Kurt Vonnegut hace tiempo dejó la ficción y se dedica a sus pinturas y a sus artículos, pero también a su lucha humanista contra el gobierno norteamericano y la estructura de poder e ideas que lo sustenta.
El hombre que vivirá dentro de un millón de años para contar este pasado presente, como en alguna de sus novelas, tiene la sospecha de que Estados Unidos "podría haber sido invadido por marcianos y ladrones de cuerpos". El autor de Matadero cinco se siente muy lejos de aquel país por el que dejó la universidad y luchó en la II Guerra Mundial.
"La guerra es ahora una forma de entretenimiento televisivo". Es el grito de Vonnegut contra su país y quienes dominan sus recursos y su espíritu. Por eso se declara ahora Un hombre sin país, el título de su libro de memorias donde recoge sus pensamientos y artículos publicados en In These Times, una de las revistas más izquierdistas de Estados Unidos.
"Si mueres espantosamente en la televisión, no habrás muerto en vano. Habrás muerto para entretenernos". Es el epitafio del hombre que ha convertido la ciencia ficción en el género de crítica social heredero de Mark Twain, George Orwell o Aldous Huxley.
Es el epitafio de la telerrealidad y de las guerras televisadas en las que casi nunca mueren los nuestros y los cadáveres son de los malos o de quienes andan cerca de ellos.
Y descubre la gran maldición de las simplificación televisiva e informativa: "gracias a la televisión y por su conveniencia puedes ver sólo dos clases de seres humanos, o liberales o conservadores". La suprema manipulación de la televisión de imagen en color, alta definición y enfoque esquemático, donde la luz de los focos aplana los matices hasta hacerlos caricaturas maniqueas.
"Nuestros líderes son chimpancés borrachos de poder", acusa el autor de Madre noche. Y contesta a los que se escandalizan por las críticas y su efecto en un país en guerra: "La moral de nuestros soldados, como tantos cuerpos, está ya rota por los disparos".
Pero Vonnegut encuentra algún rincón donde refugiarse de la atmósfera cero y del control mental del poder. "Nuestros medios informativos, diarios y televisión, son tan cobardes, tan poco vigilantes en nombre de los americanos, tan poco informativos, que sólo en los libros aprendemos qué está pasando".
Vonnegut cree en los libros y en los bibliotecarios resistentes frente a las presiones morales, políticas, creacionistas, puritanas, etc. que asolan su país durante los últimos años. Y en ellos pone la esperanza del desenlace de esta ficción del futuro presente.
"Quiero felicitar a los bibliotecarios por haber resistido con lealtad a los matones antidemocráticos que han intentado remover ciertos libros de sus estanterías".
Quedan refugios en los recovecos del pensamiento único.
"La norteamérica que yo amo aún existe -respira Vonnegut- pero no en la Casa Blanca, el Tribunal Supremo, el Senado, la Cámara de Representantes o los medios. Los Estados Unidos que amo todavía existen en el mostrador de nuestras bibliotecas públicas".
The Guardian | A Man Without a Country
Kurt Vonnegut | Cold Turkey
P21 | Lee libros prohibidos