Cataluña no es una excepción. Después de las adjudicaciones en otras comunidades autónomas, el informe para la concesión de las licencias de televisión digital terrestre (TDT) local catalanas hace preguntarse a muchos qué es la televisión de proximidad, para qué sirve y a quién beneficia.
El informe vinculante del Consejo del Audiovisual de Cataluña (CAC) reparte 56 canales (tres han quedado desiertos) en las principales ciudades catalanas. Los grandes grupos han conseguido parte de sus objetivos, los grupos regionales, también, las emisoras más locales, menos.
El 87% de las televisiones locales privadas que ya emitían con una autorización de la Generalitat lo seguirán haciendo.
Canal Català, el grupo de televisiones privadas encabezado por el empresario Nicola Pedrazzoli, ha sido uno de los más favorecidos con 16 canales. Le siguen Prensa Leridana, del grupo editor del diario Segre (4), Collserola Audiovisual (Localia-PRISA) (3), Justo Molinero-Tele Taxi (3) y Cat 4 TV (3) y Canal Nord (2).
Vocento y Luis del Olmo han logrado sendas concesiones en Barcelona. Uniprex (Planeta-Antena 3), otra en Cornellá.
City TV, de La Vanguardia, ya era concesionaria de una licencia digital autonómica.
Entre los excluidos, algunas televisiones locales y otras animadas por asociaciones como Òmnium, que ya ha expresado su disgusto.
La televisión es un negocio y la concesión política de las licencias no se salva de sospechas ni aún con la intervención de un consejo en teoría independiente, como en este caso.
Los criterios del CAC para las concesiones (informe entero en pdf) son:
>> la televisión de proximidad;
>> crear en Cataluña grupos audiovisuales con capacidad de invertir en proyectos que permitan una televisión viable y competitiva;
>> impulsar la migración del actual sistema analógico al digital, favoreciendo, por lo tanto, aquellos operadores con experiencia previa en la televisión local, y
>> garantizar el pluralismo.
La concentración de emisoras para grandes grupos en Barcelona sorprende y en algunos foros se acusa al CAC de someterse a los intereses partidistas y de los grandes medios.
La televisión local no resuelve nada. Las concesiones han tenido en cuenta el proyecto, la tecnología y el proyecto económico. Una televisión es una máquina de tragar dinero si su modelo es comercial. De ahí que los grandes casi siempre ganen y sólo las iniciativas locales agrupadas y con fuerte apoyo financiero, comercial e institucional acaban siendo viables.
El voto particular en del consejero del CAC, responsable de sus publicaciones y profesor de comunicación, Joan Manuel Tresserras, es ilustrativo. Está en contra porque las concesiones son redundantes con la oferta nacional, denuncia la voracidad del sector público, ampliado ahora con los ayuntamientos, y resalta que se ha favorecido la solidez tecnológica y económica, el negocio, en definitiva.
Pero como la propia Comisión Europea ha subrayado y muchos grandes empresarios como Polanco creen, el futuro de la televisión no está tanto en la local y la digital terrestre como en internet y sus posibilidades, a pesar del riesgo que representa para la neutralidad de la Red.
La concesiones seguirán primando a los grandes y la intervención política, el poder del estado televisivo (autonómico o nacional) es inevitable con el sistema de licencias.
La nueva televisión no está en las cadenas y emisoras reguladas y acotadas territorialmente.
P21 | Una ley audiovisual deseada y temida