Telemadrid es un "bastión de la defensa de España", según Manuel Soriano, su director general. Pero el ardor político de la cadena impulsado por sus directivos y el gobierno autonómico de Esperanza Aguirre, dispuesta a ganar en política con la televisión sea cual sea el coste, no convence a los madrileños, poco partidarios de ese pendón unitario y cerril tan frecuentemente criticado por otros nacionalistas.
Las audiencias de Telemadrid caen a los niveles más bajos de su historia: 14,4% de cuota en 2005, la peor autonómica con excepción de la televisión de Castilla-La Mancha (mucho más joven y modesta) y casi dos puntos por debajo de la media autonómica del 16,6% de audiencia.
Si las peleas en el consejo de administración entre populares y socialistas son continuas, las últimas decisiones han indignado a los trabajadores hasta el punto de convocar movilizaciones contra la dirección de informativos por sus atentados contra "los principios de objetividad, imparcialidad y veracidad" por informaciones y programas como el reciente 11-M, un año después.
"La gestión de Soriano se traduce en una pérdida de 2,6 puntos de audiencia", afirma el socialista Adolfo Piñedo, miembro de la Comisión de Control de RTV-Madrid en la Asamblea. Telemadrid está "en caída libre", ya que pierde "a razón de un punto de audiencia por año".
La desmesurada ambición y manipulación política de las autonómicas convierte a estas televisiones y radios en medios muy poco adecuados para el servicio público y muy valorados como instrumento de propaganda partidista.
Desde la pérdida de las elecciones del 14 de marzo, los populares se han lanzado a una política de oposición al gobierno desde el poder territorial muy apoyado desde las viejas y nuevas televisiones públicas.
Nadie, ningún partido ni político quiere perder el control de tan valiosos medios. Una actitud insoportable que requiere una reforma profunda del modelo de radiotelevisión pública en España para independizar esos medios de los intereses políticos.
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