"No tomarás en falso el nombre del Señor tu Dios". Segundo Mandamiento. Y contra el precepto siglos de blasfemia. Pronunciada mil veces hasta el punto de no recordar ya su significado. Como un latiguillo más. Blasfemia simple, no herética. La herética se opone a la fe. La simple, según el Compendio Moral Salmaticense, "es la que no se opone a verdad alguna de la fe, pero desea o impreca a Dios algún mal". Gestos y palabras contra Dios.
Palabras contra la autoridad, contra la ley, contra la moral, contra las ataduras cotidianas.
Hoy la blasfemia ha perdido mucho de esa rebeldía de lo humano contra la autoridad de Dios. Para muchos, durante tantos años, cada imprecación soez era un símbolo, una invocación del libre albedrío. Como quien reafirma a cada palabrota su libertad, aunque sólo sea de palabra.
Pero hostia ya no tiene ese significado. Casi siempre es sólo otra imprecación de un lenguaje empobrecido.
Ya nadie clama contra Dios a la puerta de una Iglesia. Ya nadie ofende y se maldice de cara al altar. Los herejes y blasfemos de otros tiempos son sólo unas páginas en la historia de los heterodoxos.
Para los católicos fervientes cada palabra blasfema es un atentado contra la representación de Dios y por eso la plataforma Hostia.org emprende en internet y con vallas en las carreteras una campaña. Objetivo:
"Se propone animar a las personas que usan la palabra 'hostia' fuera del contexto que educadamente le corresponde, bien como exclamación, o como expresión de algo sublime, para que en la medida de lo posible, desaparezca esta costumbre malsonante".
Los creyentes animan a los injuriosos a pensar si saben lo que hacen: "Cada persona que usa esta expresión, debería plantearse si realmente quiere usar éstas formas o lo hace siguiendo una tradición, valorando que es lo que se aporta y que es lo que se puede molestar a otras personas".
¿Será mucho pedir?
La campaña, al margen de si se está de acuerdo en sus fines o no, revela varios rasgos de nuestra época: banalización de los valores, inconsciencia de actos y pensamientos, desaparición de las normas cristianas de la vida cotidiana, aumento del lenguaje soez, etc. Pero también una vuelta a la visibilidad y presencia pública de las religiones.
Lo piden los obispos: más presencia de los cristianos en la vida pública. Lo vemos en el resto de religiones, sobre todo el islam: la polémica del velo, la persecución contra la blasfemia de caricaturas, óperas y otras obras.
Los promotores de Hostia.org afirman que no quieren ser "farolillo de guía espiritual" no quieren imponer, sólo "hacer reflexionar al respecto, (...) toda persona es muy libre de usar el léxico que ha elegido con todas sus expresiones, y ésta decisión es respetable".
Coincido, aunque puede que en la sociedad de la atención con su mensaje sólo consigan más latiguillos y menos blasfemia.
Para blasfemar hay que tener intención de oponerse a Dios.
De lo contrario, se ofende a otras personas sin razón.
La campaña nos hace reflexionar. Sobre el significado de lo que decimos. Pero también sobre la nueva presencia de las religiones en la vida pública.
Comprendo que a los creyentes les preocupe la blasfemia sin sentido. Pero también deben preocuparnos los rastros del delito de blasfemia en las legislaciones y el empuje, en España y en tantos países, sin llegar al integrismo de algunas leyes sometidas al islamismo, para que este pensamiento contra las creencias de algunos vuelva a ser castigado por la ley de todos.
P21 | Criticar a dios (con cuidado)