Hubo un tiempo en el que los referendos se hacían sobre las disposiciones y leyes y no sobre los partidos. A diferencia de las elecciones, luchas por el poder, un referéndum es la sanción de una ley o proyecto por la ciudadanía. Los partidos están a favor o en contra, pero defienden o rechazan la causa de la consulta.
El objetivo es una iniciativa, no la lucha partidista.
El referéndum sobre la reforma del Estatuto de Cataluña se parece cada vez más a unas elecciones sin convocar. Todos se aferran al poder y nadie parece concentrarse en un proyecto político a punto de alumbrar sin la ilusión y consenso con el que comenzó su gestación.
La radio televisión catalana decidió romper con los espacios por partido en la propaganda del referéndum y formar bloques del sí y el no. Una iniciativa quizá mejor para los ciudadanos y los periodistas pero muy perjudicial para ERC y PP, metidos en el mismo saco, donde están, pero por motivos muy diferentes.
El eslogan del PSC, una andanada contra el PP, ataca al bloque del no con las armas canallas de una lucha partidista, no defiende la causa del referéndum y pone contra las cuerdas a los partidos ahora y en el futuro.
Pasqual Maragall está a la defensiva de su presidencia y su proyecto de tripartito. Enfadado con el presidente Zapatero, lo acusa de confundir a Cataluña con nacionalismo y de sus cariños con CiU, herederos de los de Adolfo Suárez, Felipe González y el primer Aznar.
CiU observa como entre ellos se despellejan y se convierten en los únicos defensores del estatut y de un nuevo gobierno para Cataluña. Pujol y Mas estarán encantados de ver cómo el tripartito comenzó revelando las vergüenzas del trescentismo y acaba en una lucha intestina entre la izquierda que recuerda tristemente las siniestras disensiones de la II República y durante la Guerra Civil.
El PP tiene causa: la lucha contra un totalitarismo con raíces en su negativa al proyecto de estatuto y animado por la estrategia del PSC, que cae en los peores vicios de las algaradas del PP que tanto le disgustan en el Congreso.
Venganza de insultos y descalificaciones. Pobre democracia.
¿Y Esquerra? Los metieron en el bloque del no con el PP, el aliado más indeseado por los republicanos. Y la disputa entre socialistas y populares los anula, aunque quizá incline más a cierta izquierda catalanista a sus posiciones. Ellos que tanto empujaron un estatuto que al final repudian. Carod Rovira le recuerda a Maragall y al PSC que los necesitarán para un nuevo tripartito: "No se apunte al castigo fácil a Esquerra, a la descalificación o a la estigmatización (...). No rompa puentes que hagan imposibles ciertos escenarios de futuro".
La pregunta es, ¿alguien va a defender de verdad este estatuto o ya nace putativo?
P21 | Bloques y flexibilidad para el estatut