Esquerra se revuelve, no ceja en su defensa de la recaudación de fondos mediante el sueldo de sus cargos políticos y denuncia la "hipocresía" de los atacantes cuando algunos también mantienen el diezmo y otros no se atreven a presumir de finanzas limpias y honestas.
El bombardeo político empuja a los dirigentes de ERC a emprender una caza de brujas implacable de sesgo estalinista (peor los heterodoxos que los enemigos) para encontrar a la fuente que filtró la noticia y la carta recaudatoria a El Periódico y El País.
En el objetivo, Iniciativa per Catalunya-Verds (ICV).
El contraataque de Esquerra no sorprende en Barcelona, pero sí que otros periodistas ayuden a los políticos a señalar la pieza como ha hecho La Vanguardia con la pluma de uno de sus subdirectores en la coda de un artículo.
Algunos ríen de la pataleta y otros se indignan: si se ayuda a cazar a las fuentes en un territorio asolado por la ley de la omertá pocos se atreverán a informar a los periodistas. Y los ciudadanos vivirán en el agridulce oasis de la ignorancia.
La Vanguardia no publicó el sábado pasado la noticia de la carta recaudatoria de Esquerra y tuvo que citar a "otros medios" por conducto Efe.
Algunos creen que no se enteraron, otros dicen que no quisieron.
Tres días después el diario dirigido por José Antich va a rebufo mientras sus competidores publican informaciones con el mismo compás y la misma letra.
Esta vez la celeridad y la precisión son mayores que cuando el famoso 3%, la cuota de las obras públicas de la que todos hablaban y nadie denunciaba.
Pero sin fuentes no hay información. Matar al mensajero es cosa de políticos, no de periodistas. Cuando acabas con las fuentes de otros también entierras a las tuyas.
P21 | Vuelve el clientelismo