Iñaki Gabilondo deja la Ser por Cuatro, la nueva televisión en abierto de Prisa, y se queja en una entrevista en El País de la batalla bronca de los últimos años de la radio, politizada, opinativa, en muchas ocasiones abanderada de un enfrentamiento social y político que, a juicio del periodista, "no es tan brutal" como el de las ondas.
"Perdí el oremus", reconoce Gabilondo al hablar del ex presidente José María Aznar y la tragedia del 11M. Quiere recuperar en su nueva tarea de conductor del telediario de la noche de la cadena de Prisa una actitud más informativa y menos crispada.
El periodista más creíble de España, según las encuestas, habla de un degradación de la radio "por los disparates de la política" y reconoce algunas culpas: "Me he tenido que meter en andurriales opinatorios que no eran correctos, resultado del forcejeo".
Pero confía en su sustituto, Carles Francino, y cree que "la radio va a depurarse de las anomalías". Él promete que en su nueva etapa televisiva "no voy a entrar en intervenciones tan radicales de opinión, pues además en esa actitud es en la que creo".
Gabilondo pone el dedo en la llaga de algunos grandes males del periodismo español de los últimos años. La participación de los medios y muchos periodistas en la batalla política no desde el terreno de la información y las ideas, sino desde el poder y el negocio.
Las reflexiones de Gabilondo sobre su propia ubicación en una función que no le corresponde recuerdan las palabras de Hugo Young, uno de los grandes periodistas políticos británicos:
"Si la separación del periodismo y la política no implica que los periodistas desafíen constantemente la extensión del poder arbitrario, entonces ¿cuál es la razón para no ser un político?".
Pero es más fácil no presentarse a las elecciones y pensar sólo en el EGM, contar con la impunidad de no ser responsable de los hechos, y admonizar y demonizar desde las ondas y las columnas de los diarios.
El periodismo en España necesita salir de esta trinchera de una batalla por el poder bastarda. Si la desaparición de algunas tribunas, si el cambio de medio, público y función de algunos de los principales actores de esta tragicomedia ayuda, bienvenido sea.
Demasiada opinión y demasiada información torticera en busca de poder (político, económico, personal) y escaso cumplimiento de algunos preceptos básicos del periodismo:
"La primera obligación del periodismo es con la verdad...
Su primera lealtad es con los ciudadanos...
Sus practicantes deben mantener la independencia de aquellos de los que informan. Principios del Comitte of Concerned Journalist.
Defiende Gabilondo a las empresas cuya única actividad empresarial y corporativa es la comunicación: "Lo que distingue a este grupo (Prisa), o al Grupo Vocento, para que se pueda entender lo que quiero decir, es que son organizaciones profesionales cuyo objetivo en la vida es la comunicación". Los demás, dice, tienen además otros objetivos, y apunta directamente a la Cope y su inspiración eclesial.
Pero también existen dos males más en este sentido que el periodista donostiarra no reseña:
>> El periodismo corporativo: afectado por los otros negocios de los grandes grupos que no son la información y donde al final se sacrifica la información por los resultados económicos, por el apoyo descarado o taimado a los otros negocios, por la caída de las barreras entre la información y el entretenimiento, por la rebaja de las exigencias por razones de mercado.
De esto se sabe en Prisa.
>> El periodismo de celebridades: donde la fama sustituye a la credibilidad y la proyección mediática y robusta de la imagen propia sucede al compromiso con la verdad y la honestidad. Periodistas convertidos en personajes de una obra en la que no se apean de su papel. Y cada día la platea pide más, hasta que el esperpento de la celebridad sustituye a la profesionalidad.
Y casi ningún grupo nacional se ha librado de la tendencia en los últimos años.
Pecados y erosiones del periodismo de nuestro tiempo, rodeados de políticos pusilánimes atentos a la demoscopia y las tertulias, pagados por ejecutivos con dominio de la hoja de cálculo y poco cariño por los valores periodísticos.
Gabilondo promete menos opinión y más noticias en Cuatro. Y será bueno si cumple. La televisión está tan marcada como el resto de los medios pero eso que se ha dado en llamar, con sorna, la crispación, da peor en la tele. Y el dinero y la audiencia están por encima de muchas ambiciones.