Es patrimonio nuestro y es herencia
De los hombres futuros.
Las palabras de Luis Cernuda en su Díptico español no inspiran a los autores del libro Memoria del futuro. 1931-2006. Los escritores colaboradores del manifiesto a favor de la II República andan anclados y reivindicativos del pasado, pero alejados del presente y el futuro.
Su libro no es "patrimonio nuestro" sino de la asociación Memoria del Futuro, de los autores y de la Editorial Visor que lo edita. Derechos de autor mandan.
Quizá hubiera sido buena idea editar el libro (349 páginas, una veintena de autores, un cd con canciones populares republicanas) liberado de derechos, con copyleft o Creative Commons, en versión pdf o para dispositivos móviles y así ponerlo al alcance de más lectores.
El libro ni siquiera es una edición no venal, cuesta 20 euros, según la Casa del Libro.
Quizá si algunos de los firmantes del manifiesto hubieran leído párrafos del libro y se pudieran descargar en MP3 los jóvenes podrían escuchar la defensa de un tiempo y unas ideas en sus iPods. Quizá alguien tararearía entonces una canción republicana por las aceras de España. Pero no. Pesa mucho la historia y el futuro presente no existe para algunos próceres de la progresía ilustrada.
Nada mejor para reivindicar y defender el impulso educativo, social y cultural de la II República que ponerla al día, utilizar los instrumentos actuales para la difusión de las ideas y convertir su elegía y defensa en cultura libre.
Pero en este país nuestro muchos andan todavía en el pasado y mientras los manipuladores de la historia son activos y prolijos en internet, el estancamiento cultural de ciertas élites progresistas acaba en estas impotencias.
Reinvidicar el pasado obliga a mirar el presente y proyectarse al futuro. Mirar alrededor y saber dónde se defiende hoy la cultura democrática y la mejora de su accesibilidad para todos.
Pero algunos autores andan demasiado pegados a la SGAE y a ciertas editoriales. Los manifiestos están bien, pero se predica con obras y hechos. Recuerden el impulso de la cultura popular en los años republicanos respaldada por poetas, dramaturgos, actores, literatos, científicos, educadores y véanse a sí mismos. Respeten la memoria y conviértanla en presente mejor con lo que hoy tenemos. No se apeguen al pasado y a sus inercias.
Otra oportunidad perdida como esa ley de memoria histórica que reposa oculta en uno de los cajones de la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega. "La comisión que la ha redactado sabe que no contenta a nadie: a las víctimas del franquismo les parece escasa -no anula los juicios sumarísimos porque hacerlo sumiría a la justicia en un caos, sostienen los expertos- y a la derecha le sigue disgustando que se "reabran viejas heridas", como si estas se hubieran cerrado".
P21 | Memoria contra la mala letra