Las leyes españolas son suficientes para garantizar el derecho al honor y a la intimidad, contesta el gobierno a Isabel Pantoja y a su pareja el ex alcalde de Marbella Julián Muñoz. Los famosos habían reclamado mayor protección contra los paparazzis y las cámaras, revueltas con la corrupción de Marbella.
Vive del cuché y morirás en él. Es el destino de las vidas aireadas en los medios del corazón tripero. Isabel Pantoja, explotadora del universo de la imagen, exige protección cuando no le pagan por su jeta. Es lo que tiene el negocio y las aventuras con la política espectáculo, de las que tanto sabe su novio, alcalde mediático para bien de su bolsillo.
Los famosos se revuelven contra la telebasura de la que viven. Cuidan sus ingresos, no su intimidad.
La tonadillera y el alcalde han intentado la jugada de Carolina de Mónaco contra la prensa alemana pero sin pasar siquiera por los juzgados. Autorregulación, pedían. Que se autorregule el famoseo y su negocio de exhibicionismo. Y con ellos el infame universo rosa. Siempre, no sólo cuando el cheque no llega.
Las prisas ya se sabe de dónde vienen: la pegajosa inmundicia de una investigación donde algunos dan con sus desfachateces en la cárcel y la codicia por vender lo suyo. Esta vez los famosos de Marbella son de interés público (preámbulo y artículo 8 de la Ley de Protección del Derecho al Honor, a la Intimidad Personal y Familiar y a la Propia Imagen).
Si todos tienen las fotos y el derecho a la información la imagen no vale nada y no habrá quien pague la exclusiva. Pobres desamparados.
P21 | El peligroso show de Marbella
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