El secreto alimenta la impotencia y el rencor de los excluidos. Vale para los políticos, para los ciudadanos y para los medios. Por eso el buen táctico administra el embargo y revela los hechos cuando ya han pasado, pero antes de que alguien se adelante a los demás y convierta el misterio en exclusiva. Y es que una buena exclusiva puede romper hasta el nudo más gordiano.
Zapatero y su secretario de Estado de Comunicación, Fernando Moraleda, decidieron la noche del sábado pasado que el secreto sólo resistía el análisis si era revelado a todos por igual. Y por eso la reunión reservada con el líder de CiU, Artur Mas, se desveló a la Agencia Efe y a los principales medios justo después de su fin (Gordillo escribe la cronología). Con el acuerdo cerrado.
Esta vez no hubo más ventaja para nadie que el orden de las llamadas realizadas desde Moncloa, y siempre después de Efe, utilizada a modo de pool, como en los acontecimientos seguidos por muchas cámaras y reporteros. La negociación fue secreta, pero el acuerdo intentó no dejar a nadie fuera, políticos y medios lo supieron prácticamente al mismo tiempo, que de crispación ya vale.
Los unos, fuera de juego. Los otros, con el tiempo justo para amplificar el logro sin tiempo a grandes reflexiones.
El secreto en política siempre se ha justificado para conseguir los fines adecuados. Lo que no se sabe es si esta vez el acuerdo entre el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y Artur Mas será suficientemente bueno para que unos no se sientan traicionados, otros sobrepasados, otros expulsados y, los más, atónitos ante tanta reserva.
A los periodistas les dieron las cuatro de la mañana cerrando las últimas ediciones, pero al menos no se despertaron el domingo con un gol. Esta vez el pase no se dio a los medios afines. Zapatero y Moraleda (desplegando mañas desconocidas) centraron para el cabeceo de todos.
El presidente y sus negociadores anunciaron durante toda la semana pasada que habría acuerdo para el comité federal del sábado.
Zapatero se presentó ante el órgano directivo del PSOE contento, pero sin acuerdo. Pero dejó claro a los barones y a los líderes del partido su cercanía.
Y la tarde fue para el gran sorpasso. PSOE y CiU le hicieron la pinza a ERC para firmar y escenificar un acuerdo sin el que a Mas y Duran Lleida se les hacía muy cuesta arriba aprobar la nueva ley catalana.
Secreto. Si algo se filtraba, el tripartito no aguantaría. ¿Cómo explicar a tus socios de gobierno que la traca final del éxito se la llevará el partido al que intentan desbancar?
Pero las ventajas para Zapatero son muy grandes: ganar el respaldo del partido más votado en Cataluña para lo que queda de legislatura; bajar un poco los humos a ERC, que ha cabalgado en la espuma de su empujón electoral y su ascensión a socio necesario en la Generalitat; acallar las acusaciones de radicalismo y separatismo, ¿no fue Pujol sostén y aliado de Aznar y Felipe González? ¿no se ha ufanado siempre CiU de servir a la gobernabilidad de España?
Es más fácil para la derecha española aventar fantasmas contra el radicalismo independentista e izquierdista que contra la derecha moderada que prefiere una nacionalidad rica a una nación pobre.
El secreto es aceptado cuando "su publicación no es compatible con el interés público", explicaba Walter Lippmann, uno de los columnistas más pegados al poder que nunca haya existido. Un fin mayor justifica el secreto.
Entre la exasperación de muchos periodistas y políticos desconocedores de la cocina de Alfredo Pérez Rubalcaba, Francisco Caamaño y Zapatero cuajó un pacto esperado pero sorpresivo.
Primero la cautela y luego la publicación simultánea redujeron los riesgos y el rechinar de dientes, al menos entre los medios cuando muchos andan persiguiendo el diapasón del presidente entre el secretismo y la política espectáculo.
Los políticos andan contentos y sólo ERC busca su sitio y un triunfo de última hora.
Lo que no ha aguantado el secreto son los humos de los cigarros de la reunión entre Zapatero y Mas, desvelados por La Vanguardia. Ya el Club de Fumadores por la Tolerancia ha denunciado los abusos presidenciales y "exige a José Luis Rodríguez Zapatero que ofrezca una explicación racional de por qué en su lugar de trabajo sí se puede fumar". Quizá los políticos escapen de la ley antitabaco si la reunión se realizó en las dependencias privadas de Moncloa, lo que aún no ha sido revelado. Queda algún secreto.
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