¿Son los medios de comunicación españoles corruptos? La respuesta de los españoles es sí, según el último informe de Transparency International, publicado dos días antes de hoy, Día Internacional contra la Corrupción.
Los partidos políticos (3,9 sobre un índice de 5 como mayor corrupción), las empresas (3,7) y los medios de comunicación (3,4) son las instituciones tachadas de más corruptas por los españoles.
Esas tres notas son más negativas que la media europea, dos décimas menores en el caso de políticos y medios, y tres décimas menos en los negocios privados.
Partidos, empresas y medios son 5,4 y 3 décimas más corruptos que en el informe de 2005.
La desconfianza de la ciudadanía aumenta.
El origen del mal está en la politización, según Jesús Lizcano, presidente de Transparencia Internacional en España.
¿Son los medios de comunicación españoles corruptos?
La mayoría no si se entiende por corrupción los sobornos, cobros ilegales y actividades ilícitas. Pero los ciudadanos perciben como una corrupción de la función periodística la falta de independencia. Los excesivos y oscuros lazos informativos y económicos con políticos y empresas emponzoñan la imagen del periodismo.
La opacidad de las relaciones entre poderes y medios unido al sesgo informativo de muchos medios promueve esa impresión.
El problema es la desconfianza en el periodismo y su papel en una sociedad democrática. Y también la debilidad de las instituciones en un país donde la política lo invade todo cuando la sociedad civil es todavía muy débil.
Partidos, iglesia católica, sindicatos y empresas son las instituciones en las que menos confían los españoles según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Los medios de comunicación les siguen en el suspenso, aunque con algo mejor nota.
Ambos estudios revelan la desconfianza de los españoles en todo el sistema de poder, en el que incluyen a los medios de comunicación. Sólo servicios públicos como la educación y las ONG están bien consideradas por los ciudadanos, incluso más que en resto de Europa.
La conclusión para los medios es demoledora: no se confía en ellos como instrumento de control y vigilancia del poder.
La abundancia de medios públicos y la dependencia de ayudas, subvenciones y publicidad de muchos privados es ostensible para el público. Y la confianza se resiente.
Los editores y empresarios de la comunicación no parecen reaccionar, preocupados por el mantenimiento de un negocio que pasa por un cambio revolucionario.
Los periodistas, tampoco. El último Informe de la Profesión Periodística 2006, publicado hace unos días, ya revelaba que a los periodistas les preocupa más su trabajo que la crisis del periodismo y la credibilidad.
Pero lo uno no es independiente de lo otro.
Sin confianza ciudadana y prestigio de la función cívica y democrática de la información es imposible mantener medios independientes valorados por el público.
La falta de credibilidad hunde el negocio de la información.
Superar esa situación es tarea de todos, editores de medios y periodistas. Al menos de quienes sigan creyendo que la información de calidad tiene futuro como función pública, profesión y negocio.
Los medios están con el poder cuando deberían estar con los ciudadanos. Y cuanto están contra el poder suele ser más por motivos políticos que por interés público. Los ciudadanos lo saben.