Sacudones de cambio en la prensa
José Luis Rodríguez Zapatero todavía no ha comenzado a gobernar y ya la prensa siente el temblor suscitado por el nuevo rumbo. Primero fue la política exterior, ahora le toca a la interior. Los movimientos en los medios son la desesperante prueba de la falta de independencia de la prensa, uno de sus males más graves.
La división política de los últimos años ha tenido una de sus máximas expresiones en el alineamiento periodístico en uno u otro bando. José María Aznar y sus gobiernos son culpables en gran parte por su intervencionismo en los medios: de la guerra digital a los cambios en Antena 3 pasando por Radio Televisión Española.
El PP llegó al poder en parte gracias a una fuerte ofensiva mediática frente a los errores, la corrupción y las sospechas sobre Felipe González y los anteriores gobiernos socialistas. Se va con cambios en los medios.
Los socialistas comienzan su segunda andadura en el gobierno estatal impulsados por un escenario comunicativo en el que los nuevos medios comienzan a jugar un papel importante.
En el horizonte, la promesa de Rodríguez Zapatero de cambiar el modelo de televisión pública para despolitizarlo y la creciente influencia de la comunicación interpersonal a través de móviles, SMS, foros, blogs, etc.
Diarios, radios y televisiones llevan varios años instalados en el ámbito del poder, en lugar de estar más firmemente en el del periodismo. La mayoría de los grandes medios están directamente alineados con unas u otras opciones, más allá de la realidad y los intereses de los lectores.
No es un fenómeno sólo español. Aquí se ha reseñado el asalto del poder económico –y de la industria del armamento– a la prensa francesa. En España ya sucedió con la irrupción de grupos no periodísticos como Telefónica o Planeta.
Es un mal síntoma para el periodismo.
Luis María Ansón deja la cabeza operativa de La Razón a Mauricio Casals, un hombre de su confianza y de la de Planeta que presumiblemente redimensionará un periódico en el que se ha invertido mucho dinero en promociones y firmas, principalmente. Ansón sigue en su Canela Fina. Cambia la mano ejecutiva, ¿cambiará la cabeza ideológica?
En la redacción se temen los ajustes, pero la pregunta es si Planeta va a mantener la política de comprar difusión con promociones agresivas. ¿Subsistirá –y dónde– La Razón con un esfuerzo promocional menor y sin la agresividad ideológica de estos años? ¿Necesita Planeta La Razón cuando ya está consolidando Antena 3?
El Mundo intenta recolocarse al arbitrio de su director, experto en estas tareas. Algunos meses atrás, un grupo de profesionales del diario comenzaron a pensar un El Mundo sin Pedro J.–el llamado proyecto 2010–, a pesar de la reafirmación de su contrato con Rizzoli, accionista mayoritario.
Inevitablemente El Mundo debe repensarse sin Pedro J., su fundador y alma, si no quiere ser simplemente un medio personal, vitalicio, y quiere asegurarse una continuidad.
Por ahora el diario de la calle Pradillo ha logrado tener una personalidad en papel y otra en la Red. ¿Esquizofrenia o marketing?
Pablo Sebastián vuelve a fracasar (El Independiente) en su empeño de lanzar sábanas (bajo la engañosa ecuación papel grande=calidad) cuando los verdaderos sábanas comienzan a ser tabloides. Se estrella de nuevo en el intento de vender un medio de presunta calidad sin la redacción adecuada para lograrlo.
Expansión comenzó en plena campaña electoral su operación de abrir el ámbito de su información para convertirse en diario único del centroderecha económico.
ABC continúa una singladura que comenzó con la fusión de hace dos años con el Grupo Correo, que ha dado lugar a Vocento.
Es el único de los diarios nacionales nacido antes de la Transición y con un modelo centenario. Su identidad es más sociológica que política. El rumbo adecuado dependerá de la interpretación de su pasado y la proyección que haga de su futuro.
La Vanguardia ha perdido, entre tripartito y nueva mayoría socialista en Madrid, gran parte de los objetivos y asideros entre los que se ha movido en los últimos años.
El Periódico de Catalunya renace cumplidos los 25 años y vuelve a sus orígenes de diario de inspiración progresista y posición clara, como ha demostrado con la cobertura de la campaña electoral y los acontecimientos del 11 y el 14-M.
El País y la Ser son los estandartes del centroizquierda y reinan sin oposición en la izquierda mediática nacional, un mercado al que nadie aspira, empeñados sus oponentes en arremolinarse en la estrechez de la audiencia de centroderecha.
Es hora de cambio
Algunas ideas:
>> reforzar la independencia de los partidos y el poder;
>> luchar por aumentar la credibilidad, el principal punto débil de la prensa (especialmente la nacional);
>> apostar por un modelo económico menos dependiente de las instituciones;
>> más transparencia en el reporteo, los principios y las afinidades;
>> instalarse en el lado de la información, no en el del poder.
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