Thursday, March 02, 2006

Racistas

Vivimos un rebrote del racismo, tan ignorante, intolerante, abusivo y peligroso como siempre, pero todavía más porque a algunos les parece divertido y porque esa fútil diversión encuentra la comprensión y la disculpa de muchos.
Son divertidas hasta el premio las letras de la funesta chirigota ceutí y también los cánticos y gritos felones de los ¿aficionados? que insultan a Eto'o y otros futbolistas negros, quizá los mejores por los que pagan sus entradas.
Los actos racistas siempre han sido muy entretenidos para sus burlones practicantes. Es la risa de los descerebrados, incapaces de burlarse de sí mismos, para lo cual hay que ser inteligente y consciente. Es la risa de los cobardes, los maltratadores y los asesinos, incapaces de comprender el valor superior de la vida humana porque viven su limitada e inútil existencia en la semirracionalidad.
Están tan cerca del mono que aún no entienden la gloria del espíritu racional.
"La injusticia en cualquier lugar es una amenaza a la justicia en todos los sitios", explicaba Martin Luther King a los segregacionistas de su tiempo para que entendieran su error. "Lo que afecta a uno directamente nos afecta a todos indirectamente", seguía, y los más enrocados en la ignominia no entendían.
Como tampoco entienden nuestros modernos, descerebrados y desespiritualizados racistas, encantados y refugiados como siempre en el calor de su propia y pequeña tribu.
Vivimos una pérdida de valores crítica. Los viejos mandamientos cristianos y de la jerarquía gobernantes durante tanto tiempo no han sido sustituidos adecuadamente por los valores cívicos.
España vivió una era de resurrección ciudadana con la Transición y la lucha contra los rescoldos del franquismo. Ahora se vive mejor materialmente y triunfan los identitarismos atávicos de unos y otros. El ciudadano y los valores de ciudadanía vuelven a escapar a una gran parte de la población, preocupada sólo de un bienestar material inmediato y adormecida en la inacción política y cívica hacia un futuro más libre y responsable.
Los nuevos primitivos, otra vez, viven la vida loca empapados en ciertas modas del entretenimiento, el ocio fácil y los placeres de corto recorrido.
Una risa floja contra la que hay que luchar sin pausa.