En El Retiro ya están montando las casetas de la Feria del Libro, que este año luce cartel de Ana Juan.
Será la primera feria en la que el libro ya no necesitará ser de papel, aunque siguen contando las 49 páginas de la Unesco (¿cómo contarán las páginas en libros sin papel ni su simulacro?).
La ministra Carmen Calvo andará ufana y los editores también. Ya tienen anteproyecto (pdf) con financiación para unos añitos. Las librerías consiguen la ratificación del precio fijo, como pidieron el año pasado.
Cuando el libro ya no es de papel el precio por lectura se impone. Si es verdad habría que revisar los derechos de autor, en manos de los editores.
Los derechos de autor surgieron para proteger a los autores y a los editores. Hoy son su gran carga por exceso. La mayoría de los libros tienen una vida útil (comercial) muy escasa. En parte por la lógica del mercado, su calidad y actualidad, y en parte por la carrera de la saturación de títulos. El mercado del libro desde la perspectiva de la industria del consumo masivo, cuando un libro no es eso.
Sólo muy pocos autores se atreven a liberar sus obras para darles una nueva vida y establecer una nueva relación con el lector.
Algunas editoriales (Xerais, Siglo XXI) comienzan también a liberar fragmentos y ciertos contenidos para entrar en un mercado donde la economía de la atención necesita conversación. Y la conversación, siempre, necesita tema e interlocutores. Y "leer es dialogar", como recordaba José Antonio Millán en el I Congreso Nacional de la Lectura (sin lectores).
Los libros ya son digitales en su mayoría. Y los que no lo son están en proceso. Los libros ya son otra cosa, porque pueden relacionarse con otros y es posible navegar a través de sus páginas y sus citas.
Son líquidos. Y también fragmentarios. La gran sinécdoque: un libro no es papel, es la obra. Lo dice ya el Diccionario y así será en la nueva ley del libro.
Es hora de reflexionar en serio sobre el nuevo entorno digital, las ventajas de disponer de los libros en los buscadores y de reinventar un concepto de la edición alejado de la impresión. El dilema de la prensa ha llegado al libro. Que los editores de libros aprendan de los periódicos: no hay vuelta atrás.
Prepárense para una sociedad de autores que en muchos casos no necesitan editores. Y en otros precisan editores digitales y genios del marketing (tradicional y viral). Las wikinovelas y los blooks están aquí para quedarse. Y muchos preferimos los blogolibros sin papel.
¡Si el amado Julio Cortázar lo viera!
Así que a la sombra de un árbol en El Retiro, apartados un rato de la canícula mercantil miope, va siendo hora de reflexionar sobre lo que ya es presente para que el futuro de la industria editorial exista. Si quieren, vamos, cada vez los necesitaremos menos. Pero sería bueno que el algoritmo de un buscador no determinase qué leemos.
P21 | Precio fijo y pago por lectura
Wiki P21 | Blogs literarios y sobre libros
P21 | Feria del Libro 2005