Siempre andamos a vueltas con los libros, que si se edita, que si hay bibliotecas, que si los autores son buenos, que cómo editamos y para quién.
Entre tanta preocupación duele descubrir herencias envenenadas como la de la Xunta de Fraga, que dejó casi dos millones de libros almacenados de cualquier forma, editados al tuntún y muchos a mayor gloria política, sin catalogación...
La mayoría justificados como los de las familias bien de no lectores: para llenar huecos en la librería del salón, de las que se llevaban antes del minimalismo que desterró el olor del papel amarillo de los salones mínimos, presididos por la televisión y el home video.
Gracias, Manuel Fraga, por editar libros sin sentido para una Ciudade da Cultura donde el canto apologético a la obra de los conselleiros y los estudios universitarios de conocidos y parientes conviviría con Castelao, Dieste, Pimentel, Otero Pedrayo, Pawley, Méndez Ferrín, Rivas, De Toro, etecétera.
Luis Bará, director general de Creación e Difusión Cultural, anuncia austeridad en las ediciones de la nueva administración autonómica y promete crear una librería institucional gallega y un servicio de publicaciones.
Manolo Bragado propone tres soluciones para la edición pública llenas de sentido:
1. Editar los libros no venales (no comerciales) en formato digital, como ya hace el Consello da Cultura.
2. Coedición y edición concertada con las editoriales gallegas.
3. Ampliar los proyectos de colaboración con las editoriales para las obras singulares.
En definitiva, editar con sentido, criterio y aprovechando los recursos que ya existen.