Davos está muerto. El marketing del famoseo y la estúpida redundancia de los mensajes muestra la decadencia de la reunión de los poderosos.
En el blog del New York Times/IHT recuerdan cómo intercambiaba mensajes John Perry Barlow (los Grateful Dead, ¿recuerdan?) el año pasado con los poderosos reunidos en Suiza. Un comentario en ese post es lo más inteligente que se ha oído en Davos este año:
"La política y la economía de fuente abierta son sin duda los modelos más valiosos" (Scott Doniger) en estos tiempos. Política 3.0, sin duda, pero ¿hay alguien ahí?.
"La combinación de televisión y la forma de vida en áreas metropolitanas son simplemente tóxicas para el alma", ha dicho Barlow. Y para la inteligencia, le faltó decir (más Barlow en Elástico). Con el humo de los coches, el kitsch de los grandes centros comerciales y el olor de las barbacoas nace una nueva existencia mutante que cree en el marketing y la religión de la tarjeta de crédito.
Bono es el rey del marketing y ya es la estrella polar de Davos. La beneficiencia vende, así que no ha tenido dificultad en reunir a unas cuantas marcas para impulsar RED, la tarjeta para donar fondos contra el sida. La tribu de la barbacoa se apuntará con su sonrisa de Botox como antes se apuntaban al Día de la Banderita.
Es más fácil hacer beneficiencia marketinera que aburrir con el desfasado concepto industrial de pagar a la gente lo que merece por su trabajo. La transferencia de fondos por la vía laboral no deja tantos rendimientos de marca como una buena tarjeta de crédido.
India ha inundado Davos. China, no. Es la metáfora de la reunión. India evoluciona para ser el gran centro de los servicios baratos del Occidente anglosajón. China crece como la última gran potencia industrial. Los indios saben del marketing. Los chinos todavía lo desprecian.
"La democracia es nuestro objetivo final", dicen los chinos. Todo llegará, alegan los comprensivos, los que entienden la esclavitud de los otros en aras del mercado y el progreso. Es cosa del marketing: adelgazar los valores en aras de la rentabilidad y el mínimo común denominador. Viene bien recordarlo cuando sonríes mientras pasas la factura.
"Es más maligno no ir que ir", dice Eric Schmidt, CEO de Google, para justificar su decisión de aceptar la censura china. La vía china al capitalismo inventa una nueva ética para estas cosas, nada de mano invisible ni mercado libre. El mercado se acota y la mano te da pescozones para quitarte los remilgos. Bajo la sombrilla del dólar se está más a gustito que bajo el sol ardiente de la defensa de eso que las Naciones Unidas llama derechos fundamentales. ¡Olvídenlo, lean un libro de marketing!
Angelina Jolie y Brad Pitt andan preocupados por el futuro de los medios y lo cuentan a los millonarios, empresarios y expertos de marketing reunidos en Davos. Donde la prensa amarilla y la rosa no llegan y los paparazzi son ejecutivos y políticos que fotografían todo con sus teléfonos móviles.
Si no están los sensacionalistas, ¿cómo van a escuchar? ¿Creen que leen el Wall Street Journal? ¡Vamos, los artículos de Variety son ya una condena!
Para Giorgo Armani, socio de RED, "el lujo consiste en pensar de una manera distinta". Ya lo decía Aristóteles. Una cosa es el ocio y otra el negocio. Mientras el negocio sólo da para la subsistencia estás apañado. Después te puedes poner a filosofar.
¡Qué cierren ya este circo!
Por cierto, diga lo que diga Friedman, este mundo no es plano (tiento, Txetxu).
P21 | ¿Es el fin de Davos y Porto Alegre?