"El libro es ahora lo que sólo de manera secundaria era antes: una mercadería, quedando sujeto en su promoción comercial a las implacables leyes del marketing". Leo las palabras del centenario Francisco Ayala en ABC y me pregunto si el marketing, experto en vender, es también buen editor.
The Sunday Times envió hace poco un par de capítulos de dos reputadas novelas de VS Naipaul y Stanley Middleton, premio Nobel el primero y los dos ganadores del prestigioso Booker. Ningún agente ni editorial las aceptó y tampoco nadie las reconoció, lo que despierta severas dudas sobre su cultura libresca.
La frase inicial del artículo es demoledora: "No pueden juzgar un libro sin portada". Y es que en una gran parte del mundo editorial importa el nombre, la celebridad, y no la obra.
No me extraña el desdén contra Naipaul. Un observador tan fino, inteligente, pero a la vez duro, déspota y crítico de la realidad no tiene buen acomodo en tiempos débiles.
Uno de los mejores retratistas del choque de culturas, razas y religiones no puede ser un bocado apetitoso para los devoradores de volúmenes con sus frases cortas, cortantes y contundentes, empeñadas en iluminar un mundo vivo en una especie de oscuridad.
Naipaul siempre me ha recordado a Elizabeth Costello, o más bien al revés.
¿Y Middleton? Retratar la familia y sus vicios y pasiones sólo vende hoy si es un reality show. ¿Quién perdería tiempo en la infinidad de novelas de salita de estar, cocina y dormitorio familiar que pueblan la historia de la literatura?
Pero los textos y los tiempos cambian.
¿Quién elige? ¿El editor o el director de marketing?
JP Quiñonero también se queja hoy del marketing literario porque abandona escritos antes de leerlos.
Quizás faltan críticos, como decía Ayala, para "mediar entre los productos literarios nuevos y el lector actual".
El fin de la mediación en la literatura, dice el escritor. Quizá sea porque los buenos críticos no abundan en la prensa y los grandes medios (demasiado hermanados con las editoriales) o porque el todopoderoso marketing abona mejor sus títulos con publicidad que las ideas e impresiones de una crítica independiente.
"Una imbatible propaganda astutamente calculada con vistas a las grandes cifras está llegando a ser la verdadera mediación entre el libro y el público lector". Palabra de Ayala.
P21 | Poco que ver con la literatura