El dictador chileno Augusto Pinochet ha muerto a los 91 años en el hospital militar de Santiago sin que la justicia haya podido sentarlo en el banquillo por sus crímenes. Es la última victoria legal de un tirano.
Ahora resurge la pelea sobre sus funerales que, seguro, darán más consuelo a su familia de la que recibieron sus víctimas.
A los que tanto lucharon por la justicia, un recuerdo con las últimas palabras de Salvador Allende, el presidente democrático depuesto y asesinado por Pinochet: "Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen... ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos".