ETA rompe el alto el fuego nueve meses después. 2007 comenzará como 2006, con la amenaza del terrorismo. Por el camino queda otra oportunidad. La clave del futuro está en saber si a pesar de todo se avanza o vivimos un paso atrás difícil de recuperar.
La banda terrorista responde a la confianza del presidente Zapatero con su lenguaje de bombas: esta vez en la nueva T4 de Barajas y sospechas entre los servicios de seguridad de que puedan seguir más.
Con avisos y sin muertos. Simbolismo de bombas calculadas fríamente para amenazar sin bloquear eternamente el camino. Tensión para una paz estancada. Un momento en el que todos fijan sus posturas: unos con la política y la ley, otros con la violencia.
Ahora más que nunca, cuando vuelve el terror y el estruendo de las bombas, es cuando más urgente y necesaria se hace la unidad para la paz. Pero también se alimentan los miedos, la desconfianza y se da fuerzas a quienes se oponen o resisten a una solución para acabar con el terror.
ETA venía amenazando con la intensificación de la kale borroka, el terrorismo urbano. Las fuerzas de seguridad lo sabían. Los mensajes de una posible ruptura aumentaron los últimos días y volvieron los controles de carretera a la N-I.
¿Tenía sentido el mensaje de confianza emitido ayer por Zapatero?
Seguramente sí, porque este proceso "largo, duro y difícil" no ha hecho más que empezar. Como en otros anteriores y en otros lugares, no se abandona el terrorismo fácilmente. Cuando se lleva el diablo en la cabeza durante tantos años subsiste una gran infraestructura política, social y económica. No es fácil desentrañarla y convertirla a la democracia.
La confianza no debe ser cándida ni el coste político tan grande como para perder la credibilidad. Debe ser una voluntad, no una interpretación de la realidad.
Fin de la tregua, muchos lo dan por hecho. El desmentido de ETA al gobierno es preocupante, pero el camino para la paz no es recto ni tiene atajos.
Cuando vuelven las bombas es hora de que todos recapaciten sobre qué han aportado para superar la violencia. Los primeros, los terroristas y sus defensores, pero también los responsables políticos y quienes en varias ocasiones han parecido más interesados en obstaculizar el camino de la paz que en facilitarlo.
Sin voluntad de todos, la paz será muy difícil.