Abogamos contra la interpretación abusiva de los derechos de autor y el abuso de la propiedad intelectual. Estamos convencidos de que la piratería comercial es un delito, pero también que impedir el derecho de uso y cita justa de ideas, patentes o procesos patentados o sometidos a copyright para crear nuevas obras es un atentado contra la cultura y la investigación científica y técnica.
Algunos también pensamos que los autores deben vivir de su obra si pueden, pero no sus herederos, sobre todo cuando son las entidades gestoras de los derechos, las productoras o distribuidoras, que disfrutan de 70 años más de derechos tras la muerte del o los creadores.
Como delincuentes que somos pensamos que cuando uno compra una obra (libro, película, disco, etc.) tiene derecho a hacer copias privadas para leerlo, escucharlo o verlo en cualquier dispositivo que use.
También pensamos que las obras financiadas con dinero público deben volver al dominio público lo antes posible para poder ser utilizadas por toda la sociedad que las ha pagado.
Pero a algunos defensores de la comercialización desmesurada como Alberto Noguera, todo esto les parece cosa de "enteradillos con ganas de protagonismo", de "deshechos ideológicos del siglo XX" y de "profetas del pirateo".
Es curioso que nos acuse de todo esto un señor que publica un blog bajo licencia libre excepto para fines comerciales y lo hace además en un medio que ha hecho bandera de una defensa del derecho de cita tan amplio que vivió mucho tiempo de reproducir la información y obras de otros hasta que han comenzado a desarrollar contenidos propios gracias a la base que les otorgó el uso, desmesurado o no, que hicieron del derecho de cita.
Alberto Noguera, a quien yo no me atrevería a dirigir los calificativos que él nos dedica, hace afirmaciones que no puedo dejar de rebatir:
"La industria del arte es la responsable de la actual riqueza cultural".
Yo creo que son los autores y una audiencia cada vez más preparada y deseosa de consumir bienes culturales y científicos los responsables de la riqueza cultural, apoyada en un modelo de distribución, difusión y negocio que ahora debe cambiar por los cambios tecnológicos y los abusos de algunos.
Noguera debe recordar que cuando hablamos de derechos de autor no nos referimos sólo a música y cine. A mí me preocupan mucho más las patentes científicas, técnicas, sanitarias, informáticas y muchas más que bloquean el desarrollo y el progreso de ciencias, técnicas y saberes en general.
La tecnología ha permitido desde el principio de los tiempos mejorar la reproducción y difusión de las obras, y la industria se ha ido creando y desarrollando para aprovechar esas ventajas.
Una industria sin creadores no es posible, como tampoco sin la tecnología de copia y distribución para comercializar las obras.
"Lo que ellos proponen es lo mismo que decir que abran las granjas para comernos gratis los cerdos y las gallinas".
Si me como tu gallina o tu cerdo el bien deja de existir. Si difundo tu obra, la cito o con algunos elementos de ella creo otras nuevas estoy creando riqueza y nuevas obras. La obra original no sólo no desaparece, sino que es más conocida, apreciada e influyente.
¿Qué sería de la cultura si no aprovecháramos a Aristóteles, a Tomás de Aquino, a Galileo, a Adam Smith y a tantos más?
"La segunda de las falacias, más retorcida aún, es la de la creación colectiva". Este razonamiento es curioso porque el crítico dice a continuación: "existe desde hace mucho tiempo: las películas, las canciones y en cierto modo las novelas son creaciones colectivas". ¿En qué quedamos?
Y además de eso está lo que hemos leído, la técnica inventada por alguien que utilizamos para construir nuestra obra (piensa en los arquitectos y las técnicas de construcción o en los medicamentos desarrollados a partir de otras patentes, etc.), la colaboración para escribir una novela, una obra científica y un programa informático. Lo que se llama la obra compuesta.
Dice el artículo 8 de la Ley de Propiedad Intelectual que obra colectiva es "la creada por la iniciativa y bajo la coordinación de una persona natural o jurídica que la edita y divulga bajo su nombre". Una anacronía de la ley, según eso los wikis y sus autores no tienen derecho alguno si alguien no los coordina, y tantas cosas más que la tecnología permite.
Claro que existe la creación colectiva. Una aplicación demasiado restringida de los derechos de autor puede obstaculizarla.
"En este Copyfight o como se llame, están refugiados unos ciertos deshechos ideológicos del siglo XX. Los de la abolición de la proviedad privada, las colectivizaciones o la lucha contra el aparato del Estado".
Lo de entender la defensa de la reforma de los derechos de autor como revuelta comunista es tan cansino que sólo dejo patente el anhelo ideológico del crítico.
Alberto Noguera remata su asonada acusándonos de ser unos listillos que engañamos a "paletos" con nuestros libros, artículos o conferencias.
Le aclaro su falta de información como el resto de los aludidos. Yo vivo de mi trabajo de periodista desde hace 20 años. Además colaboro con varias asociaciones y grupos, escribo artículos, libros, doy conferencias y edito este blog.
Por unas cosas cobro y por otras, no. Y quiero seguir teniendo la libertad de decidir cómo, por qué y cuánto cobro, igual que otros tienen su libertad de adquirir y pagarme por mi trabajo o no.
Este deshecho ideológico intenta aprender cada día, y si eso sirve a alguien más, a ambos nos irá mejor.
No somos piratas.
P21 | La cultura necesita otro negocio
Artículos originales en ABCD: No usarás el nombre de la cultura en vano y Negocio y autores, otra delgada línea roja