Con tanto alarmismo sobre el plagio -excesivo, muy excesivo- la nueva aplicación del Grupo de Investigación en Ciberculturas que permite averiguar si un texto ha sido reutilizado en la web será una joya para los suspicaces (para estudiantes copiones, objetivo real del desarrollo, es un vigía implacable).
Yo prefiero verlo como un detector de intertextualidad. Cada día me hacen más gracia esos grandes defensores de la cultura abierta tan suspicaces contra el mashup de textos. A mí me encanta. Cada vez que alguien utiliza un texto mío pienso que ha valido la pena, que una idea, una imagen, un verbo, han logrado su objetivo.
Prefiero que me citen. No cuesta nada y aporta más información al lector, pero si me plagias me comunico a través de tu pensamiento y tus obras. Te atrapo. Quizá me preocuparía si esto fuese un negocio, pero no lo es.
Para autores neófitos es bueno recordar que no hay mejor lector que el plagiador, supera incluso a los grandes glosistas. Y los buenos plagiadores mejoran tu obra.
Cópiame, mi texto también tiene sus herencias.