El vicepresidente y ministro de Economía, Pedro Solbes, condiciona la subvención extraordinaria de 575,2 millones de euros a Radio Televisión Española en 2006 al diseño de un plan de saneamiento con una fuerte contención del gasto y una amplia reducción de personal, que se calcula entre el 30 y el 50% de los más de 9.300 trabajadores actuales, 8.258 fijos y más de un 1.100 contratados.
Es hora para Carmen Caffarel de asumir la responsabilidad que contrajo con el presidente José Luis Rodríguez Zapatero: reformar RTVE.
El año que viene será de transición sólo en el modelo. Hace falta una limpia antes de poner en marcha una reforma que no funcionará sin un fuerte saneamiento financiero, laboral y de gestión.
A los sabios se les pidió una reflexión sobre el servicio público, cómo sustentarlo y gestionarlo es cosa de otros. Los votos particulares de Fernando G. Urbaneja y el asesor del Ministerio de Economía, Miguel Ángel Arnedo, no son papel mojado.
Solbes repite lo ya dicho tras la entrega del Informe de los Sabios. Sabe que sin una reforma estructural es imposible hacer eficiente al Ente y detener la sangría, pero para eso no puede esperar a que los sindicatos se sienten en consejo de administración, porque entonces la lucha política alrededor de RTVE se sumará a las discrepancias dentro del Gobierno entre quienes quieren más eficiencia para garantizar el servicio público y a quienes les preocupa el coste del enfrentamiento con trabajadores y sindicatos.
Las televisiones autonómicas están lanzadas por la misma pendiente de deuda y desde el Ejecutivo se ha pedido a las que estrenarán las autonomías socialistas que sean más contenidas.
Zapatero ha abierto el melón televisivo, podrido en su parte pública, y muy difícil de recuperar mientras las cadenas sigan siendo cañones de los poderes políticos.