RTV Marbella y el diario gratuito La Tribuna no cumplían los principios inspiradores de la televisión local pero sí los de los okupas de un ayuntamiento supurante de corrupción.
La gestora nombrada tras la Operación Malaya y el desmantelamiento del ayuntamiento cierra los medios creados por el gilismo para controlar la información pública. Ya no necesitaban ser servicio público, sino simples operadores de televisión (legislación comunitaria), pero se les seguía exigiendo "objetividad, veracidad e imparcialidad de las informaciones".
Por 3,8 millones de euros al año, la televisión y el periódico eran la "plataforma para los insultos indiscriminados a la oposición democrática y a los medios de comunicación y para el sectarismo más radical hacia los sucesivos equipos de gobierno gilistas y postgilistas".
Una vez hecho en Marbella el ejemplo debería servir para analizar el mapa de la televisión local en España y avistar otros focos de infección de los principios inspiradores de los medios de comunicación del poder municipal.
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