A los periodistas les preocupa más su situación laboral que la crisis del periodismo y los medios.
Los problemas del oficio superan a los criterios profesionales cuando hay más licenciados que nunca (59.138 desde la creación de la facultad en 1972, 25.797 trabajando en la actualidad).
Es la conclusión del tercer Informe Anual de la Profesión Periodística realizado por la Asociación de la Prensa de Madrid.
Los tres principales problemas de la profesión son la precariedad laboral (67,7%), el intrusismo profesional (45,8%) y la baja remuneración (42,4%), según los mil encuestados.
Sólo después viene la falta de independencia, la crisis de la credibilidad, la mala imagen o la ética.
La mayoría (63,1%) no quiere cambiar de medio. La inseguridad y la falta de estímulos profesionales mantiene a los periodistas atados a la silla en cuanto logran cierta comodidad. Un estancamiento y falta de flexibilidad laboral también reflejado en la calidad e innovación profesional.
A los periodistas les preocupa su trabajo. Al público, la credibilidad, que sigue descendiendo. Los medios sacan este año un 6 sobre 10 y desciende la radio, enfangada en la crispación.
Según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS, en pdf) los medios tienen un suspenso raspado del 4,84 de confianza en un entorno donde sólo aprueban las ONG (5,9).
Los medios de comunicación pierden la confianza del público, pero todavía están por encima de los empresarios (4,3), los sindicatos (4,2), la iglesia (3,8) o los partidos (3,4).
Se queja la audiencia del efecto altavoz de las disputas y el excesivo posicionamiento ideológico: las informaciones menos creíbles son las del corazón (61,1 por ciento) y las de política local y nacional (44,5 por ciento), según la encuesta de la APM.
Sensacionalismo y politización son las dos fuerzas de erosión del periodismo. El público lo tiene claro, desde siempre (aunque también caiga una gran parte de la audiencia en esa fascinación).
Situación laboral y pérdida de credibilidad e independencia están muy relacionadas. Las relaciones empresariales, económicas, publicitarias y de licencias entre medios y políticos son uno de los principales problemas del periodismo español, acentuado por un estado autonómico convertido en inmensa máquina de control y propaganda.
Cuando el fin de la era de la prensa arrecia, crecen los medios, los ciudadanos se lanzan a informar y opinar, y las audiencias se fragmentan, las esclavitudes financieras y los negociantes metidos a editores deterioran la profesión y también el oficio.
Y los grandes medios tampoco están a salvo. La presión para seguir manteniendo márgenes de beneficios de otras épocas pesa en exceso.
Mucho más que la innovación y la apuesta por otros modelos más sociales y menos economicistas.
El periodismo y los medios profesionales están perdiendo protagonismo en el espacio público. Ya no son la "nación hablándose a sí misma" de Arthur Miller ni el vigilante del poder y representante del público de la visión democrática del periodismo.
Walter Lippmann lo decía claro: "La calidad de las noticias en la sociedad moderna es un índice de su organización social".
El nivel del periodismo español no es independiente del civismo y grado de ciudadanía. Su retroalimentación está en la cadena vital de la democracia. Necesitamos más periodismo y más ciudadanía tanto periodistas como público.
La crisis del oficio no es independiente de la crisis del periodismo. La mediación se esfuma como lo hace la representatividad social de los medios.
Por ahí se pierde la credibilidad y el interés, pero también el sueldo y la estima.
APM | Informe Anual de la Profesión Periodística 2006
Fernando G. Urbaneja | Credibilidad menguante (.doc)