El acuerdo de los dos grandes partidos, PSOE y PP, sobre la reforma del estatuto valenciano ha tapado uno de sus mayores problemas: un nuevo ataque al pluralismo político de la sociedad al mantener la exigencia de porcentaje mínimo de votos para obtener representación en el 5%.
Acuerdo fácil entre los partidos mayoritarios porque así garantizan su poder y el bipartidismo efectivo. Una derrota más de la democracia representativa, incapaz con estas restricciones de representar adecuadamente a la ciudadanía.
La España plural se construye a golpe de bipartidismo nacional y con concesiones territoriales a los nacionalistas, pero no hay espacio para más.
En las elecciones generales rige el mínimo del 3%, aunque la Constitución no lo especifica, una barrera electoral que refuerza las derivadas de la ley d´Hont y de la delimitación de las circunscripciones electorales, bien diferentes en función de autonomías y población.
La representación de los pequeños partidos es uno de los monstruos de la derecha, que constantemente protesta por el papel de los partidos nacionalistas en algunas autonomías y por situaciones como la de la actual legislatura nacional.
Con el nuevo estatuto se consolida el alejamiento de las cortes valencianas de los pequeños partidos (resultados 2003), con la protesta del Bloc y Unió Valenciana, sólo secundada ayer por Izquierda Unida.
Cuando los ciudadanos demandan más cercanía, participación en las decisiones y responsabilidad, los políticos están más preocupados por mantener sus privilegios y alejar el pluralismo del poder.
Universidad Autónoma de Madrid | Más votos y menos escaños: el impacto del sistema electoral en las elecciones catalanas de 2003 (pdf)
Instituto Ortega y Gasset | Hacia una teoría integrada de la representación política