Juan Freire reflexiona sobre la blogopolítica estimulado por el eFindex del próximo fin de semana y busca "algunas alternativas basadas en la participación ciudadana al margen del control partidista" para despegar la política de los "políticos oficiales y sus hooligans".
La cuestión es si existe una auténtica Política 3.0 o de fuente abierta. Si la democracia extrema está funcionando como diálogo ciudadano o, en palabras de Nicole-Anne Boyer, si se está "reinventando la relación entre los gobernantes y los gobiernados, entre el liderazgo político y la ciudadanía".
En ese punto crítico es donde surgen mis dudas sobre la blogopolítica tal como está apareciendo y practicándose en España, donde las banderías y grupos organizados comienzan a ser una fuerza muy poderosa (difusora y contaminante) en la blogosfera y el ciberespacio.
En Estados Unidos la unión entre blogueros y políticos, como en el reciente YearlyKos no parece muy esperanzador. Los políticos profesionales se han lanzado con gusto a una audiencia capaz de difundir sus propósitos sin coste, o a muy bajo coste, con estrategias muy agresivas que no erosionan a los oponentes al estilo de la propaganda negativa y que politizan a sectores de la sociedad hasta ahora alejados de la política.
Joe Trippi, el hombre que impulsó la campaña participativa y abierta en la Red de Howard Dean llama la atención de que en la asamblea de los blogueros demócratas el consenso sobre la importancia de los blogs fue unánime, pero "está menos claro cómo los políticos tradicionales se vincularán con una audiencia que se ha definido en parte por desafección con los políticos".
Hay más ciudadanos que nunca en la Red hablando y discutiendo de política. La democratización ahí es indudable. También hay más políticos que nunca utilizando la herramienta y el espacio para ponerse en contacto con los electores.
La cuestión es si la política en internet y la blogosfera puede aprovechar esa desafección y alejamiento de la política profesional y mayoritaria para crear una democracia más participativa y directa o la invasión de la propaganda viral y las banderías encuentran el terreno allanado.
Freire incide en la necesidad de "nuevas organizaciones formales o informales (que) no replican a los partidos, presentan un modo alternativo de hacer política alejado de la ideología y centrado en unos pocos objetivos comunes".
Política de objetivos concretos y movilización al margen de partidos (caso Vivienda Digna). Organizaciones formales o informales transversales, donde la defensa y lucha por objetivos políticos, ciudadanos, sociales, etc. puede congregar y agrupar a ciudadanos de diferentes ideologías que se unen en la Red gracias a los instrumentos participativos y las redes sociales.
Esa es la nueva política ansiada por muchos. Menos ideologizada, más dialogante y capaz de unir sin marcar divisiones fratricidas entre ciudadanos. Una política en la que la blogodemocracia se parezca más a la discusión racional defendida por Dewey o Habermas que a la inundación de la propaganda en red.
El peligro está en los políticos que hablan pero no escuchan y en la politización extrema de ciudadanos atrapados en una conversación a veces más manipulada y partidista que la de la vida cotidiana.