En ciudad ajena. Convocado como jurado del premio ya ganado, Sergio Pitol lee. En el bar del hotel. Esquinado a la ventana. Un poco torcido sobre la tapicería roja.
Los hoteles son buenos sitios para leer. Pero no en la habitación. Sergio Pitol ha leído todos sus días de jurado del Cervantes en el bar de ese hotel de letras, donde los escritores acuden a entrevistarse con los periodistas. Cercano un café, Pitol lee entre la gente cuando la tarde tira a gris. A veces leer solo, en la habitación de un hotel, es estar demasiado solo, como aquella mujer de Edward Hopper. Sola con su carta.
Mejor el bar. Si la letra no acompaña siempre se escucha la conversación ajena. O a otro escritor contando sus letras a un periodista. O se mira afuera de la literatura.