El Parlamento Europeo ha renovado su anterior, patética e ineficiente página web para superar su enorme brecha con los ciudadanos. La nueva sólo ha costado 1,2 millones de euros y se presenta en 20 idiomas, pero eso sí, cuando se avanza por la página se vuelve irremediablemente al inglés y al francés.
Tres céntimos por ciudadano europeo no dan derecho a disfrutar de toda la información de la página en los idiomas oficiales.
Alguien ha hecho un buen negocio.
Y eso que la presentación proclama que se "puede navegar en las 20 lenguas oficiales de la Unión Europea y consultar su contenido redactado especialmente pensando en los ciudadanos".
Cinco áreas: noticias, parlamento, sus diputados, actividades y el canal de televisión.
La mayor ventaja de la nueva página es presentar la actualidad en la portada y una navegación por temas que ayuda a orientarse. Las bases de datos están más integradas y se puede llegar a los documentos y trabajos parlamentarios, cosa que antes era casi imposible.
Sobra quizás un tono demasiado marketinero en la zona dedicada a los ciudadanos, pero la tendencia a que las instituciones se comuniquen directamente con el público sin la intermediación de los medios es imparable.
Mejora páginas institucionales muy malas como la del Congreso español o el rígido institucionalismo del Cámara de Representates norteamericana o los Comunes del Reino Unido, pero le falta el orden y la exhaustividad de la Asamblea Nacional o el Senado franceses.
Mejor, pero un poco caro, señor Borrell.
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