En Le Web 3, la conferencia francesa sobre blogs e internet, se ha montado una bronca espectacular por la aparición estelar de políticos como Nicolas Sarkozy y Francois Bayrou (a la caza del impacto Ségolène Royal).
Las acusaciones contra el organizador, Loïc Le Meur, director de Six Apart (Movable Type, TypePad), arrecian por introducir en el programa a última hora a políticos para los que trabaja él y su compañía (con lío de intereses incluido).
¡Bienvenido sea el final de la inocencia!
Los políticos aman a los blogs porque les permiten superar a los medios y llegar directamente al electorado. Los blogs aman a los políticos porque son activistas, por la fascinación del poder o porque son una oportunidad para hacer negocios.
La blogosfera es política y activista desde el principio. Política y tecnología siguen siendo las grandes estrellas de esta conversación universal. Y cada vez más. Lo que comenzó como activismo y expresión de tantas personas, ahora es un instrumento más de la propaganda y acción política de líderes y partidos.
Unos lo hacen con más sinceridad que otros, pero algunos que están a uno y otro lado (como ocurrió hace poco en Estados Unidos) se juntan y comienzan a hacer negocios.
Muchos blogueros caen ya en esos pecados de los que tanto han acusado a los periodistas y a los medios tradicionales.
Pero la hora de la verdad llega.
Y la realidad vuelve a demostrar que no se puede estar en todos los lados a la vez. La blogosfera es un nuevo espacio público. Y en él confluyen personas individuales, cada una con sus ideas y convicciones, pero también colectivos, partidos, empresas e instituciones.
Y nada es neutral.
El negocio y los intereses pueden mezclarse con las ideas, pero es necesario tener la transparencia y responsabilidad que tanto se pide a otros, a los tradicionales de todas las áreas.
Quizá la blogosfera sea la mayor manifestación de la modernización reflexiva (Ulrich Beck), los ciudadanos y la sociedad pensándose a sí mismos para reconstruir los consensos de la vida en común, los valores, los objetivos públicos.
Pero la punditocracia acecha. Y entre los nuevos líderes de la ciberopinión no se debe perder de vista que la política es personal. A veces demasiado.
La posmodernidad ha sancionado ese carácter: sustitución del bien común y los principios universales por la política de la vida cotidiana, tan local y cercana que es muchas veces más cómoda y emotiva, pero también se olvida de lo que ocurre puertas afuera y en un tiempo más amplio (trascendente, por emplear una palabra maldita).
La ventaja de las instituciones era proveer a los individuos de una organización donde facilitar la abstracción, encontrarse con otros y superar la individualización para pensar más universalmente. En teoría ayudaban a limitar y contextualizar los intereses particulares.
Pero la gente está hoy muy lejos de las instituciones. El proceso de disolución es enorme y muchas son sólo zombies. Las mantiene la tradición y la rutina.
Pero la conducta importa.
La independencia y la transparencia son importantes cuando se pretende informar y concienciar a los demás. No hay nada malo en ser panfletario, sesgado o simplemente defender con ahínco determinadas posturas. Pero es bueno que se sepa si detrás hay más intereses que las convicciones.
Ese ha sido el caso del Le Web 3 y de las recientes acusaciones contra blogueros norteamericanos.
El fin de la inocencia.
Es hora.
Enrique Dans, que estaba en Le Web 3, comenta lo ocurrido desde una visión sin interés político, aunque le pesa la amistad con el organizador del evento.
P21 | ¿Pagarán los políticos a los blogs?