La reina y su cohorte de ministra, políticos y demás ya han inaugurado La Chocolatina, esa explosión de voladizo bermellón que Jean Nouvel ha adosado al viejo hospital general de Villanueva. Nouvel plantó en Barcelona un enorme pene que hubiera hecho feliz a Dalí y en Madrid se queda un remedo brillante pero con menos alma del Pompidou.
Es curioso lo de este MNCARS que nació impetuoso con Tomás Llorens y ha ido perdiendo fuerza, ideas y atrevimiento conforme se sucedían directores.
Lo que más destaca de La Chocolatina es el bar que regentará el chef Sergi Arola y que seguramente será lo más visitado del nuevo edificio.
Hoy presumían de biblioteca en el telediario y las estanterías estaban vacías. Así es la cultura española.
Antes piedra, piedra. Ahora titanio, acero y cristal pero poca alma, poca accesibilidad, poca vocación de mostrar y demasiadas medallas para el poder político en este estado museístico nuestro.
Un paseo por los grandes museos en internet desnuda las penurias de los salones sin alma cívica españoles. Antes los museos eran para los privilegiados, y ahora son oropel de nuevos ricos. Y así nos va.
El MNCARS no es de lo peor, pero con los 92 millones de la ampliación podían haber dejado algo para mejorar la web. Pero al menos se puede llegar a la colección.
El Museo del Prado, orgullo artístico de España, es un desastre merecedor de la mala leche negra de los goyas de su interior. Páginas estáticas, no hay bases de datos, carga lento, flash innecesario...
Al moderno Guggenheim se le acabó la modernidad en su caparazón de titanio. Ejemplo de edificio que se come lo que alberga, en la Red no tiene bases de datos y es casi imposible ver las obras.
El Museu d'Art Contemporani e Barcelona (Macba) está mejor, puedes llegar a la colección, verla parcialmente e informarte sobre cada una de las obras, pero en cuanto te descuidas te cuelga el ordenador o te atiza un pdf.
El Centre d'Art Santa Mónica está peor, subsumido en la web de la Generalitat.
Entre los museos Picasso, BCN y Málaga, es difícil elegir. El de Barcelona es sencillo, efectivo y está bien ordenado. El de Málaga, obra postrera de la inefable ministra Carmen Calvo en Andalucía, es como ella, todo fachada y poca chicha.
De lo mejor, el Thyssen, cumple estándares de las mejores webs de museos.
De lo nuevo, Patio Herreriano, a pesar de su lentitud en cargar, es el más homologado con los servicios de las buenas páginas de los grandes museos extranjeros.
De los de fuera, mis preferidos son los de casi todo el mundo, el MoMA neoyorkino lo tiene casi todo, muy rápido, muy ordenado, muy accesible. La colección online es para quedarse en ella a reventar el ADSL y tiene un gran buscador. Los proyectos para la Red son un lujo.
No se queda atrás el MET. El Metropolitan de Nueva York tiene una excelente web con un fantástico timeline para aprender el arte desde el principio de los tiempos.
De vuelta a Europa, la Tate de Londres lo tiene todo, todo, todo. Y a un clic.
El Pompidou demuestra por qué sigue siendo la meca del arte de vanguardia, desde el diseño de la página y los colores.
Y entre los clásicos, el Louvre y el British Museum están a la última.
A nosotros nos gustan las piedras y los materiales corpóreos donde el poder político brilla mejor.