Os Diplomáticos de Monte Alto (A Coruña) ya no existen. El alma del bravú, que no es un movimiento ni farrapos de gaitas, se quedó en su último concierto, el viernes pasado, en la Plaza de España, corazón del barrio donde sonó por primera vez el acordeón de Xurxo Souto, que ya no estaba, pero estaba todavía o berro bravú y la sombra de Pucho Boedo, cantando desde el cielo de alcohol y verbena donde reposa el alma de Los Tamara.
1990. Marcha en la calle de la Torre, tapas en la Plaza de España y copas en Ítaca.
1991. Arroutada Galaica, primer disco producido por la Fundación Resentidos.
1993. Antonio Blanco, genio negro y amigo, rueda La matanza caníbal de los garrulos lisérgicos. Bravú siniestro. Aquellas tardes con The Cramps y The Cure... y luego Pucho, para arroutar
1994. Unión Bravú. Pucho mío que estás en los cielos, santificada sea tu voz de trueno y Elvis enxebre. Toca o acordeón, Xurxo, e cala, carallo.
Manolo Rivas, vecino, cantó su paso por las calles de San Amaro y el Matadero. Luego Xurxo Souto sería el cronista oficial de la ciudad anclada al mar y el viento con sus Contos da Coruña.
No son aquellos contos ao carón do lume de nuestra infancia de nenos labriegos, son historias de bar de chicos de barrio y futbolín, de gastar acera y ver vacas, paciendo y volando, junto a la Torre antes que el Deportivo saliese del infierno gracias a un vello do carallo y un brasileño do demo.
"Historias carnochas de esta Coruña máis rabuda", escribió Xurxo en mi ejemplar de sus cuentos de gente de acá e acolá atrapados entre el puerto y Riazor.
¡En pé, gaiteiros! ¡Sempre Bravú!
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