"Y naturalmente no podían ver los agujeros, y estaban muy seguros de sí mismos, convencidísimos de sus recetas". Julio Cortázar. El Perseguidor.
José María Aznar lee a Julio Cortázar. Lo ha dicho más de una vez. Pero la pasión por el mundo lleno de agujeros de El Perseguidor no vale como estrategia para un discurso político ni para una convención. O sí, que cada cual hace lo que le da la gana, pero está mal mentir y engañar a la gente.
Uno lee el discurso de Aznar en la convención del PP (pdf) y la vista le hace más chirivitas que los ojos inyectados de caballo de Johnny en el cuento de Cortázar.
"Un proyecto liberal, reformista y centrado", repite su letanía el ex presidente y hasta a Pedro J. Ramírez le llama la atención la desmemoria, tanto que se sorprende en el editorial de El Mundo de la agudización de "la enorme brecha entre los grandes partidos" y le reprocha a Aznar olvidar el apoyo que Zapatero le prestó en la política antiterrorista.
En ABC, el apoyo es total y la crítica constructiva no existe. El que quiera crítica que lea la prensa polanquista, que recuerda los acercamientos de presos con Ortega Lara de cuerpo y alma secuestrado y aquella intuición sobre los cambios en el Movimiento de Liberación Nacional Vasco. La estrategia del lenguaje.
Pobre Rajoy. Uno le oye hablar de la lucha por la felicidad de los ciudadanos (curiosa coincidencia con el Estatut catalán) y llega a creer en el futuro reformista, pero luego vuelve Aznar con la corbata enlutada que lució ayer y el futuro se cuela por los agujeros de la desmemoria.
En la convención americana del PP lo que triunfa es el pasado fraguista. Los cronistas de todos los diarios (El Periódico, El Mundo, El País, etc.) se declaran anonadados por la feria de los productos de España (ensaimadas, pimientos, fino andaluz, jamoncito, etc.) igualita, igualita a esas exhibiciones de casas regionales tan promovidas por el otrora Ministro de Información y Turismo.
Fraga instauró la dictadura del pulpo en Galicia durante estos años pasados y su vuelta a Madrid ya se nota. Con la manduca no se juega.
El PP siempre ha tenido fama entre los periodistas por sus canapés y el lujo de las caravanas electorales. Dos de los grandes déficits del PSOE, incapaz todavía de entender cómo se construye la simpatía del esforzado reportero.
Donde la memoria falla es en la exposición de los diez años del primer gobierno Aznar. Eso de hablar del Mar Egeo pero no del Prestige o contar sólo las huelgas generales convocadas contra los otros no está nada bien.
Agujeros de la memoria.
Rajoy no necesita un fontanero, necesita una cuadrilla entera de Aguas de Barcelona para tapar las fugas del PP. O quizá recordarle a Aznar aquellas palabras del poeta rojo Gabriel Celaya:
Aquí no ha pasado nada,
y si pasó, no hay que hablar.
Todo está por inventar.
Que no se desanimen los renovadores del PP. Todos necesitamos un partido moderno, con principios y honesto que pueda ser alternativa. Eso sí, más zanahoria para la buena memoria, por favor.
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