A Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, no le llega el contrapoder mediático de Telemadrid y sus recientes concesiones de televisiones digitales. Quiere un segundo canal para ocupar espacio político.
Y el ministro de Industria, José Montilla, no quiere que nadie se salga del guión de la nueva televisión.
La Comunidad de Madrid y el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero se enfrentan por la orden en contra de la emisión en analógico de La Otra, el segundo canal de Telemadrid.
Pero, ¿para qué necesita Madrid un segundo canal de televisión regional pública?
La televisión vasca lo hace porque uno emite en castellano y otro en vasco. Otras como la catalana o la andaluza lo justifican al modo de Televisión Española: diferente programación para cumplir el servicio público.
¡Cuánto le gustan a los gobiernos autonómicos las teles autonómicas! ¡Cuánto les atrae su poder!
Mientras aumentan su deuda a razón de dos mil millones de euros anuales, la rentabilidad política es infinita.
Pero la concurrencia con las emisoras privadas es innegable y el nuevo escenario definido por el gobierno de Zapatero y los sabios no atajará una competencia absurda.
Que las televisiones públicas se limiten a cumplir el servicio público (cultural, lingüístico, informativo) y dejen para las comerciales el resto.
Observen los ciudadanos de Madrid y resto de comunidades con teles autonómicas, además de las que vienen (Extremadura, Asturias, Aragón y Baleares), en qué se gasta el dinero público. Y decidan.
Alguien debería explicar alguna vez por qué las televisiones privadas son una de las empresas más rentables y todas las públicas son deficitarias cuando apuestan y se dirigen al mismo mercado.