La Red periodística hispana fue poblada con rapidez por los confidenciales. La falta de transparencia de los medios, la ausencia de voces diferentes, el hermanamiento bastardo de política, medios y finanzas alimenta un fenómeno cuyas batallas se disputan día a día.
Y ahora surgen los ciberdiarios de opinión, un eufemismo para rebajar todavía más la exigencia periodística, alimentarse del rumor y la entretela, y ni siquiera arriesgarse a ser tachado de bucanero.
Viejos periodistas paseados por los salones del poder y el dinero son los promotores de estas nuevas pulgas de poltrona. Hay de todo, serios y bellacos, animados y sosos, bien pagados y lastimeros, informados y desinformantes, pero ahí andan y crecen hasta el día en el que la selección natural ponga de nuevo en marcha la trituradora. Pero internet es barato y la carne de periodista, más.
El último es Diario Ibérico, dirigido por Antonio Galeote, transunto castellano de e-noticies. Hace unos días fueron elplural.com, autodenominado periódico digital progresista, de Enric Sopena, y antes El debat, de Ramón Pedrós, hermanado con el Diario Crítico de Fernando Jáuregui.