Poco más de tres mil personas protestaron ayer en Barcelona por el siniestro del Carmelo. Más de un millar son desalojados de las viviendas hundidas en el túnel del metro.
La solidaridad de diseño catalana hace aguas. En el Carmelo novelado a lo tranvía llamado deseo por Juan Marsé viven charnegos, aquí no lucen los fastos del multiculturalismo global de diseño tan querido en BCN. Las manifestaciones del Carmelo afean la BCN de pasarela.
Es lo que tiene el apoyo de los ricos, pierde fuelle en los asuntos políticamente poco correctos y menos estéticos.
Pasqual Maragall, el president irresponsable (el reglamento del Parlament garantiza la inviolabilidad), atiza rescoldos frentistas y denuncia complots de la derecha. La retórica frentepopulista del tripartito se impone a la de los enemigos del país.
A CiU se les puede acusar de corruptos, pero no de antipatriotas, más que nada para no seguir fastidiándola con el nonato nou estatut. Nunca los payeses y botiguers fueron antipatriotas, al menos en el mito originario del catalanismo.
Carod y ERC, agazapados en la crisis para evitar el desgaste, ya dicen que PSC y CiU son cosa del pasado. El líder de Esquerra pasa por encima del 3% como pasa casi toda Cataluña y anuncia cambio de régimen. El futuro de Cataluña está en ERC, gracias a Maragall, muy principalmente (de eso saben algo en Ferraz y no andan muy contentos).
El ex ministro Josep Piqué saca tajada al frente de un remozado PP de Catalunya y es el único que ha sorprendido para defender la investigación. Presenta una moción de censura inviable con el único objetivo de ser escuchado y forzar el debate en el siempre tan silencioso Parlament (perdón, modales de oasis, no silencio).
Piqué para a Rajoy y dice que "el 3% es entre catalanes". Nada de anticatalanismo. Piqué pone al PP en el centro de la política catalana, aunque se un espejismo, pero es el único que ha hecho política estos días.
El 3% es un rumor a pesar de que sólo un puñado de constructoras hayan acaparado las obras públicas durante los últimos años de Jordi Pujol en la Generalitat. Hacer país, se llama. ¿Para qué adjudicar obras a empresas españolas cuando ya tenemos del país? Hacer país bien vale incumplir un poquillo la ley, encarecer algo la factura y hacer menos transparente la gestión. Pero ¡caramba, si un país bien vale una guerra también una mordida en lengua propia!
Escribe Antonio Franco, director de El Periódico: "El 3% es una leyenda o una inmensa calumnia. Doy fe de que, salvo cosas muy puntuales y aisladas, los periodistas catalanes nunca pudimos sustanciar y convertir en informaciones, con nombres y cifras, lo que circulaba sobre pactos sin papeles o maletines sin recibos".
En La Vanguardia, convertida este domingo en parlamento de papel, el ministro José Montilla, charnego en Madrid, se queja de que el PSC ha estado poco acompañado en la crisis. ¿Poco acompañado? Apuñalado por ERC, diría.
Artur Mas explica el porqué de la querella contra el president y rectifica para dejar a salvo el estatut. Hacer país antes que la honra.
Pero no niega ni el 3% ni la corrupción. Eso sí, dice que no ha habido financiación ilegal de la coalición. Deja la duda sobre los bolsillos personales.
El honorable Pujol (¿o ya no lo es?) sale a defenderse, como era de esperar, pero aquí nadie niega nada.
Mucho país y poca verdad.
Pero no desesperen, Joan Saura (Iniciativa per Catalunya) quiere incrustar en el nou estatut el derecho a la felicidad de los catalanes. Sea.
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