No somos piratas. Queremos y respetamos la cultura. La hacemos todos los días. Componemos, escribimos, hablamos, citamos, fotografiamos, pintamos, reconocemos los derechos de los demás. Compartimos nuestros derechos con licencias de uso abierto. Probamos para elegir y compramos lo que nos gusta y nos parece de calidad. Vamos a conciertos y a museos, a pie o virtuales. Vemos cine a raudales, en butaca tradicional, en la tele, en vídeo, en DVD, en el ordenador. Leemos, leemos y escuchamos.
Nos tiramos horas poniendo cosas en la Red, unos sus ideas, otros sus conocimientos, otros construyen plataformas para relacionarse, muchos mejoran las herramientas informáticas de otros.
Somos una sociedad de autores.
Nos entristece ver las bibliotecas desabastecidas, muchas con libros de descarte donados generosamente por editores e instituciones. Nos avergüenza oír a músicos vocingleros entregados al marketing y a productores de éxitos de lista tramposa dando clases de solidaridad. A los ejecutivos y señores de la industria hablando de diversidad cultural.
¿Cuándo ha habido más diversidad cultural, más voces? ¿Cuándo más gente ha puesto su trabajo y su obra a disposición de los demás?
No se les ocurre otra cosa que reprimir (nota de prensa, pdf), que intentar que todo siga igual, que nada cambie. Discípulos del gatopardo.
Estamos contra las mafias de la copia indiscriminada que se aprovechan a la vez del trabajo de los creadores y de la desesperación de muchos inmigrantes, pero también contra quienes han encerrado la cultura en el celofán y el código de barras de los grandes almacenes.
No somos piratas, señora ministra de Cultura. No tiramos nada por los suelos, señora vicepresidenta, no se esfuerce con los ripios para dar titulares.
Queremos autores que vivan de su obra. Y nuevas formas de distribución, más baratas y eficientes gracias a la tecnología que mejoren la capacidad de publicación y acceso a la cultura y los productos culturales.
No queremos que sigan enterrando millones en museos a mayor gloria del político de turno, queremos museos y espacios culturales abiertos, durante más horas y más baratos, más participativos.
No queremos que nadie nos imponga su cultura. Preferimos construirla nosotros, juntos, colaborando.
Queremos disfrutar del patrimonio y la cultura que pagamos con nuestros impuestos, señora ministra, no pagar dos veces y que encima nos abronquen.
No queremos pagar canon por los libros en las bibliotecas, sobre todo cuando los disfrutan quienes menos capacidad de adquirirlos tienen o los más jóvenes, que deben probar y leer mucho antes de elegir.
No necesitamos un Ministerio de Cultura para organizar saraos y gastar dinero público en fastos con apariencia culta a dónde se invita a los de siempre.
Queremos un Ministerio que se parta la cara por poner al alcance de todos el máximo de obras, el máximo de ideas, que mire al futuro de la sociedad del conocimiento, no al pasado de un desaforado capitalismo cultural que prima lo que más vende por encima de sus valores.
Queremos unos derechos de propiedad intelectual que no petrifiquen la creación, que sigan permitiendo la cita justa, la intertextualidad, el guiño, la composición sobre lo compuesto, que permitan a la ciencia avanzar conocimiento sobre conocimiento, invento sobre invento.
Queremos que los derechos de autor sirvan para recompensar al creador, no para permitir a la industria renovarlos hasta el infinito.
Somos una sociedad de autores, señores y señoras ministros, señoras y señores de la industria. No nos van a engañar y no nos van a callar.
Cultura libre y responsable. No te rindas.
Si quieres protestar envía un correo electrónico al Ministerio de Cultura.
Plan integral del gobierno para la disminución y la eliminación de las actividades vulneradoras de la propiedad intelectual (pdf, 51 páginas)