Había una vez un Gobierno que quería llegar a los ciudadanos, con llaneza, directo, y encargó una fórmula a un mago. Y el mago encontró una, llamó a un duende amigo y crearon un programa de televisión donde los ministros lanzarían andanadas directamente a los ciudadanos, crearían estado de opinión sin mediadores.
Y así nació 59 segundos, un programa para construir una agenda política.
El Gobierno aplaudió a su mago y en el partido se comenzó a hablar de "política espectáculo" y "política basura". Pero el talante del presidente Rodríguez Zapatero se impuso.
Gobierno y PSOE se enfrentan ahora por las consecuencias de la política espectáculo.
Miguel Barroso, secretario de Estado de Comunicación, fue el inventor de la fórmula. Llamó a su ex socio, José Miguel Contreras, de Globomedia, y pusieron 59 segundos en marcha.
Doble objetivo:
>> enviar mensajes directos del Ejecutivo,
>> y de paso dar protagonismo a la televisión pública.
Para evitar enfados, el programa reuniría a representantes de todos los medios importantes. Pero unos no vieron la oportunidad, otros no quisieron mezclarse en un programa que camuflaba humoristas de interpeladores (un desastre que se corrigió de inmediato ante las críticas) y a otros les imponían demasiado quienes sí asistirían.
El partido no lo vio con buenos ojos. Y ahora, convertido en 59 problemas, el PSOE recuerda al Gobierno que el programa fue idea suya. Por eso nadie en el partido salió durante dos días a defender a Miguel Ángel Moratinos, ministro de Exteriores, de la carga del PP después de su acusación de que José María Aznar había empujado el golpe contra Chávez en Venezuela.
Y las dudas surgen.
¿Hay que lanzar bombas en 59 segundos o explicarlas poco a poco?
¿Hay que avanzar la agenda política en la televisión pública o en el Parlamento?
¿Se está volviendo el formato contra el PSOE y a favor del PP?
Unos reclaman tiempo para argumentos. Los otros están encantados con el impacto.
Va a resultar que los deslices de los ministros aceleran la agenda política.
En 59 segundos dijo el ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar, que el Gobierno no era favorable al indulto de Rafael Vera. También avisó a la iglesia de que la era del Concordato se acaba.
En 59 segundos lanzó José Bono, ministro de Defensa, duras acusaciones contra el anterior Ejecutivo por el desastre del Yak-42 y la muerte de los militares españoles.
Demasiados mensajes. Demasiado cortos.
En Las Cerezas el inefable Rodríguez Ibarra reclamó un trato con ETA a media voz con el líder de Esquerra, Josep Lluís Carod.
Y encima algunos amigos se enfadan. Pedro J. Ramírez, director de El Mundo, y Nacho Villa, jefe de informativos de la COPE, se han convertido en los detonadores de las bombas. Héroes mediáticos.
A quienes no han querido estar les escuece.
En Prisa no están contentos. Ahora que copan los gabinetes de prensa gubernamentales y tienen todas las filtraciones que quieren, resulta que las noticias las dan los ministros en TVE a preguntas de la competencia.
En otros medios se arrepienten de no estar. O no se arrepienten, y ellos se lo pierden.
Mientras Miguel Barroso y la vicepresidenta Fernández de la Vega se afanan en que los concursantes de Gran Hermano estudien la Constitución Europea y en corregular a las teles, en el PSOE se ha desatado una verdadera campaña contra 59 segundos y la política de comunicación del Gobierno.
Con el talante del presidente Zapatero ha llegado la era de la política espectáculo. A 59 segundos le acompañan Las Cerezas de Julia Otero y los debates de Pedro Piqueras. Agenda, agenda, agenda.
Demasiada agenda para el gusto del partido.