Al librito rojo de Mao siempre le faltaron varias páginas. Sobre todo las referidas a los derechos humanos y la libertad. En la Larga Marcha se quedaron muchas vidas y conceptos abandonados. Ahora Enrique Dans sufre los rigores de la censura previa, felizmente olvidada en países como los nuestros (aunque la autocensura sigue siendo un cáncer).
No puede acceder a Blogspot más que con trucos para evitar el bloqueo. Lo pasa mal por no poder leerme, pero mucho peor por no poder escribir. Es la maldición de la censura: idiotiza a las sociedades al callar el pensamiento y el diálogo e impone la dictadura de los cínicos.
La singular vía China hacia el desarrollo (capitalismo y totalitarismo estatal) está convirtiendo al país más poblado del mundo en una de las mayores cárceles de periodistas y blogueros independientes con la aquiescencia de grandes compañías como Microsoft o Yahoo mientras crece el consumo y el lujo. Ya se sabe que el progreso material no siempre es aliado de avance moral y social.
Rebecca MacKinnon nos recuerda que "Microsoft, Yahoo y otros están ayudando a institucionalizar y legitimar la integración de la censura en el modelo de negocio mundial de las tecnologías de la información".
Es la consumación del totalitarismo vía capitalista: las compañías extranjeras, la tecnología y el dinero son bienvenidos mientran sostengan los privilegios de los burócratas y no aireen el patio cerrado donde giran sin sentido los ciudadanos de pensamiento capado.
El bloguero de Microsoft, Robert Scoble, ofrece una patética justificación de por qué la compañía de Bill Gates colabora con la censura china e intenta darnos una estúpida y grotesca lección de moralina y realismo político. Es curioso que muchos grandes amantes de la libertad de mercado acaben siempre tan cerca de la idea de que la libertad no es igual para todos.
Dólar obliga.
Un artículo en Asia Weekly etiqueta con sorna y retintín a los blogueros chinos en tres categorías:
>> Jóvenes airados (¡ah, la influencia británica!): jóvenes intelectuales urbanos con cierto sentido de justicia social. Los más políticos.
>> Pequeños burgueses (¡otra vez la revolución cultural!): fascinados por la moda y el consumo, profundamente antirrevolucionarios por su estilo de vida.
>> Blogueros profesionales (¿controlables?): han conseguido inversores y se apoyan en los anteriores.
En Hong Kong, ciudad china con ciertos privilegios de la devolución postcolonial, los jóvenes apuestan más por el audiovisual que por los blogs.
Será difícil mantener a China callada, pero la ayuda de las grandes compañías que se ufanan de la comunicación y las redes sociales es un dato para no olvidar.
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