La Comédie-Française decidió eliminar de su programa una obra de Peter Handke y se ha montado la marimorena. ¿Censura, comisarios políticos, derecho a no dar renombre a los defensores de los genocidios y el racismo?
Si querían silenciar al autor, no lo han conseguido. Peter Handke, escritor con una obra en decadencia, ha conseguido la fama que no tenía antes de defender el régimen genocida serbio de Slobodan Milosevic.
A cambio, la revisión de sus panegíricos y hagiografías reaviva la condena de los asesinos y sus defensores. Y además ilumina la crítica sobre las exageraciones de la propaganda de uno y otro lado en tiempos de guerra.
Handke asistió al entierro de Milosevic y elogió su figura. Antes había escrito una defensa de Serbia y un ataque contra las potencias occidentales y los medios de comunicación por su intervención en la guerra de los Balcanes.
Un viaje a los ríos... Justicia para Serbia despertó muchas críticas en las que se atisbó el resurgimiento del nacionalismo eslavo y fue entendido como una provocación por otros.
Marcel Bozonnet, administrador del histórico teatro francés, no pudo resistir conocer las palabras del escritor austriaco en el funeral de Milosevic. Dice que acepta el principio de la diferencia entre el autor y su obra, pero no soporta darle la mano.
Del vómito por las ideas a la negación de la obra. Es una reacción humana, pero peligrosa.
Escritores, autores e intelectuales se ponen a favor y en contra. Unos defienden la libertad de expresión, otros condenan la censura y a los comisarios políticos, hay quien ve en Handke una especie de Pío Moa de los Balcanes y quien lo defiende por denunciar los crímenes no serbios.
Handke acusó al nacionalismo croata y bosnio de disolver la heroica Yugoslavia de Tito. Retórica serbia con fondo de razón. Pero la ilegalidad política de tantos no justifica el horror de la limpieza étnica.
El escándalo sigue a la condena de prisión contra el historiador británico David Irving por negar el holocausto nazi y a la polémica sobre las caricaturas de Mahoma, brutalmente contestadas por los islamistas radicales.
¿Qué sería de tantos autores si juzgásemos sus obras por sus ideas políticas?
Bajo la polémica anida la moderna pasión por la pseudohistoria, ese revisionismo profundamente ideológico que hacen unos y otros. Sobra mito e ideología en la historia y faltan hechos y contextos comprensibles.
En una guerra civil hay criminales en todos los bandos. Nada más sangriento y cruel. Lo sabemos bien en Caína. Rescatar los huesos, las culpas y las inocencias de unos y otros es imprescindible. Negar los hechos y la realidad es mentir y manipular.
Condenar a todos al olvido es volver a asesinarlos.
Handke es culpable y también lo son algunas de las versiones que denunció. "He escrito sobre las víctimas serbias, ya que nadie lo había hecho, sin dejar de pensar también en las víctimas croatas, en los musulmanes", afirma.
Sus palabras en el entierro del ex presidente serbio deben quedar para su eterno oprobio. Se puede defender a un pueblo y a sus víctimas, pero no a sus asesinos. O mejor, también se les puede defender, pero entonces se debe saber lo pegajosa que es la sangre y el crimen. Empapa tu cuerpo, tu mente y tu alma y nunca se desvanece.
Los propagandistas del mal tienen derecho a existir. Otros tienen derecho a no soportarlos. Los nacionalismos tienen su origen en el exceso y no se combaten con otro exceso sino con la razón y la libertad. Vale la pena recordarlo.
Que Handke quede en evidencia y se denuncie su hagiografía del genocidio. Y que la Comédie-Française no revise la vida e ideas de todos los autores que representa, porque estamos aviados.
Todo esto al menos servirá para conocer y revivir los errores y aciertos del escritor austriaco y sus defendidos.
Actualización: para la discusión sobre este tema con JP Quiñonero y los defensores de Handke se pueden consultar las informaciones reseñadas por JPQ. La explicación del escritor de por qué fue al funeral de Milosevic en Le Monde (pdf) me ratifica en mi condena de su defensa del genocida, aunque respeto (aunque en muchos casos no comparta) los argumentos para exculpar de ciertos horrores a Serbia y la denuncia de los horrores de los otros.
A la muerte del líder serbio, The Economist publicó una necrológica y un especial informativo donde desgranaba varias claves de la siniestra historia. Decía: "Milosevic no fue el único mal pero, entre los muchos diablos que contribuyeron al horror de las guerras de la secesión de Yugoslavia, fue el más preminente. Por supuesto, más que nadie, fue el responsable de aquellas guerras".
En mi opinión, la defensa de Handke se debe hacer desde la defensa de la libertad de expresión y la necesidad de investigar todos los excesos. Pero la reivindicación de los asesinos no es justa.
P21 | El compromiso es el lector