Los cumplió en junio, pero el 30 de agosto unos cuantos amigos y admiradores lanzaron un disco, Les Paul and Friends para celebrar el 90 aniversario de este guitarrista de jazz que inventó uno de los instrumentos más famosos de la historia: la guitarra Gibson Les Paul, sin la que el rock no sería lo mismo.
Si hay tres guitarras famososas son la Les Paul y dos Fender, Telecaster y Stratocaster. Elegir una u otra depende de la base rítmica, de los riffs con los que te atrevas o del tipo de música.
Durante mucho tiempo tocar con una u otra fue una cuestión de identidad, de definición tribal y musical. Nadie se imagina los molinillos de Pete Townshend sin la Les Paul. Jimmy Page marcó límites de distorsión con ella mientras Ritchie Blackmore militaba en el otro partido, el de la Stratocaster de los largos punteos.
Nadie se imaginó que Robert Fripp la recuperaría para crear ambientes en una música que interpretaba los sueños sonoros del propio Les Paul.
Hendrix resucitó la Stratocaster. La imagen Bruce Springsteen es inseparable de la Telecaster de Born to Run.
Maneras de tocar. Bordes redondeados o picudos. Sonido limpio de country o distorsiones magníficas de la era nuclear.
En Les Paul and Friends andan Eric Clapton, heredero de cierto sonido del pionero, Peter Frampton, Billy Gibbons de ZZ Top, que estiró las cuerdas de la Les Paul para aserrar el rock. Y, por supuesto, Keith Richards, siempre pegado a su guitarra riffeante. Y también, Jeff Beck, Rick Derringer, Steve Miller (otro fan de su primer sonido) o Richie Sambora.
Larga vida a Les Paul.