Friday, June 30, 2006

Salud, Libération

"El director de orquesta que fui os dice adiós. El periodista que soy está infinitamente triste de no poder escribir más aquí. El lector que seguiré siendo os dice a todos adiós".
Serge July, fundador, director, alma, se despide de Libération, el periódico que fundó en 1973 con Jean Paul Sartre está en una crisis terrible, el fin del modelo de la prensa de pago de calidad, según sus palabras.
Los cambios y las huelgas no han arreglado nada y su principal accionista, Edouard de Rothschild, le ha pedido a July que se vaya.
Jean Valjean perseguido por el incansable inspector Javert, faz de un mercado que ya no ama la exquisitez del diario que fue y un capitalismo que llegó al rescate sólo para fracasar también.
Después de los años de gloria, de ser la luz de la izquierda exquisita, de convertir en Libération en el periódico donde todos queríamos escribir, July está derrotado y acusa a internet. No es la primera vez, gratuitos e internet son sus ogros, como los de tantos periodistas y editores.
"El maelström de la revolución informática, que es, más intenso, más violento, más rápido, que el furor de todas las revoluciones industriales".
July y Antoine de Gaudemar, director, intentaron convertir Libération en un bimedio, papel e internet, pero su estilo y sus contenidos no se han adaptado como los de The Guardian. Libé siempre fue slow news, como decía Henry Luce, el fundador de Time. La velocidad no es lo suyo. Y el impacto visual de sus portadas, de sus fotografías, nunca ha conseguido un buen reflejo en la Red.
July teme por el futuro de la prensa de pago de calidad. Como muchos. Defiende que sin los recursos suficientes la calidad baja. Y es verdad. Pero al principio fue la imaginación. La inteligencia. La revolución. La apuesta. El coraje. El texto ineludible. La imagen inapelable.
No huyas ni te escondas, Jean Valjean, la información de calidad para lectores inteligentes, en el producto o formato que sea (muchos le han faltado a July, se queja con razón), sobrevivirá.
Pero hay que volver a levantar los adoquines para reventar la monotonía, con la mejor información, con el mejor estilo y la mejor legibilidad y accesibilidad.
Lo demás, el modelo que fue, está guardado en la sacristía de monseñor Myriel como cuando "sobrevino la revolución; precipitáronse los sucesos". Ya decía Victor Hugo: "Lo que de los hombres se dice, verdadero o falso, ocupa tanto lugar en su destino, y sobre todo en su vida, como lo que hacen".
Salud, Libé. Salud, July. Es otra revolución.

[Con cariño, para Toni Piqué, que me ha obligado a escribir este epitafio]
Vicent tamén laia