Cuentan que en las noches lanzaban vacas con candiles en los cuernos para atraer a los barcos contra las rocas. Después los saqueaban. Los raqueiros, piratas de tierra, reaparecieron de nuevo el jueves pasado en Camariñas, en la Costa da Morte, cuando un yate de lujo embarrancó en Punta do Boi, muy cerca del Cementerio de los Ingleses, donde reposan los restos de los 172 tripulantes del Serpent, hundido en 1890.
El Art dió con la quilla en las rocas como tantas veces antes lo han hecho barcos de trabajo, no buques de lujo como este.
Los cinco tripulantes fueron rescatados e inmediatamente llegaron dos lanchas que a pleno día desvalijaron el yate, como cuenta Xosé Manuel Pereiro.
Comenzaron por merendar algunas viandas de lujo, pero luego la emprendieron con el utillaje. Más tarde, el representante de la compañía de seguros fue a un bar de los de salitre reseca y dijo que los propietarios estaban interesados en recuperar un aparato concreto. Y apareció.