Los periodistas ya no son considerados neutrales y han perdido la inmunidad del derecho a la información en los conflictos bélicos, civiles e identitarios.
55 periodistas han muerto en 2006 ejerciendo su función de informar, según el informe anual del Committe to Protect Journalists (CPJ), una de las organizaciones más respetadas.
El 85 por ciento de las muertes han sido asesinatos, el 11% en combates bélicos y un 4% durante coberturas peligrosas como protestas violentas.
32 han muerto en Irak, un nuevo récord trágico que destaca la invasión del país de los dos ríos como el conflicto de la historia más mortal para los periodistas.
La lista negra del CPJ de 2006 supera en un 17% a la del año 2005, cuando se contabilizaron 47 informadores muertos. El CPJ recoge además otras 27 muertes no confirmadas todavía como directamente relacionadas con el trabajo informativo.
Sumadas dan un total de 82 periodistas muertos, casi los mismos que recoge por el momento el registro de 81 víctimas de Reporteros sin Fronteras (RSF).
Además de Irak, Filipinas y Afganistán, con 3 muertos en cada uno, y países sudamericanos como Colombia, México, con dos, están entre los lugares más peligrosos para los periodistas.
Es especialmente preocupante el emperoamiento de la situación en México, donde los periodistas son acechados por políticos, mafias y narcotraficantes, como ya se denunció en la Declaración de Hermosillo impulsada por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). El CPJ cuenta cinco muertes más de periodistas mexicanos que no relaciona directamente con su actividad informativa. RSF da por buena la cifra de nueve muertos.
En Europa el punto negro sigue siendo Rusia, con dos muertes este año, entre ellas la famosa Anna Politkovskaya.
Informar es cada vez más difícil en un mundo donde los bandos no tienen fronteras definidas y tanto gobiernos como políticos y violentos consideran enemigos a los periodistas.
La mayoría de los crímenes contra los informadores suelen quedar impunes, como han denunciado varias veces organizaciones internacionales. La vida de un periodista vale cada vez menos y son pocos quienes respetan la libertad y el derecho a la información.
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