Jesús Ceberio dejará la dirección de El País el 4 de mayo (30 aniversario del diario), trece años después de llegar al cargo. Un mandato un poco más largo que el de Juan Luis Cebrián, el director fundador, mandarín y consejero delegado de Prisa. Será previsiblemente el último de los directores de la era fundacional, de los primeros años del diario, cuando se hizo líder de la prensa española.
Su sucesor, si los pronósticos a favor de Javier Moreno se cumplen, será de otra generación. El primer director criado y formado dentro de la cultura El País y que ha desarrollado toda su vida profesional en Prisa.
Ceberio será recordado como el director que vivió desde su despacho el desgaste de los peores años del gobierno socialista de Felipe González, vio pasar los cadáveres de la guerra sucia del GAL para mayor gloria de El Mundo y empezó como cabeza del diario gubernamental para luego encarnar una dura oposición contra los gobiernos populares de José María Aznar con guerra digital incluida.
A Ceberio le tocó modernizar el periódico con los frenéticos cambios de los últimos años: conversión de Prisa en un grupo audiovisual, expansión internacional, internet, gratuitos y un peso cada vez mayor de la opinión en las páginas y en el escenario periodístico.
Quizá por todo esto tituló Estado de incertidumbre ($) su artículo en el especial de los 10.000 números del periódico.
Quizá la única certidumbre de estos años ha sido su monopólico lugar como estrella orientadora de la izquierda en un firmamento periodístico nacional apretado en la derecha y bien despejado al otro lado.
La soledad muchas veces también es fortaleza.
Ceberio ha encabezado más cambios que nadie y a pesar de todo El País parece el de siempre. Varios proyectos de renovación elaborados durante los últimos cinco años reposan, abandonados y olvidados, en algún cajón de Miguel Yuste o de Gran Vía.
Los últimos cambios: la eliminación de los cuadernillos de ediciones (precio del papel obliga), ligeros cambios de tipografía y aumento del uso del color, aquel recurso que Juan Luis Cebrián maldijo durante tanto tiempo y que ahora es obligado.
El fin de la generación de los fundadores no amenaza a la cabecera. La cultura periodística de El País y su equipo profesional son fuertes. Las amenazas las conoce ya este director pato cojo como los presidentes cuyo mandato expira: el periodismo corporativo y las afinidades ideológicas. Los dos elementos críticos para el diario líder de la prensa española y emblema de la empresa de Jesús Polanco.
Unos las consideran fortalezas, El País creció en los años del primer gobierno socialista, pero ahora la caída general de la difusión y la crispación política empujan demasiado.
El País no es sólo un diario. Es una escuela cívica y política, y un escenario social y cultural para dos generaciones de españoles. El propio presidente José Luis Rodríguez Zapatero y su esposa Sonsoles Espinosa podrían ser los protagonistas de su marketing. Ambos se enamoraron con El País bajo el brazo y es su primera lectura desde su aparición.
Ninguno de los diarios españoles había conseguido nunca esa fortaleza: ser referente político, cultural y vital de muchos lectores y ciudadanos. Hay gente viviendo permanentemente en la galaxia Prisa: leen El País, escuchan la Ser, consumen los libros y los autores de Santillana (a la que ya fueron fieles en los textos del colegio), y si no estaban todavía abonados a Canal Satélite ahora ya tienen Cuatro para no perderse ni un asteroide del imperio.
Y El País tiene la responsabilidad de ser el líder y referente del imperio. La piedra clave del universo.
Ceberio comenzó en El Correo, donde fue jefe de Local, y se sumó al proyecto de El País en 1976 como miembro del núcleo duro. Sucedió a Eduardo San Martín como director del fracasado semanario El Globo y después sería el director con menos firma y personalidad pública del diario.
La lista de posibles sucesores se ha manoseado hasta el infinito con viejas glorias, motores de la redacción y tapados bien apoyados desde las alturas. Pero la suerte parece echada si los idus de marzo no desvelan una traición.
El País cambia de director y de generación. ¿Cambiará el periódico? La respuesta...
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