, empezando por las gobernadas por el PP, en la desviación.
Muchos recortes, ninguna medida para estimular el crecimiento, como tanto prometía el ahora presidente desde la oposición. Empieza con los mismos errores que recriminaba a Zapatero.
La ley Sinde sí ha sido aprobada, igual que el fin del canon digital, que será sustituido por otra compensación de derechos de autor, como recogía el programa del PP y adelantaron el ministro Wert y el secretario de Cultura, José María Lassalle. En este área tampoco se oyó ni una medida para el desarrollo de la cultura y la industria digital.
Demasiadas medidas y muy pocas respuestas. No es momento de un presidente agazapado tras los cortinajes de La Moncloa. Es hora de gobernantes que den la cara.
El PP y el gobierno siguen presumiendo de decir la verdad a los españoles, cara a cara, como repitió la vicetodo. Un presidente escondido no es un presidente fiable. Rajoy no puede seguir siendo el perfecto irresponsable.
Thursday, December 29, 2011
Menos fotos en el Congreso
El Congreso amenaza: los periodistas gráficos deberán respetar los derechos fundamentales de los diputados. Una instrucción intenta evitar fotografías de apuntes, ordenadores, móviles y otras herramientas del trabajo legislativo. Para hacerlo prohíbe tomar fotos en el Congreso si no se está acreditado. Fin de las fotos en las redes sociales de diputados y periodistas no gráficos. La decisión refuerza el derecho a la intimidad de los diputados, pero abre un debate sobre el interés público, la transparencia de los políticos y el uso de herramientas como los móviles y ordenadores que combinan comunicación pública como el uso de redes sociales, medios de comunicación, etc. con usos personales como los mensajes o las llamadas.
Al Congreso le indignó una foto de un SMS dirigido a Alfredo Rubalcaba con el chivatazo (falso) del próximo nombramiento de un ministro, pero también las de apuntes de Mariano Rajoy en el debate de investidura. Junto a estos casos hay que recordar las de diputados distraídos con páginas de internet o actividades ajenas a las sesiones y al ejercicio de su función pública.
Que los diputados tienen derecho a la intimidad y al secreto de las comunicaciones no tiene duda. Tampoco el interés público de sus actividades como diputados, más cuando se realizan en las sesiones del Congreso, dentro del hemiciclo o en las dependencias donde se han retratado tantas noticias.
Una aplicación estricta del secreto de las comunicaciones, garantizado por la Constitución, no permitiría descubrir conductas impropias o de indudable interés público realizadas por los electos en sus escaños, como ha ocurrido en varias ocasiones.
Las prohibiciones rápidas y taxativas no suelen ser las más adecuadas. A diputados y periodistas se les exige responsabilidad en sus actos, políticos e informativos. Al Congreso y a los políticos, cuanta más transparencia, mejor. Limitar la información gráfica, sea de periodistas o de los propios diputados, no parece la mejor forma de cuidar el interés público. Contra los excesos están las leyes que protegen a todos los ciudadanos.
Columna en los diarios de Vocento
Al Congreso le indignó una foto de un SMS dirigido a Alfredo Rubalcaba con el chivatazo (falso) del próximo nombramiento de un ministro, pero también las de apuntes de Mariano Rajoy en el debate de investidura. Junto a estos casos hay que recordar las de diputados distraídos con páginas de internet o actividades ajenas a las sesiones y al ejercicio de su función pública.
Que los diputados tienen derecho a la intimidad y al secreto de las comunicaciones no tiene duda. Tampoco el interés público de sus actividades como diputados, más cuando se realizan en las sesiones del Congreso, dentro del hemiciclo o en las dependencias donde se han retratado tantas noticias.
Una aplicación estricta del secreto de las comunicaciones, garantizado por la Constitución, no permitiría descubrir conductas impropias o de indudable interés público realizadas por los electos en sus escaños, como ha ocurrido en varias ocasiones.
Las prohibiciones rápidas y taxativas no suelen ser las más adecuadas. A diputados y periodistas se les exige responsabilidad en sus actos, políticos e informativos. Al Congreso y a los políticos, cuanta más transparencia, mejor. Limitar la información gráfica, sea de periodistas o de los propios diputados, no parece la mejor forma de cuidar el interés público. Contra los excesos están las leyes que protegen a todos los ciudadanos.
Columna en los diarios de Vocento
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