Periodismo, medios e ideas | Journalism, media and ideas | Una mirada a los medios, los periodistas y las ideas de la sociedad de la información | A glimpse at the media, journalists and ideas in the information society
Sunday, November 11, 2012
La democracia de las cosas pequeñas
La política de los grandes principios está en crisis. La partitocracia y las superestructuras políticas ahogan la participación ciudadana en la democracia. Los mensajes de los grandes partidos y de los líderes políticos están muy lejos de las preocupaciones de los ciudadanos. PP y PSOE pactan y legislan a golpe de muertes (suicidos por desahucios, asesinatos de menores, sucesos trágicos como Madrid Arena, dependientes abandonados, etc.), miedo (inmigración, independencia, etc.), urgencias económicas y sacudones en la opinión pública.
La vida cotidiana se vive muy lejos de la endogamia del Congreso y las retrasadas discusiones de los órganos constitucionales y jurisdiccionales. La política del desencanto se impone y los ciudadanos buscan otras alternativas en los partidos minoritarios o en causas cívicas, humanitarias, humanas: de la oleada de simpatía contra los abusos hipotecarios a la defensa de la sanidad, la educación pública o el matrimonio homosexual de la puerta de enfrente.
Muchos como Dani Rodrik se preguntan por qué la democracia se ha convertido en espectáculo y cómo es posible que un país como Estados Unidos olvide en la elección de su presidente urgencias tan reales y cotidianas como la tragedia de las armas de fuego, el cambio climático o la crisis sanitaria y se prodigan las manipulaciones, la propaganda o las medias verdades, que siempre son ladinas mentiras.
Asistir a un mitin en cualquier campaña electoral, escuchar las ruedas de prensa del Consejo de Ministros o presenciar los debates de Congreso y Senado son despeñarse en la política del desarraigo.
Hannah Arendt ya nos avisó que ninguna época anterior toleró tantas opiniones diversas fundadas en tantos errores, prejuicios y mentiras. “La libertad de opinión es una farsa a menos que se garantice la información objetiva y que no estén en discusión los hechos mismos”, decía en Verdad y política en defensa de la verdad de los hechos frente al discurso del poder.
Antes de la caída del muro en 1989 la verdad de los hechos, la verdad cotidiana que inspiró la democracia participativa y creativa de John Dewey o la verdad democrática base de la lectura federalista de la constitución norteamericana por James Madison, sólo sobrevivía tras el Telón de Acero en las mesas de las cocinas de sus vigilados ciudadanos y en las conversaciones particulares.
Primero Vaclav Havel y más tarde Adam Michnik fundaron las revoluciones de terciopelo en vivir en la verdad, vivir como si fuéramos libres, vivir como si la gran mentira de las dictaduras opresoras no existiera. Recuperar la radical humanidad de las personas aunque la polis –el espacio público- no exista y sólo la charla privada abra un resquicio a una libertad siempre amenazada.
Vivir en libertad y en la verdad aunque ambas no existan es la mayor revolución. Arundhati Roy pintó como nadie esa necesidad de ser nosotros, libres en cada pequeña cosa, para romper las barreras y prohibiciones políticas, religiosas, étnicas, sexuales… en su novela El dios de las pequeñas cosas.
Recupero su título y la senda de Jeffrey Goldfarb para ahondar en la necesidad de la política de las cosas pequeñas contra la política ineficaz para mantener el bienestar de los ciudadanos y el bien común.
Nada deslegitima tanto al poder político como las demandas concretas, factibles, sociales, ciudadanas, como ha repetido Slavoj Zizek. Nada tan revolucionario como pedir al poder político lo que no es capaz de hacer a pesar de que una mayoría de los ciudadanos entiende la urgencia y justicia de esas peticiones.
La Ilustración puso al hombre ante dios cara a cara. La secularización y desacralización del poder hizo posible la democracia tanto ante la autoridad divina de los reyes como ante el control de las iglesias.
Necesitamos una nueva secularización para despojar al poder político del control del lenguaje que envuelve en abstracciones las demandas públicas para evitar la democracia de los hechos cotidianos. Ese es el verdadero fin de las ideologías, equiparable al anuncio de la muerte de dios por Nietzsche.
Las verdades de hecho, la esencia del diálogo ciudadano y la cuna de la democracia entendida por Arendt, Havel, Roy, Harold Pinter, Michael Foucalt o Zygmunt Bauman tienen que ser contrastadas contra la idiotez política.
El capitalismo financiero y codicioso reemplaza a los viejos poderes, a las ideologías y secuestra la democracia con la inevitabilidad de sus intereses convertidos en leyes incuestionables y aplaudidos por quienes ponen el interés de unos pocos por encima del del resto. A falta de ideologías y grandes principios, mercado, dicen algunos. Pero sólo una versión de un mercado que no se regula a sí mismo, sino una entropía que acaba devorando industrias, países, trabajadores y ciudadanos en la enorme fuerza negativa de su inagotable codicia.
La pobreza de ideas de una socialdemocracia sometida a la inevitable superioridad de un capitalismo que permanentemente se reinventa a sí mismo ayuda a ese abandono del bien común.
La tecnología ha venido en ayuda de los ciudadanos. La capacidad de los medios digitales para convertirse en un nuevo espacio público donde la mesa camilla, la conversación en voz baja o la proclama en voz alta coinciden alumbra una nueva polis donde vivir en la verdad de los hechos y abrir el debate público a todos es la mayor oposición posible a un sistema donde el voto tarda en representar a las nuevas fuerzas sociales.
Sostener y mejorar la calidad democrática y política de esa fuerza deliberativa y participativa es imprescindible para consolidar la emergencia de los nuevos movimientos políticos de la democracia de las pequeñas cosas, del 15M a la independencia que se desgañita por una política más eficiente y de un tamaño más humano frente a la enormidad de la globalización y sus fuerzas irrefrenables.
Esos son los principios que he defendido en algunas propuestas para refundar la socialdemocracia o para crear un nuevo sistema operativo político y social apoyado en la capacidad de la ciudadanía de comunicarse, debatir, organizarse, gobernarse, crear y defender sus intereses en un sistema inclusivo y participativo, como demandan Daron Acemoglu y James Robinson en su libro Por qué fracasan las naciones, un buen resumen de la crítica a las instituciones como causa, víctimas, verdugos y resultado de la imposición de los intereses más egoístas contra los más democráticos.
La democracia de las pequeñas cosas, demandar la eficacia política cotidiana, la responsabilidad inmediata, la transparencia concreta, la respuesta a la injusticia y a lo inapelable de los hechos es la mayor revolución posmoderna, postpolítica y postideológica.
Necesitamos políticos, sistemas, conocimiento, lenguaje y medios que respeten y trabajen la política de los hechos en interés de quienes sufren sus consecuencias en busca de mejores soluciones a sus problemas y de más igualdad en sus oportunidades para afrontarlos sin dejar a nadie quede excluido por falta de conocimiento, ahora que el poder se funda más que nunca en ese recurso inagotable, que debe ser información y no rumor (Daniel Innerarity). El resto es propaganda.
Sunday, August 07, 2011
La política no funciona
Vivimos una crisis de liderazgo y de eficacia de la política frente a un supercapitalismo –el poder de las grandes empresas denunciado por Robert Reich- que instaura sus propias reglas y a unos ciudadanos unidos por tecnologías e intereses concretos –las nuevas tribus- y hastiados de no encontrar en la democracia la respuesta a sus demandas e ilusiones.
La protesta de los indignados, la crisis financiera y la tímida respuesta europea o la rebaja de solidez crediticia de Estados Unidos son ejemplos de la crisis de la democracia actual. Los tres muestran la falta de apertura y transparencia de la política, su incapacidad para detectar y actuar contra los problemas antes de su estallido y la manipulación ideológica que deteriora la propia realidad y empaña su percepción pública.
Los políticos han prometido escuchar. A los indignados del 15M y a los muchísimos ciudadanos críticos con su gestión. Rubalcaba y Rajoy lanzan iniciativas electorales para oír a la gente. Pero llegan demasiado tarde y sus promesas contrastan con el comportamiento del gobierno del PSOE o con las autonomías y ayuntamientos del PP.
El paso de la permisividad con #acampadasol a la violencia de los últimos días con el intento de #tomalaplaza es una muestra de la sordera política y de la inutilidad de su monopolio legal de la violencia. La respuesta constante, pacífica y de movilización de los indignados derrota la estrategia represiva como ya había ocurrido con los incidentes de Barcelona.
Lo mismo ocurre con los mercados. La falta de decisión política, en Europa con un rescate más consistente de las economías en peligro y la falta de una política económica y fiscal común, o en Estados Unidos con el paroxismo demagógico del Tea Party y la incapacidad de Obama para una firme respuesta política ha convertido la negociación del déficit en una sátira castigada por los poderes económicos.
China, ejemplo de lo que el economista Ian Bremmer llama capitalismo de estado, sin libertad democrática ni económica, levanta su voz iracunda y sus enormes reservas de dólares contra la histeria política norteamericana. La semana pasada lo hicieron los mercados contra Europa tras el enésimo tímido intento político de atajar la crisis de la deuda. Una debilidad criticada por portavoces del capitalismo financiero como el diario Financial Times. Otro medio de referencia, The Economist, se ha atrevido a pedir el fin del euro y se ha encontrado con una contundente oposición de sus lectores.
La respuesta a una posible división del euro es otro ejemplo de la raíz de la crisis: ciudadanos y mercados protestan contra un sistema del que dependen. Todos atrapados en los cabellos de la medusa de un sistema en crisis pero todavía sin alternativa.
El capitalismo se olvidó de la economía productiva en los años noventa del siglo XX. La revolución tecnológica de la última década y la ausencia de otros modelos económicos le permitió extenderse y aprovechar la exuberancia irracional para crear productos con los que multiplicar la rentabilidad apoyada en los algoritmos de las finanzas cuantitativas y sus algoritmos de inversión manejados por ordenadores.
Los ciudadanos encuentran en internet y las redes sociales un nuevo espacio público donde informarse, compartir, debatir, organizarse y movilizarse sin liderazgos políticos o sindicales tradicionales, sin sus ideas filtradas por los medios de comunicación. Y, sobre todo, acceden a información y la ponen en común mucho más rápido que los gobiernos y la burocracia.
La revuelta de los indignados en España y otros países, los estudiantes en Chile o las revoluciones árabes son ejemplos del poder de los ciberciudadanos a pesar de la censura y la represión, incluso de regímenes totalitarios o de democracia limitada.
La política se ha quedado atrás. Superada la tradicional división derecha/izquierda, sólo se mantiene una diferenciación progresista/conservadora en lo social y la división es entre política abierta o cerrada. Entre una política permeable a los ciudadanos, transparente, flexible y de respuesta rápida frente a una partitocracia sorda, lenta, insegura, sin ideas ni modelos para responder a los desafíos de un mundo acelerado y plural, cuajado de poderes y fuerzas económicas, tecnológicas, militares y violentas, étnicas, religiosas, etc., ese nuevo feudalismo analizado por Parag Khanna.
Los ciudadanos y las fuerzas críticas –incluso las que se aprovechan de las crisis- han escogido las políticas de la resistencia para plantear demandas imposibles o bombardear a los gobiernos con demandas concretas y tan posibles –la propuesta de Slavoj Zizek- que no responder ante ellas es la mayor deslegitimación. Ese ha sido el triunfo del 15M entre los progresistas o de los mercados que cuestionan el estado del bienestar entre los neoliberales.
Todos piden eficacia a la política cuando se está reequilibrando el poder público y la responsabilidad individual. Desde los conservadores lo pide David Cameron con su Big Society y los progresistas con una refundación de la socialdemocracia responsable como la defendida por Tony Judt o Paul Krugman.
El Estado no ha sido capaz de encarar los riesgos sistémicos ni de establecer nuevos contratos sociales para sostener el estado del bienestar en la época de las vacas gordas, como recuerda Daniel Innerarity. Los ciudadanos y los mercados, tampoco.
La demanda de apertura, transparencia, responsabilidad y control de la gestión (pública, social, familiar o individual) afecta a todos. Hace falta refundar los contratos sociales y los propios conceptos de democracia y ciudadanía. Y ahí es donde la política es muda además de sorda y falta de liderazgo.
Columna en Estrella Digital
Sunday, May 22, 2011
Elecciones para otra democracia
Son elecciones locales y autonómicas, pero no busque propuestas sobre ciudades y provincias. Las elecciones de hoy son presidenciales en un país de democracia parlamentaria, un plebiscito sobre la gestión de la crisis y un referéndum sobre una partitocracia que ha impulsado a jóvenes y muchos ciudadanos a tomar las calles y las plazas tras una gran movilización en las redes sociales. Estos comicios muestran la erupción social contra una democracia burocratizada, sorda y encerrada en esferas de poder muy alejadas de la vida cotidiana de los ciudadanos.
España vota alcaldes y concejales, diputados autonómicos mientras una gran parte de la ciudadanía reclama una reinvención de la democracia. La gente anhela una democracia real, más participativa, capaz de gestionar las crisis de la globalización y los desafíos del siglo 21. Una democracia que no abandone el estado del bienestar para no condenar a las nuevas generaciones a vivir peor que sus padres. Una democracia en tiempo real. Al ritmo de las redes sociales y activa en los nuevos espacios públicos abiertos en internet.
La campaña tradicional ha muerto. Empezó con la discusión de si la coalición de la izquierda abertzale vasca, Bildu, la primera que pide a ETA el fin del terrorismo, podía presentarse a las elecciones y acaba con la jornada de reflexión, una antigualla herencia de una Transición temerosa de los extremistas, superada por las concentraciones de miles de ciudadanos en las calles. La llamada #spanishrevolution. La revuelta de la ciberdemocracia contra un sistema caro, ineficiente y que la crisis económica ha reventado por los costurones de la falta de ideas de la política profesional.
¿Qué votamos hoy los españoles? Anhelos de otra democracia.
Thursday, May 19, 2011
Una noche de celebración democrática
Los males de la democracia se curan siempre con más democracia. Que la Junta Electoral oiga a los ciudadanos -entusiastas pero respetuosos, con un comportamiento exquisito las últimas horas- e interprete con el buen criterio que se espera de quienes deben garantizar los derechos fundamentales.
Live Broadcast by Ustream.TV
Democracia en red
La red ha tomado la Puerta del Sol como muchas calles y plazas de otras ciudades. Participativa, organizada a ritmo de tuiteo y móvil. Son los hijos de un mundo en crisis. La primera generación del tambaleante estado del bienestar que vivirá peor que sus padres. En la posmodernidad puede no haber futuro, pero el presente es continuo y obstinado, como la nómina y la hipoteca. Denuncian a los políticos sordos, tercos, lejanos. Y con ellos al poder económico y mediático, beneficiario de una partitocracia alejada de los ciudadanos, encerrada en prebendas y una pobreza de ideas que asusta. Políticos y tertulianos reaccionan con igual incomprensión.
Un buen ejercicio es comparar los tuiteos de #15m
#democraciarealya o #nonosvamos con los de los políticos en campaña. Ninguna imagen mejor para entender el desapego. La partitocracia encerrada en su discurso endogámico, sus promesas vacías y sus ataques. Los manifestantes reclamando a los políticos democracia responsable, listas abiertas, una ley de acceso a la información pública, austeridad para gobernar y limpieza en la financiación, derechos digitales y una salida social a la crisis.
Democracia en red y en tiempo real. Sin líderes, con ideas y sentimientos comunes, pero también opciones distintas. Indignados por la ignorancia política de reivindicaciones ciudadanas: de la frustración por el paro y la crisis al rechazo a la ley Sinde antidescargas, de la insatisfacción electoral a la corrupción.
No son sólo jóvenes airados, son ciudadanos indignados por una democracia sorda y lenta. Demandan política útil, ilusionante, con respuestas a los problemas con la velocidad de la globalización. A paso de calle, no de coche oficial. En las manifestaciones y las acampadas conviven ideas compartidas y discutidas en red.
Una nueva política participativa y en tiempo real. La democracia llega donde lo hace la tecnología que permite el espacio público. Un comienzo para ampliar la democracia y el control político, una oportunidad para impregnar con ideas y reivindicaciones a los poderes y hacerlos más responsables.
Columna en los medios de Vocento
Thursday, April 07, 2011
Anticampaña 2.0
Los políticos lanzan la campaña. Y no habrá forma de esquivarla. A los mítines, el buzoneo, los carteles y la cobertura en los medios, los partidos suman este año como nunca a internet y las redes sociales mientras censuran la información con la imposición de cuotas electorales en los telediarios, tanto en cadenas públicas como privadas. Pero cuanto más cerca están los candidatos de la gente, más crece la protesta contra una política virtual, con promesas olvidadas desde el poder.
El PSOE vuelve a probar la amarga cura de la democracia. Esta semana ha presentado su campaña 2.0 en las redes sociales con un nuevo agregador de candidatos y una página para hacerse voluntario. Pepe Blanco ante cámaras y periodistas proclamando que "el PSOE va a situar la campaña 2.0, la campaña virtual, por primera vez, al mismo nivel que la tradicional". En Twitter, la etiqueta #psoered –con las que se agrupan tuiteos- pasó en pocos minutos de ser una herramienta de propaganda a revolverse con la ira y las protestas contra el gobierno. Las etiquetas #paro, #leySinde, #promesasincumplidas o la irónica #graciaszp fueron la respuesta a una política y unas campañas que convencen sólo a los ya convencidos.
En Twitter ayer la protesta de muchos internautas contra los #eurodiputadoscaraduras contrarios a ajustar sus sueldos y privilegios y a volar en turista obligó a partidos como PSOE o UPyD a dar marcha atrás mientras otros como el PP continúan sordos.
Los socialistas prometen que escucharán a la gente con vídeos al estilo de Tengo una pregunta para usted, cibermítines o debates 2.0 en las redes sociales. Tendrán mucho que oír. La ciberpolítica no se controla imponiendo cuotas como a la televisión, ahogando voces con la apisonadora publicitaria ni aumentando el presupuesto para campañas, como se hará este año pese a la crisis y las reiteradas promesas de los partidos de frenar los gastos electorales.
Lo que ahorran los partidos con internet lo gastan en televisión, autobuses y fiestas para militantes y escenografía. Pero las herramientas no son la política. Los ciudadanos están hartos de sobreexposición y de políticos más preocupados por las elecciones y las internas partidarias que por gobernar. La propaganda puede ser virtual, pero la política necesita realidad y compromiso, también en las redes.
Columna en los medios de Vocento
Thursday, December 09, 2010
Medios para controlar al poder
La oposición y el control del poder están en los medios, por vocación y falta de alternativa. Los ciudadanos buscan en el periodismo lo que no encuentran en la oposición y en un sistema político que proponen revisar y reformar. Dos tercios de los ciudadanos condenan la situación política y casi uno de cada cinco lo considera uno de los principales problemas del país. Hasta tal punto que la insatisfacción con el funcionamiento de la democracia roza la mitad de los encuestados.
El poder está en la banca, el gobierno y las grandes empresas. Una visión realista de los males del supercapitalismo –la privatización de la democracia y su control por los poderes económicos, en palabras de Robert Reich- y su abolición de la división de poderes tradicional. Los medios aún son el cuarto poder para los ciudadanos. Y el único que la población percibe de su lado, o al menos útil para limitar los abusos de otros.
Medios y periodistas están obligados a no traicionar esa confianza. Ambos suelen abusar de la importancia de su función como vigilantes del poder. Pero es su deber y el público lo reclama. En la baja nota de credibilidad de los medios está su condena y el reproche democrático contra sus debilidades: la sumisión a los poderes que les ayudan a sostenerse económicamente y el exceso de partidismo.
Los ciudadanos perciben que con una clase política tan devaluada como la actual, la presión mediática es eficaz. No hace falta siquiera buen periodismo, los políticos son demasiado dependientes de la opinión. Cuanto peor es el político, más preocupado está por las sentencias de los diarios y las tertulias, amplificadas por internet y las redes sociales.
La nota de los medios es baja. Pero la calificación de los demás no redime de los males propios. Falta periodismo de calidad y los ciudadanos lo reclaman sin preocuparse de las estrecheces del nuevo negocio de la información y del impacto de la crisis en los medios. Miden el resultado, como es lógico, no los problemas del coro de mendicantes de la crisis de la información.
Por primera vez en años, la función democrática del periodismo es discutida en todo el mundo. El debate sobre cómo sostener la información de calidad impulsa el respaldo a los medios públicos, el periodismo sin ánimo de lucro o el patrocinio de medios independientes y de calidad. Crece la fractura entre la confianza de la audiencia en medios públicos como RTVE o TV3 mientras baja en otros autonómicos y en los sensacionalistas y banales telediarios de las televisiones privadas.
En esa función de control del poder hay algo que los medios no deberían olvidar: cuando se cruza la raya entre información y partidismo, entonces la mejor opción es presentarse a las elecciones. En las urnas, no en el kiosco.
Columna en Estrella Digital
Wednesday, October 20, 2010
Presupuestos poco participativos
El estudio revela la inexistencia de un documento preliminar ni un presupuesto ciudadano que permita la consulta y participación de los contribuyentes, el sistema legislativo es opaco a las consultas con expertos y sociedad independientes, no es revisable durante la ejecución y los organismos de control como el Tribunal de Cuentas son lentos e ineficaces.
Un desastre habitual la mayoría de los países que muestra la opacidad del manejo del dinero público y la escasa evolución de la apertura democrática y el aprovechamiento de las tecnologías para la participación.
La rendición de cuentas y los presupuestos participativos son uno de los principios fundamentales de un gobierno abierto. En algunos municipios están en marcha, aunque con desiguales resultados.
En otros países como Estados Unidos, la transparencia en los presupuestos para atajar la crisis impulsó algunas iniciativas para el conocimiento de los ciudadanos de dónde se gasta su dinero.
Los presupuestos abiertos y participativos son una de las herramientas fundamentales para la conversión del aparato de la administración pública -estatal, autonómica y local- en una plataforma pública y abierta para la gestión y la innovación social.
El estudio de Presupuesto Abierto sitúa a España en el puesto 17 de la clasificación internacional. Compartimos poca transparencia, escasa eficacia y flexibilidad legislativa y de control. No deberíamos conformarnos.
Las recomendaciones son sencillas: publicar un documento presupuestario preliminar; un presupuesto ciudadano -sencillo y accesible- y una revisión semestral; facilitar oportunidades para que el público en general pueda presenciar las audiencias del legislativo sobre presupuestos; aumentar los poderes del legislativo y del Tribunal de Cuentas para permitir una supervisión integral del proceso presupuestario.
Manos a la obra, por una democracia mejor y más abierta.
Tuesday, September 28, 2010
29S, una huelga pesimista
El derecho a la huelga es indiscutible en una democracia. Pero en la era hiperconsumista y de compromisos laxos del ciborg sentimental el éxito de la convocatoria es dudoso.
Sobre todo cuando nadie avizora una alternativa tras un eventual éxito de la convocatoria. El ejecutivo no tiene ideas ni margen para cambiar su política. El principal partido de la oposición y alternativa de gobierno defiende las tesis neoliberales de recorte del estado del bienestar y los servicios públicos.
La izquierda ha sido incapaz de plantear un discurso y una alternativa inteligente que convirtiera esa Ley de Economía Sostenible que se discute en el Congreso en una reforma profunda y social para el estado del bienestar en el siglo XXI.
La política y los gobiernos deben cambiar. Hacerse cada vez más inteligentes, capaces de interpretar mejor las claves del mundo actual y reaccionar con más eficacia y celeridad. Los sindicatos y las organizaciones de trabajadores y profesionales, también.
La huelga no "es una putada", como aseguró el secretario general de CC OO, Ignacio Fernández Toxo. Es la manifestación de la impotencia. De los sindicatos, del gobierno y de la política social.
Los parados están divididos sobre la convocatoria, según un sondeo reciente. Los sindicatos se conforman con un éxito relativo de participación.
A nadie dejará contento la protesta. No porque sea un desafío a las decisiones políticas aprobadas en el Parlamento -como argumentan El País y otros medios-, ni porque sea una huelga de caballeros que nadie quiera ganar, como defiende José María Ridao, uno de sus editorialistas más influyentes.
Sino porque tras la huelga general no avanzarán las alternativas necesarias para un cambio de sistema operativo en la economía, la sociedad y la política.
Daniel Innerarity, uno de los filósofos políticos más lúcidos en España, se queja de que "hoy la derecha es optimista y la izquierda pesimista".
El mayor peligro de la izquierda es la renuncia a las ideas, a la inteligencia política y a desarrollar las nuevas oportunidades de la sociedad de la información, la tecnología y la política.
El problema no es sólo regular los mercados y el capitalismo, sino abrirlos para redefinir la igualdad con mayores oportunidades, más participación e innovación social. Es el gran objetivo de la izquierda por el que vale la pena seguir luchando.
Como el recientemente desaparecido Tony Judt asegura en su último libro, vivimos una era de inseguridad. Una era de modernidad líquida donde la búsqueda del propio ser y de nuestro lugar en un mundo que corre a la velocidad de las redes consume más tiempo y recursos que nunca.
"La inseguridad alimenta el miedo. Y el miedo -miedo al cambio, miedo al declive, miedo de los extraños y de un mundo no familiar- está corroyendo la confianza y la interdependencia en la que las sociedades descansan".
Las palabras de Judt son la denuncia de la melancolía. Contra ellas el gobierno inteligente, la innovación social, el cuarto sector -empresas sociales sin ánimo de lucro-, la lucha por la sostenibilidad y la necesidad de reformar la partitocracia estatal y autonómica para cambiar la pesadez de la burocracia por un estado plataforma: dedicado a crear las infraestructuras -materiales y estructurales-, las instituciones, las leyes, los espacios y contenidos públicos para el desarrollo y la ampliación de la oferta de la iniciativa social.
Un estado abierto y transparente donde los procomunes, el dominio público que es de todos, sirva para aumentar la innovación, la educación, los servicios públicos, la cultura, la ciencia y la red sobre la que tejer la participación ciudadana para reconstruir consensos como los que se han roto entre la patronal y los sindicatos, entre los trabajadores y una economía cada vez más financiera y menos productiva.
Los sindicatos necesitan salir de su trampa burocrática y cambiar sus estrategias. De lo contrario serán instituciones zombies, como alertaba hace tiempo Ulrich Beck.
Una huelga general podría haber sido sustituida por otro tipo de acciones con más garantías de respaldo popular. Más aceptables para los ciudadanos que no quieren arriesgar su inseguridad, su falta de acuerdo con la estrategia sindical o sus propias precariedades.
Una señal para una política más participativa y más inteligente contra las reformas impuestas por la trampa de una ideología convertida en verdad económica y esa apatía conformista que Paul Krugman denomina la falacia de la sabiduría convencional.
La condena a la melancolía de la izquierda.
Sunday, September 19, 2010
Una democracia sin patillas ni ideas
A Tomás Gómez le han rasurado las patillas. De recortar las patillas a limar las ideas va un paso.
Columna completa en Estrella Digital
Tuesday, September 07, 2010
Procomunes, innovación social y Estado plataforma
Un Nuevo Sistema Operativo Social y Económico


Sunday, September 05, 2010
Un nuevo sistema operativo social
Mi charla versará sobre las posibilidades y elementos para construir un nuevo sistema operativo económico y social desde la perspectiva de la extensión de la tecnología, el gobierno abierto y el dominio público.
Ideas para construir una democracia 3.0 a partir de un gobierno entendido como plataforma para la innovación social y con los procomunes y un nuevo servicio público de acceso y contenidos digitales como ejes de un nuevo ecosistema para la sociedad de la información.
Una guía con las ideas principales que mañana desarrollaré:


Sunday, September 13, 2009
Partitocracia
Y crecen.
Por eso no es una sorpresa ver cómo una mayoría de políticos mantienen silencio sobre la reducción de los cargos políticos y de libre designación. Callan también sobre una necesaria reducción del gasto político: el empleado en objetivos, acciones y personal ajenos a la gobernación. Gastos cuyos fines son la propaganda y el tejido de un sistema clientelar y burocrático que justifica una gran parte del personal y gastos de la abultada administración pública (estatal, autonómica y local).
Un sistema defendido con uñas y dientes por todos en un reparto de cargos y prebendas muy pocas veces cuestionado y que crea absurdos pactos y discusiones como las protagonizadas por los sillones senatoriales de las dos portavoces del PSOE, Leire Pajín, y el PP, María Dolores de Cospedal. Sillones con abultada retribución y poca responsabilidad para dedicarse a sus cargos en los partidos. Vergonzoso.
Las cifras son apabullantes.

La Administración del Estado cuenta con 409 altos cargos y más de 6.100 empleados que no son funcionarios ni personal laboral, categoría donde se ubican la mayoría de puestos de libre designacion. Casi el 3% de sus empleados.
Pero la cifra, como cualquiera que conozca la administración y el tejido clientelar español, es ridícula si se compara con el 23% del personal de las autonomías ocupado por eventuales, interinos, contratados y demás puestos y cargos que dependen de la decisión política.

Pero la partitocracia no acaba ahí. Esas cuentas no incluyen los altos cargos de los gobiernos autonómicos y los municipales. Junto a los más de 409 altos cargos del Estado hay que sumar promedios de un centenar de puestos en cada una de las autonomías menos pobladas y cifras de entre 300 y 550 en las más grandes y poderosas, según los datos de cada autonomía.
Y pocos gobiernos han reducido ese número en estos años de crisis.
La poltrona sigue siendo un mal hereditario retratado reiteradamente en la literatura española desde la era de la alternancia bipartidista decimonónica.
Y seguimos, con la única incorporación de los partidos nacionalistas a la nómina.
Una gran parte de los males de la vida pública española vienen de esta situación. Además de la corrupción económica que desde hace meses llena los titulares de los periódicos, lo peor, como dice Lledó, es la "corrupción de la mente, de la conciencia, de la sensibilidad, y del compadreo para defender los intereses casi siempre oligárquicos".
Esa corrupción infecta a muchos políticos, gestores de subvenciones y adjudicaciones, pero también de la propaganda y la mentira. Se extiende entre sus partidarios, por clientelismo o adoctrinamiento. Una ojeada a los comentarios de la mayoría de los diarios digitales es suficiente para ver los síntomas del mal en la ciudadanía.
La partitocracia deteriora además terriblemente la política porque encuentra en la discusión y el debate ideológico la materia adecuada para su podredumbre.
El resultado es la nefasta falta de ideas de la política actual, el mito de la centralidad que expulsa todo lo incómodo y arriesgado del debate político y la explotación demagógica de ciertas causas, las más poderosos para crear filiaciones en los ciudadanos con objetivo de sostener la falsedad partitocrática.
Todo para encubrir la lucha por el mantenimiento del poder burocratizado.
Cómplices: los medios de comunicación. Primero los públicos, manipulados y utilizados como herramientas de poder. Pero también la gran mayoría del resto, atrapados en la tiranía de una escala de valores y una jerarquía informativa que depende más de lo que se dice y de quién lo dice, que de lo que se hace, para qué y con qué resultados.
El problema no es sólo la investigación de la corrupción, sino ese ensimismamiento en lo convencional, lo políticamente correcto. Esa esfera de poder y dominación que la política y las instituciones (incluidas las grandes empresas) marcan. Una masa informe de dominación que se difunde como una epidemia en un tejido social y ciudadano mucho más pasivo y dependiente del poder político y su poder económico y discrecional de lo que muchos quisieran.
Thursday, August 06, 2009
Democracia escénica
Francisco Camps celebra su exculpación en un vídeo distribuido por el gobierno que preside. Aplaude que los jueces no vean delito en recibir regalos de los inculpados en la trama Gürtel. Manel Franch, jefe de prensa del Ministerio de Trabajo, amenaza a un periodista de TVE por hacer preguntas incómodas al ministro Celestino Corbacho. Sin preguntas. Sólo se admite el periodismo como amplificador.
Periodistas sin preguntas y políticos sin respuestas. ¿Es esta la democracia y la información que queremos? Sin preguntas los periodistas son autómatas. Sin respuestas no saben y por tanto no pueden contar. Los políticos no son seres irresponsables y autónomos, como muchos parecen creer: son servidores públicos, responden ante la ciudadanía. Informar con transparencia es uno de los pilares de la democracia y la responsabilidad es uno de los principales déficits que sufrimos en una sociedad de la información que más bien es un estado del bienestar en el ocio acrítico.
Los políticos se han acostumbrado a ruedas de prensa sin preguntas, a proferir manifestaciones partidistas en declaraciones institucionales, a controlar la imagen con la distribución directa a las televisiones de actos, mítines y todo tipo de actos cuidadosamente preparados. Y los medios son a menudo portavoces acríticos. No advierten al público que no se han permitido preguntas, de emisión de imágenes editadas y controladas por los partidos o que la única escena visible es una representación.
Una farsa aumentada por partidos y políticos con las nuevas herramientas digitales. Vídeos y blogs que saltan el tamiz del periodismo y donde, con excepciones, no se permite el filtro social que tales herramientas facilitan. Democracia escénica. Falseada por quienes controlan la comunicación y el periodismo como arterias del poder. Por eso es imprescindible construir una democracia abierta y transparente cuando los medios y las herramientas de comunicación y tecnológicas lo permiten. Y no embobarse con la saturación cuando la forma más eficiente de esconder información es difundir mucha comunicación.
Columna semanal en Vocento y otros medios
Monday, May 18, 2009
La Xunta, ese monstruo
Oportuno para volver a reflexionar sobre la necesidad de servicio y transparencia de la democracia tan cercenada por el poder burocrático del nuevo clientelismo de trajes, carreteras, puertos deportivos y otras regalías.
Tuesday, January 20, 2009
Un presidente con red social
“Como presidente necesitaré la ayuda de todos los norteamericanos para enfrentar los desafíos que nos esperan”, ha dicho Obama en un vídeo colgado en la Red, su mayor herramienta de comunicación desde que fue elegido presidente.
Obama ha cambiado la política con las herramientas de la web 2.0 y no está dispuesto a perderlas. Es el primer presidente que posee más de 13 millones de datos personales y correos electrónicos de sus seguidores. Por eso mantendrá una red social que no podrá ser mywhitehouse.gov, porque apoyar a un candidato es una cosa y crear una red social desde el gobierno, otra.
Pero Obama 2.0 no renuncia a la enorme fuerza que ha construido. Políticos y partidos de todo el mundo lo imitan. El Partido Popular acaba de lanzar en España una web para el debate de ideas y su líder Rajoy se reúne con blogueros y expertos en internet para preparar las próximas campañas electorales. Hasta El Vaticano piensa en usar el poder del vídeo en las redes sociales.
Organizing America estará en manos del Partido Demócrata, como PartyBuilder, la red social heredera del impulso ciberdemocrático del primer político que basó su campaña en internet: Howard Dean. Pero el equipo que controlará el nuevo gran instrumento de la ciberpolítica norteamericana está formado por fieles del presidente, una idea que no ha gustado a algunos de los líderes del partido y que ya provoca algunas suspicacias.
Obama es el presidente más comprometido con la tecnología y las ideas de la democracia y la cultura participativas de internet. Y el primer político que no sólo está en cada salón de cada casa, como se decía de Kennedy y su dominio de la televisión. Se ha convertido en parte de la identidad de muchos ciudadanos que aportan ideas, celebran encuentros de apoyo en casas y lugares públicos y lo han acompañado en la web, con su dinero y en las urnas hasta la mayor fiesta de la política en la que se ha convertido su toma de posesión.
El nuevo presidente no podía gobernar como los demás. Medio millón de ciudadanos han participado en una consulta online sobre el futuro de su organización. Obama ha prometido un gobierno abierto y conectado. El desafío es promover la democracia participativa, no construir otro gran instrumento de poder.
Columna en Público
Friday, January 02, 2009
Carta 08, democracia para China
En ella se piden 19 medidas: una constitución democrática, separación de poderes, democracia legislativa, un poder judicial independiente, control público de la Administración, derechos humanos, elección de los cargos públicos, igualdad entre campo y ciudad, libertad de reunión, expresión y religión, educación cívica, protección de la propiedad privada, reforma fiscal, seguridad social, protección del medio ambiente, una república federada y confianza en la reconciliación.
En definitiva, la base de los principios de la democracia europea y la constatación de que sin libertad no hay progreso ni justicia, por mucho que los nostálgicos de cierta izquierda -la misma que celebra los 50 años del castrismo sin crítica a sus errores y a los de la política norteamericana desde Bahía Cochinos- se unan con ciertos neocapitalistas amorales, de los que defienden la riqueza material como vía china al capitalismo olvidando que muchas dictaduras basaron en ese espejismo gran parte de su totalitarismo. La franquista en los años 60 y 70 del pasado siglo, sin ir más lejos.
Vale la pena leer la Carta 08, que toma como ejemplo la Carta 77 de Checoslovaquia, para recordar que sin libertad y derechos humanos no hay progreso ni justicia.
Wednesday, February 20, 2008
A Fidel Castro le falta el paso de la democracia
Da un paso atrás para intentar un cambio en el régimen de Cuba, no el necesario cambio de régimen.
Para los exiliados de aquí y allá, Fidel intenta un Castro sin Castro para burocratizar el cambio y que Cuba no acabe como el Muro de Berlín. Derrumbado en unas horas y comercializado como souvenir.
Es la hora de la democracia. Veremos si el empuje interno es suficiente y la tranquilidad en Miami y Estados Unidos, también.
Hugo Chávez ya ha apuntado rápidamente la intención del régimen. No se me vayan a desmandar, compañeros.
La oposición en el exilio exige "la liberación incondicional de todos los presos políticos, la legalización de los partidos políticos, la libertad de expresión y elecciones libres".
Y sentencia: "No hay cambio hasta que eso no ocurra".
Mauricio Vicent explora las rutas posibles en El País.
Es hora, Fidel. Es la hora demasiado retrasada de la democracia.
Recuerdo aquella carta abierta de Norman Mailer en la que te pedía que no cayeses en la mentira de la Guerra Fría. Pero la Unión Soviética fue la única salvación.
Las cartas desatendidas de los hijos de los detenidos.
El mensaje de huelga de hambre de Guillermo Fariñas por la represión de los periodistas independientes y el control de internet.
La apelación de Reinaldo Arenas, Néstor Almendros, Fernando Arrabal, Saul Bellow, Carlos Castañeda, Camilo José Cela, Guillermo Cabrera Infante, Federico Fellini, Juan Goytisolo, Ernesto Sábato, Mario Vargas Llosa, Susan Sontag y otros pidiendo lo irrenunciable: vuelta de los exiliados, elecciones libres, liberación de los represaliados, derechos humanos, vigilancia internacional de la democratización.
Dice Fidel en su mensaje que será: "Un arma más del arsenal con la cual se podrá contar. Tal vez mi voz se escuche. Seré cuidadoso".
Sea también valiente. Ha dado un paso a un lado. Ahora toca el paso adelante de la democracia, con suficiente impulso.
Wednesday, December 05, 2007
Prohibido volar con libros peligrosos
Maldición. A esconder a Jean Genet bajo unas tapas de algún best seller y hasta El diablo en la cabeza te puede meter en problemas, aunque hoy Bernard Henry Levy sea un docto renegado.
Cuidado. La biblioteca del miedo te puede llevar a la trena.
Hari Kunzru alertaba hace unos días: la curiosidad sobre ciertos temas puede ser ilegal.
No sabe si podrá encabezar otra novela con una cita del manual de la Fracción del Ejército Rojo (RAF).
Hasta el Terrorista de John Updike puede ser peligroso. Y nada de llevar recortes de El Mundo con insinuaciones sobre bombas hechas de jabón o matabichos.
Estás vigilado. Como Lennon. Sospechoso de leer libros peligrosos y prohibidos.
El miedo en la biblioteca. Nuevo canon.
Al menos hasta que los espías cambien la metodología, como con las bombas nucleares iraníes que nunca existieron o las armas de destrucción masiva de Sadam Hussein.
Tuesday, August 28, 2007
Un interventor para las cuentas del Rey
Las cuentas del Rey siguen siendo cosa suya.
Este año son 8,28 millones de euros asignados en los Presupuestos del Estado y otros 5,82 millones por "apoyo a la gestión administrativa de la Jefatura del Estado", además de otros gastos asumidos por diferentes ministerios y el disfrute de propiedades del patrimonio nacional.
Con más de 30 años de democracia y de reinado quizá es el momento de que la primera institución del Estado sea más transparente.
Un ejemplo para las demás y una obligación democrática.