Algunos grupos de militares (la mayoría en la reserva) han salido en defensa de las palabras del teniente general Mena en La Razón contra el estatuto de Cataluña durante la Pascua Militar. Las cartas al director de ABC vuelven a ser la tribuna preferida por los guardianes de la patria para salir en defensa de las palabras de su compañero de armas.
Los apoyos militares son censurables pero comprensibles porque a algunos viejos uniformes les cuesta enterarse de cuál es su labor constitucional y democrática. La camaradería y la afinidad histórica se impone al juicio.
Dice el ministro Bono que no hay "ruido de sables". Lo que sí hay es preocupación, como entre muchos ciudadanos de Cataluña y España, sobre una propuesta autonomista que sobrepasa en algunos puntos la Constitución y el consenso de la Transición. Los representantes democráticos de los ciudadanos la están discutiendo y acabará votada por el Parlamento español y por los ciudadanos de Cataluña.
Mena dijo en su discurso que "los militares no debemos entrar en disquisiciones políticas" pero al hacerlo abrió la caja de los truenos. Los jefes y mandos que se solidarizan con su compañero afirman que la alerta del teniente general es "un fiel reflejo de la opinión, la inquietud y el sentir de muchos de los mandos y subordinados de las unidades a sus órdenes", y aclaran: "una opinión y un sentir que, sin duda, el Gobierno ya tenía que conocer perfectamente a través de otros cauces oficiales".
¿Por qué, entonces, difundirlas en un acto oficial como un mensaje del mando compartido por todos sus subordinados?
Alrededor de esa pregunta se debaten y fijan sus posturas los medios, que en los últimos tiempos se ven obligados a definirse en materias que parecían superadas.
ABC y La Razón se han convertido en los vehículos de difusión de las opiniones de quienes comparten la del general.
Compañeros de armas y comentaristas analizan las palabras y su sustrato. Sorprende la argumentación de Edurne Uriarte, que acusa a los españoles de vivir bajo el "estigma del pasado" de un militarismo que les hace desconfiar todavía del ejército.
Un repaso a la intervención militar en los asuntos políticos y cívicos de los dos últimos siglos, con varios pronunciamientos, golpes, espadones y dictaduras mediante, no le parece sufienciente razón para que muchos anden escamados de los rumores y las proclamas de los abanderados de la patria cuando visten pistola y mandan tanques.
El Mundo (de pago) se muestra preocupado y reivindicativo con el fondo del asunto, atiza al gobierno y se felicita de que ahora los militares sean sancionados por defender la Constitución y no por estar en contra de ella.
Federico Jiménez Losantos hace profesión de fe liberal y recuerda que "liberalismo y poder civil son o deben ser siempre sinónimos".
En la columna de enfrente Raúl del Pozo critica un pronunciamiento "incorrecto en las formas porque rasga la disciplina y la obediencia al poder civil de unas Fuerzas Armadas que no rechistaron cuando Aznar les envió a la guerra ni cuando Zapatero les ordenó que se retiraran".
En Libertad Digital recuerdan las palabras de Fulbright, "la función del Ejército no es educar al publico en asuntos públicos", aunque tachan la sanción a Mena de "desproporcionada y farisaica".
Miquel Roca suspende sin paliativos en La Vanguardia al general Mena y por extensión a quienes ahora lo apoyan desde los cuartos de banderas o en la seguridad del retiro.
Lluís Foix cree en el mismo diario que los militares "no dan miedo hoy en España" porque la propia Constitución ha fijado su misión y por la profesionalización del ejercicio de armas.
El editorial de El Periódico es más duro: "En democracia, cruza la raya de lo tolerable que el líder de la oposición no tenga nada que decir sobre el contenido de unas declaraciones golpistas. Es la primera vez que ocurre desde la transición".
Josep Pernau, reciente premio Manuel Vázquez Montalbán, alerta contra la vuelta de los salvapatrias castrenses y se confiesa orgulloso de su voto a favor de la constitución europea: "Los únicos sables que hay allí están en los museos y los visitantes los ven como piezas exóticas. Europa es la mejor vacuna para situaciones como la que planteaba el militar".
Desde Europa, en el Financial Times ven la asonada Mena como un anacronismo y sentencian que "los días de los pronunciamientos militares han acabado" al tiempo que piden cautela a los gobiernos de Madrid y Barcelona para llegar a un acuerdo por una España plural pero viable y solidaria, fundamentos también de la Europa unida.
El editorial del diario económico europeo se une a las voces que en España han pedido una reforma constitucional para que quede meridianamente clara la supremacía del poder civil sobre el militar. Tampoco mejora la imagen del PP, no es Zapatero el único con problemas de relaciones internacionales.
Esa reflexión hace pensar en la participación democrática de los militares en la política, decisiva y muy democrática a veces, como ha pasado en Estados Unidos, donde generales como Ulises S. Grant o Dwight D. Eisenhower fueron grandes presidentes, eso sí, tras dejar el uniforme y las armas en los cuarteles y presentarse a las elecciones.
P21 | La estrategia Mena