Thursday, May 27, 2010

La solidez de Zygmunt Bauman

Alain Touraine y Zygmunt Bauman reciben el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. Un reconocimiento merecido. Mi deuda con Bauman es enorme. Sin él posiblemente no hubiera desarrollado una crítica de la sociedad 2.0, del ciborg sentimental o de la identidad de dominio público como la que poco a poco intento construir en este blog.
Bauman es el mejor crítico de la postmodernidad desde la modernidad ilustrada. El desarrollo de su idea de la modernidad líquida es uno de los paradigmas más sólidos de la sociología contemporánea. Una era donde tiempo y espacio se confunden en una aceleración que engaña a las personas. Las hace parecer libres y poderosas, repletas de oportunidades para elegir cuando sólo corren atrapadas en un espacio público achicado por la invasión de la emoción de lo privado frente a la razón.
Una era donde la libertad necesita velocidad de escape de uno mismo para sumergirse en un consumismo desesperado donde la angustia vital se soluciona con la última novedad de una gran marca.
Vean mañana el lanzamiento del iPad como metáfora de la vacuidad y el control 2.0, el dominio de la aparente libertad de elección por las grandes corporaciones supercapitalistas.
De ciudadanos a consumidores, rápido.
Una vez dije aquí que Zygmunt Bauman, Slavoj Zizek, Ulrich Beck y Richard Sennett son los padres patrones de la búsqueda de una ciudadanía 3.0 donde la tecnología, esa extensión de la evolución por otros medios (Ray Kurzweil), nos sirva para ser más personas, no meros consumidores embobados.
Pero hacen falta muchos premios y algo menos de estupidez 2.0 (la ilusión vital de Baudrillard) para ganar esa batalla.
Vivimos una era en la que la aceleración del capital castiga la economía real, incapaz de seguir el ritmo de los algoritmos de los quants, embelesados con su propio enriquecimiento mientras los ideólogos disfrazados de economistas y los políticos obedientes y sin coraje -la life politics de Bauman, consumer friendly, emocional, olvidada de la ciudadanía- se refugian en la diatriba economicista y ególatra de los mercados para disfrazar de verdad incontestable el botín de la codicia.
En este premio y en mi recuerdo falta Tony Judt, el historiador que unido a la grandeza de estos pensadores sigue reivindicando la mejor socialdemocracia liberal contra el supercapitalismo obediente a la especulación. Quizá el jurado de estos premios ha perdido la oportunidad de reconocer a este otro gran defensor de la ciudadanía y lo público antes de que su enfermedad lo rinda.
Bauman. Imposible citar tantos aciertos. Pero me permito una pequeña elección en este blog enredado en los medios, su definición de los medios como los encargados de presentar como dramas la ilusión de lo público para que los consumidores sigan jugando su papel en el sistema.
Como decía Sam Shepard.
"La gente de aquí
se ha convertido
en la gente
que finge ser"
.
Una era de la instantaneidad donde se comercializa y consume una versión privatizada de la modernidad.
Incluso estos premios, con su oropel regio y su reconocimiento al pensamiento crítico en la peor era de la debilidad de las ideas, son parte de ese drama convenientemente serializado por los medios.