Un, dos, tres, responda otra vez... Los concursos han cambiado. Ya no necesitas concursantes con glamour como los implicados en el famoso escándalo de los quiz shows (recordado en la película de Robert Redford).
La era de los grandes concursos ha pasado. Ahora basta con un pequeño estudio, algún presentador, preguntas fáciles y muchos concursantes llamando por teléfono a números de pago o enviando SMS.
Para las pequeñas cadenas locales o algunos canales de televisión temática, el dinero de los concursantes es suficiente negocio. Los premios son pequeños y en muchos casos promocionales, la pasión del juego es suficiente para animarse a abonar unos céntimos por las llamadas y los mensajes de móvil.
Es la nueva televisión participativa. Sin pretensiones, barata, modesta, donde nadie se avergüenza de errar porque no se da la cara. Hasta puedes identificarte con un apodo.
En Gran Bretaña y Alemania la llamada televisión participativa (PTV) es ya un fenémeno. Dicen que es adictiva y que produce grandes beneficios con audiencias pequeñas.
En España las televisiones locales son las reinas del formato, a menudo mezclado con la teletienda, los consejos sexuales, de astrología o de salud. La televisión participativa busca más los ingresos directos de sus televidentes que la publicidad a la que no llega por sus pequeñas audiencias.
¿Quieres ser millonario? En la televisión participativa no lo conseguirás, pero puedes ser una pequeña estrella entre gente como tú.
El escándalo de los concursos derribó el mito de la bondad de la televisión en los años 50. ¿Dañarán los fraudes y los abusos el futuro de la televisión local y los pequeños canales temáticos?
Un, dos, tres responda otra vez...